Las mejores rutas a pie del mundo
Published 2 mar. 2017 17:36 CET

Perfecto para: Cualquiera que quiera emociones fuertes (y grandiosas vistas del parque nacional más famoso de Noruega) sin pasar verdadero peligro
Distancia: 22 kilómetros en un sentido
Esta es sin duda una de las rutas a pie más populares de Noruega, atractiva para todo tipo de gente, desde mochileros universitarios hasta excursionistas rechonchos de mediana edad, pero eso no significa que no sea emocionante. Además ofrece unas vistas que están entre las mejores del mundo, mientras asciende atravesando el delgado risco rocoso que separa el lago de agua de glaciar Gjende del lago alpino Bessvatnet. "Jotunheimen" significa “hogar de los gigantes” en noruego, y es fácil imaginar al fiero Jotun de la mitología nórdica peleando con Thor en este paraje salvaje y helado —aunque las 30.000 personas que suben aquí cada año tal vez obliguen a los gigantes a esconderse.
Si caminas en la dirección más habitual, empezando en la hospedería Memurubu, el camino arranca con un relajante paseo en ferry por el Djende. A continuación empieza el ascenso de trescientos sesenta metros hasta la cresta de roca, con fuertes caídas a ambos lados, aunque el único peligro está en pararse demasiadas veces para hacer fotos. Su máxima altura son los 1.743 metros. El paseo termina en el mismo lugar donde se cogió el ferry, en el albergue para 170 personas Gjendesheim Turisthytte, de la Asociación de Guías de Montaña de Noruega. Pero también se puede alargar el viaje: si empiezas en Gjendesheim y caminas hasta Memurubu, puedes quedarte a pasar la noche en la cabaña y tomar el ferry de regreso (o regresar por el risco o junto al lago).
Nivel de riesgo: Es una caminata exigente de ocho horas, así que aunque no hace falta habilidad técnica, sí que es necesario estar en forma y estar cómodo en la naturaleza.
Más fácil: Hay un camino por Gjende por el que no hay que ascender a la cresta. Coge el ferry hasta Memurubu y después recorre los diez kilómetros de regreso a Gjendesheim.
Fotografía de Steve Taylor, ARPS/Alamy
Perfecto para: atrevidos de verdad; adictos a GoPro
Distancia: 3 kilómetros
Ninguna lista de rutas espeluznantes estaría completa sin incluir el Caminito del Rey.
Se trata de una pasarela de piedra bastante decrépita, de apenas un metro de ancho y de un siglo de antigüedad, adosada a un cañón de unos cien metros de altura sobre el río Guadalhorce. Se ha hecho famosa debido a los muchos videos grabados allí que se han convertido en virales ―es el lugar perfecto para grabar videos trepidantes con una cámara de casco. También es muy peligroso. El paso del tiempo lo deterioró mucho, y tiene grandes zonas derruidas que obligan al excursionista a dar un paso sobre el vacío para llegar a las zonas donde la pasarela está intacta, o a los pocos puntos donde sigue existiendo la barandilla original. En las peores zonas, el camino ha desaparecido por completo y es necesario hacer movimientos sencillos de escalada para regresar a suelo (semi) firme. Los mejores tramos ofrecen apoyos que sobresalen del acantilado. Hay un cable de seguridad por todo el camino al que podemos sujetarnos para evitar una caída, lo que lo convierte en una vía ferrata, pero el recorrido sigue siendo terrorífico.
La pasarela no fue siempre tan terrible. Se construyó en el año 1905 para que los trabajadores de la hidroeléctrica pudiesen moverse entre los saltos del Chorro y del Gaitanejo, y recibió su nombre actual en 1921, cuando el rey Alfonso XIII recorrió la pasarela para inaugurar la presa del Conde del Guadalhorce. Diez años después, el rey huyó el país y abdicó tras el fin de la Guerra Civil. Su caminito, desde entonces, quedó desatendido.
Nivel de riesgo: este camino es tan peligroso que se cerró en el 2000, cuando cuatro personas perdieron la vida en él. Pero desde entonces, son tantos los aventureros que lo siguen visitando que incluso hay guías que llevan a los turistas hasta allí, lo que ha llevado al gobierno español a invertir más de once millones de Euros en rehabilitar el Caminito y en erigir un centro para visitantes. El camino reabrió en 2015, siendo mucho más seguro, aunque por supuesto, ya no tan espeluznante.
Más fácil: También puedes disfrutar de las vistas espectaculares del desfiladero de El Chorro sin cien metros de caída bajo tus pies, si recorres un camino de siete kilómetros que lleva hasta lo alto del desfiladero.
Fotografía de Rod Kirkpatrick, F Stop Press
Perfecto para: Excursionistas que ya han recorrido alguna vía ferrata, que llevan el equipo necesario (y a ser posible un guía), y quieren coronar una cumbre por una vía ferrata
Distancia: 1.000 metros de diferencia de altitud
Las Dolomitas italianas son el lugar donde surgieron las vías ferratas, itinerarios formados por vertiginosas escalas de metal, cables y barandillas que permiten el ascenso con cable de seguridad. Muchos de estos itinerarios, en terrenos verticales, se crearon durante la Primera Guerra Mundial para uso de las fuerzas militares italianas. Aunque muchas de las grandes vías ferratas de Europa siguen estando en las Dolomitas, la de Leukerbad, en Suiza, es impresionante. La ruta asciende la inmensa fachada del Daubenhorn, que con sus 2.942 metros domina el pueblecito de Leukerbad, y es la vía ferrata más larga de Suiza. Tiene todas las características de un ascenso con ayuda técnica, aunque también pueden completarla excursionistas sin experiencia en escalada.
El ascenso empieza con un paseo de 1,9 kilómetros por los acantilados, hasta el comienzo de la vía ferrata. Ahí empieza la parte vertical, en la llamada vía ferrata pequeña ―dos horas de ascenso por cables y roca hasta llegar al clímax, un espeluznante ascenso de 76 metros en vertical por tres escaleras. La ruta se toma un respiro en el Obere Gemsfreiheit Point, a 2.000 metros. (Este es también el punto donde se puede dar la vuelta si se quiere hacer una ruta más corta). La vía ferrata “grande” continúa tres horas más hasta la cumbre, con ascenso por roca, travesaños de metal y escalas. En total, la ruta dura ocho horas, pero la sensación que se tiene es de haber pasado la vida entera colgando sobre los tejados y verdes campos del pueblecito, que parece de juguete, al fondo del valle.
Nivel de riesgo: Muy expuesto, pero es totalmente seguro si sabes lo que haces. No pienses siquiera en intentarlo si tienes vértigo. Sería aconsejable terminar una vía ferrata más sencilla y corta antes. Leukerbad está clasificada como Extremadamente Difícil según el sistema francés de calificación, y como K5-K6 en el sistema alemán (K1 es la más fácil, y K5 significa muy difícil).
Más fácil: Si colgar de unos peldaños atado a un fino cable de metal no es lo tuyo, limítate a recorrer los trece kilómetros que llevan al paso de Gemmi, donde empieza la vía ferrata, y de allí pasa al Oberland bernés en teleférico.
Fotografía de Olivier Maire
Perfecto para: excursionistas que busquen un reto en la Costa Este que incluya varias cumbres en un solo día y que exija piernas fuertes y nervios de hierro
Distancia: 38 kilómetros
Esta ruta es una montaña rusa que sube y baja siete cumbres y en la que se ascienden unos increíbles 5.000 metros (con muchas bajadas intermedias). El Camino del Diablo sigue la línea más recta posible, lo que implica rocas sueltas, escaladas verticales y fuertes descensos. Muchas veces las raíces sirven de asideros, y a veces hace falta subir haciendo cuña en pequeñas chimeneas. Toda esta escalada vertical hace que la ruta tenga fama de ser la más dura de la Costa Este. Y podría serlo, si uno intenta terminarla en un día (hay la opción de dividirla en secciones mas pequeñas, o de ascender los picos individualmente).
Pero allí también hay salvación. Seis de las siete cumbres de la ruta cuentan para el Club Catskill 3500 (para ser miembro es necesario haber ascendido 35 picos de más de 3.500 pies de la zona). El paisaje espectacular que se admira desde la cumbre ―árboles de hoja caduca hasta donde alcanza la vista― harán que te olvides de que estás a tres horas del centro de Manhattan. Los nativos llamaban a la zona Onteora, o “La tierra del cielo”. Sin duda estas cumbres no son tan escarpadas como las Rocosas, pero no son fáciles de coronar.
Nivel de riesgo: Oirás hablar mucho sobre los peligros del Devil’s Path, pero básicamente consiste en un itinerario muy duro que puede resultar extremadamente precario si la roca está húmeda, o peor, helada. Ten cuidado. No hace falta que lleves pies de gato, pero unas zapatillas de aproximación te vendrán bien.
Más fácil: el itinerario Overlook Mountain, que está cerca de allí, es una ruta circular de 15 kilómetros que lleva hasta la cumbre de la montaña Overlook, donde hay una torre de vigilancia forestal y vistas panorámicas, sin la dificultad del Camino del Diablo.
Fotografía de John P. O'Grady
Perfecto para: Ver lava saliendo de un volcán
Distancia: 400 metros en vertical
Las Eolias son siete islas volcánicas del mar Tirreno que han sido comparadas con la constelación de las Pléyades (las siete hermanas), y deben su nombre a Eolo, dios del viento. Y tiene sentido, ya que es habitual que los fuertes vientos y las olas que azotan las islas obliguen a quedarse en puerto a los acuaplanos que las comunican con Sicilia.
La joya de la corona de este archipiélago lleno de magia es Estrómboli, un pequeño volcán activo y cónico de doce kilómetros cuadrados que escupe fuego y magma continuamente. Y aunque el volcán es peligroso, también es regular y predecible, por lo que es posible ascender hasta su cumbre, a casi mil metros, y echar un vistazo al interior derretido de sus tres cráteres activos. Se cree que las erupciones de lava de la cumbre se repiten rítmicamente cada veinte minutos desde hace dos mil años, con pequeñas erupciones ocasionales y alguna erupción violenta (la última alcanzó las laderas en 2007, y una gran explosión en 2003 obligó a cerrar el volcán durante dos años).
Subir a los cráteres durante la noche es impresionante. Según el estado del volcán, está permitido acercarse a 150 metros del cráter y disfrutar allí de unos fuegos artificiales totalmente naturales. Por supuesto, hay un pequeño riesgo de que se produzca una gran erupción (aunque el volcán ha sido tan constante durante milenios que el término “erupción estromboliana”define este tipo de actividad), y hay que ascender a la cumbre con un guía que haga un seguimiento del volcán. El itinerario en sí, que asciende bastante rápido entre hierbas fragantes y chaparros, se redirigió y se mejoró en 2004, cuando se instalaron bancos durante la ruta y barandillas en los acantilados.
Nivel de riesgo: No hay muchos otros lugares en el planeta donde se pueda ver un volcán en erupción desde tan cerca y con relativa seguridad.
Más fácil: Si no quieres acercarte al borde de un volcán en erupción, haz alguna de las excursiones nocturnas en barco que disfrutan del show desde el agua, a una distancia más prudente.
Fotografía de Raffaele Celentano, REDUX
Perfecto para: Aficionados a las crestas que quieren estar muy expuestos sin tener que usar cuerdas
Distancia: 9 kilómetros
Hay crestas peligrosas... y después está el borde afilado del Aonach Eagach. Como si fuera la espina dorsal de un dragón tumbado junto a la carretera A82, al norte de Glen Coe, la cresta de Aonach Eagach domina este abrupto paraje de las Highlands escocesas. La caminata, con un ascenso de mil metros, solo es espeluznante de verdad durante unos tres kilómetros, en los cuales se abre al abismo por ambos lados y asciende dos munros (la palabra escocesa para describir los picos de más de 900 metros): Meall Dearg, de 953 metros, y Sgorr nam Finnaidh, de 967 metros.
En medio, la ruta asciende chimeneas, baja por cornisas, sube y baja torres verticales y atraviesa varios otros puntos complicados. No hace falta cuerda, pero no se pueden cometer errores. En algún momento, tal vez cuando hayas pasado las zonas complicadas, puede que incluso te fijes en las preciosas vistas que te rodean, entre ellas las del pico más alto de las islas británicas, en Ben Nevis, de 1.342 metros. Cuando llegues al fondo, cerca del pueblo de Glencoe, haz como la gente de allí y vete al pub, y tómate un whisky de malta, que te ayudará a calmar los nervios mientras narras tu aventura en el Aonach Eagach a cualquiera que esté dispuesto a escuchar.
Nivel de riesgo: Solo deberían atreverse quienes estén cómodos en terreno expuesto. No es difícil, pero no hay sitio para errores. Hay quien lo intenta con cuerdas, pero así la ruta puede hacerse terriblemente lenta y exige conocimientos de escalda técnica. En invierno el nivel de dificultad sube hasta Grado II de la escalada invernal en Escocia, y es obligatorio el uso de piolet y crampones (y seguramente cuerda).
Más fácil: Cómo no nos va a gustar un itinerario que es tan duro que su alternativa fácil se llama la Escalera del Diablo. Pero sí, esta ruta de casi diez kilómetros ofrece grandes vistas del Glen Coe, sin riesgo de sufrir una parada cardiaca.
Fotografía de William Blake
Perfecto para: Coleccionistas de cumbres; los que quieran subir al pico más famoso de Nueva Inglaterra por la ruta difícil
Distancia: 3,4 kilómetros de ida (13,2 kilómetros de ruta circular hasta la cumbre)
Presidiendo las Montañas Blancas, el Monte Washington de New Hampshire es una cumbre muy popular, pero pocos de quienes lo ascienden tienen las agallas de subir por la ruta del barranco de Huntington. Es corta, pero casi vertical, con un ascenso de más de seiscientos metros en tres kilómetros, y transcurre por encima del límite del bosque metiéndose en una zona de grandes rocas, para después ascender una serie de escarpados riscos de granito y bloques cubiertos de liquen, dejando al viajero expuesto a los elementos que golpean implacablemente la montaña. Dicho esto, es la ruta más emocionante hasta la cumbre, y ofrece poco descanso entre obstáculos. Hay otras formas aún más difíciles de subir, con ascensos técnicos por las caras más verticales de Huntington, y uno de los ascensos en hielo más clásicos de la zona, el Pinnacle Gully, se forma aquí durante el invierno.
La cima en sí es impresionante (con 1.916 metros es el punto más alto de Nueva Inglaterra), pero un poco anticlimático, ya que hay un aparcamiento y hordas de personas haciéndose selfies tras haber subido en coche. Acéptalo, y pídete un tazón de chili caliente en el centro para visitantes. Después disfruta de las vistas del Presidential Range y de gran parte del estado. Como suele suceder, la parte más complicada es el descenso (en 2013 un montañista resbaló y cayó sesenta metros, y fue necesario rescatarlo), así que tiene más sentido hacer un itinerario circular y bajar por la ruta de Tuckerman Ravine/Lion Head.
Nivel de riesgo: Huntington está clasificado como Clase 3, justo por debajo de la exigencia de cuerdas, pero tal vez tengas que usar las manos. Solo deberían atreverse montañistas habituados a trepar y a zonas expuestas. Aunque ha habido caídas dramáticas, el verdadero peligro del Monte Washington es el tiempo, que cambia rápidamente. En la cumbre se han medido algunos de los vientos más fuertes de los que hay registro (hasta 371 kilómetros por hora en 1934) y la mayoría de las más de 135 muertes fueron provocadas por la hipotermia.
Más fácil: La ruta estándar de subida al monte Washington, los 6,6 kilómetros por Tuckerman Ravine/Lion Head, tal vez no provoque tantas náuseas como Huntington, pero sigue siendo una excursión dura de mil trescientos metros de subida por un terreno expuesto y con todos los peligros de las tormentas y un tiempo impredecible.
Fotografía de Alamy
Perfecto para: exploradores y aficionados a la Segunda Guerra Mundial
Distancia: 96 kilómetros en un solo sentido
Aunque no tenga la tremenda exposición o la lava fundida de otras rutas de esta lista, el camino de Kokoda (o sendero de Kokoda) no es para flojos. Transcurre incansable, arriba y abajo, cruzando ríos, hacia el centro de la selva de Papúa Nueva Guinea, y son necesarios entre tres y doce días para terminar el recorrido (aunque se ha completado corriendo en 16 horas y 25 minutos). Todas esas subidas y bajadas suman más de seis mil metros de ascenso, siendo el punto más alto el Monte Bellamy, con 2.190 metros. Está extremadamente aislado y es presa de los caprichos del tiempo tropical, está plagado de mosquitos, y en algunas ocasiones las gentes koiari han llegado a cerrar la ruta para protestar por no recibir ningún beneficio de las tasas que se cobran por recorrerla. Pero todo eso vale la pena a cambio de caminar por un sendero histórico y disfrutar de la soledad de la selva. Además, el gobierno está inyectando millones de euros para mejorar el sendero, y a lo largo de la ruta hay cabañas y pueblos indígenas bastante a acogedores.
No te preocupes si vas solo: a pesar de que es arduo, el itinerario es cada vez más popular. Hace quince años no te habrías encontrado con casi nadie en la ruta, pero últimamente unas tres mil personas prueban suerte cada año. La mayoría son australianos que recorren el camino como rito de paso y homenaje a la batalla de la Segunda Guerra Mundial que se libró en el sendero en 1942: las fuerzas japonesas intentaron tomar la capital de la isla, Port Moresby, para empezar la invasión de Australia. Las fuerzas aliadas, cuyo grueso estaba formado por australianos, lucharon en inferioridad numérica y consiguieron hacer retroceder a los japoneses. Muchos de los que visitan el sendero son descendientes de hombres que lucharon allí.
Nivel de peligro: El sendero es duro y te expone al peligro intrínseco de enfermar viajando por la selva. No se recomienda intentarlo sin guía por sus muchos riesgos y porque atraviesa tierras tribales.
Más fácil: Lo contrario al duro sendero de Kokoda se puede encontrar en la isla Loloata, fuera de Port Moresby, donde se puede recorrer la jungla, hacer snorkel y buceo (incluso se puede bucear junto a un bombardero de la Segunda Guerra Mundial).
Fotografía de Alex Hutchinson, The New York Times/REDUX
Perfecto para: Explorar y divertirse en un cañón apto para todos, desde barranquistas atrevidos hasta niños
Distancia: 5,6 kilómetros ida y vuelta
Bienvenidos al parque de atracciones más natural. Solo hay que caminar un poco entre las paredes de la garganta de arenisca Dry Fork para llegar a uno de los cañones de ranura más interesantes y fáciles de disfrutar de toda Utah. El cañón es una auténtica maravilla. Sus paredes de roca se formaron a partir de antiguas dunas de arena largo tiempo enterradas y transformadas en piedra, que volvieron a salir a la superficie impulsadas por movimientos tectónicos y después, con el paso del tiempo, fueron esculpidas por la erosión de las inundaciones y el viento. Pero lo que atrae a más visitantes al monumento nacional Grand Staircase-Escalante son los estrechos cañones laterales, que son las partes más divertida.
El primero de estos desfiladeros, el Peek-a-Boo (cucú), consiste en una serie de ventanas y arcos redondeados abiertos en la piedra, y en el suelo hay cavidades profundas muchas veces llenas de agua. Hay que abrirse paso por unos escalones tallados en la piedra para llegar hasta allí, y tener cierto cuidado, pero es un tramo divertido. El siguiente desfiladero, Spooky, es el que más destaca. Es una grieta perfecta y estrecha con nueve metros de profundidad constante, y no más ancho de 45 centímetros durante casi un kilómetro. Es tan estrecho que algunos adultos tal vez no quepan (y en muchos puntos se reduce a menos de 25 centímetros de ancho, así que muchos tendrán que meter barriga y ponerse de lado), pero los niños se moverán con más facilidad. El último desfiladero, que también es el menos visitado, es Brimstone: es oscuro y lúgubre, más profundo aún que Spooky, y se estrecha tanto en algunos puntos que a veces hace falta subir hasta la superficie para poder avanzar.
Nivel de peligro: Es un campo de juegos natural ideal para todos salvo los claustrofóbicos y los que sean más bien grandotes. Brimstone es el único peligroso ―una leyenda local dice que un barranquista se quedó atascado en él durante varios días. Pero si tienes cuidado y eres consciente de los peligros de caminar por el desierto (lleva más agua de la que creas que vas a necesitar), Spooky es seguro para los niños ―aunque tal vez tengas que ayudarles a salvar algún obstáculo). Ten siempre precaución por si se produce una inundación repentina en los barrancos, y recuerda que el agua viene de las tormentas que estallan río arriba.
Más fácil: Si los sitios estrechos no te gustan, puedes caminar por el hermoso (y ancho) cañón Coyote Gulch, un poco más abajo.
Fotografía de Tomas Kaspar, Alamy
Perfecto para: Nadadores
Distancia: 8 kilómetros
El Black Hole es como el tobogán de nuestra lista: un cañón de ranura en el que hay que nadar. Es profundo y oscuro, y todo el año está lleno de un agua tan fría que es necesario usar un traje de neopreno incluso cuando en la superficie hace mucho calor. Tras un paseíto llega el momento de lanzarse a las aguas fangosas del arroyo y nadar unos tres kilómetros (muchas zonas son vadeables, según la estación), con las paredes verticales de piedra levantándose a muchos metros sobre nosotros. También se pueden ver las pruebas de la fuerza de las inundaciones repentinas que afectan a los cañones de la llanura del Colorado: si miras arriba verás árboles muertos encajados en la garganta a quince metros de tu cabeza, donde las aguas torrenciales los dejaron. Algunas veces los desfiladeros han quedado atascados por los restos, y en ese caso hacen falta cuerdas y mucha planificación para atravesarlos.
Las inundaciones son un peligro siempre presente en este lugar tan pacífico. En los años noventa, una chica perdió la vida aquí al arrastrarla el agua. Pero si controlas el pronóstico del tiempo puedes relajarte y disfrutar dejándote llevar por la corriente y conociendo este cañón encantado. Algunos barranquistas incluso llevan un flotador de patito para usarlo como tabla durante el descenso.
Nivel de peligro: Hay que saber nadar y llevar un traje de neopreno (de manga corta es suficiente en pleno verano). No hay obstáculos técnicos que superar en el cañón, pero no es mala idea llevar una cuerda pequeña por si acaso no estás cómodo en el descenso. Además, el agua puede cambiar las cosas. En 2003 las inundaciones crearon nuevos obstáculos técnicos que ya han desaparecido. Una vez dentro, tienes que darlo todo porque no hay ruta de escape, así que analiza bien el pronóstico del tiempo antes de intentarlo y sé consciente de que las tormentas pueden causar inundaciones aunque se den a mucha distancia río arriba.
Más fácil: Si solo quieres conocer un poquito de los cañones de Utah, prueba la ruta circular de catorce kilómetros por los cañones Little Wild Horse y Bell, en San Rafael Swell, no muy lejos del White Canyon. Allí puedes experimentar los cañones de ranura sin obstáculos técnicos y sin tener que nadar.
Fotografía de Cameron L. Martindell, Offyonder
Perfecto para: coleccionistas de cumbres con habilidades técnicas; excursionistas cómodos con terrenos expuestos
Distancia: 35-40 kilómetros ida y vuelta
De entre las cumbres más altas de cada estados de EEUU, el Pico Granito de Montana, con 3.903 metros, tal vez sea el más aislado y el más difícil de escalar (se calcula que solo el veinte por ciento de los intentos de llegar a la cumbre tienen éxito, sobre todo por el tiempo). Fue el último en ser culminado, en 1923 (una década después del primer ascenso al Denali). ¿Es una trepada o una escalada técnica? Pues depende de a quien le preguntes, y la ruta de ascenso más fácil por la ladera sur ha recibido distintas calificaciones, desde una Clase 3 a una escalada de 5,7. El mejor consejo es que tal vez no necesites cuerda, pero es mejor llevarla. Sin duda experimentarás una exposición fuerte durante la subida, con el valle a casi quinientos metros por debajo mientras superas chimeneas y mantienes el equilibrio durante los últimos sesenta metros. También hay un puente de nieve en el que puede hacer falta un piolet según las condiciones. Mucho más que una caminata.
Tampoco es fácil acceder al lugar. Para llegar al Granito hay que hacer una larga caminata en la que se ascienden más de 1500 metros, hay que dormir allí para comprobar bien el tiempo que hace, y hay que montar la tienda en una zona expuesta y rocosa llamada la Llanura Froze-to-Death (congelación de muerte). Pero cuando todo sale bien, no hay nada comparable a conseguir superar todas las dificultades del Granito y estar en el punto más alto de Montana. No hay ni rastro de civilización en la cima. Las montañas Bearthooths y las Absaroka se extienden en todas direcciones, y el Parque Nacional de Yellowstone se adivina en el horizonte. Ahora, claro, tienes que bajar (te recomendamos rappel).
Nivel de peligro: Hay mucha exposición en esta ruta, y es necesario tener buena técnica de escalada y traer el equipo necesario (dicho esto, un niño de nueve años lo ha conseguido, pero tenía ambas cosas). El tiempo cambia rápido y hay pocos sitios donde guarecerse de las tormentas eléctricas, tanto en la meseta como durante el ascenso. En 1994 murió un escalador en la ruta más difícil de la cara norte, cuando unos montañistas que estaban en la cumbre dejaron caer sin querer una roca sobre él y su compañero.
Más fácil: La cima de la montaña Froze-to-Death, con 3.585 metros, tal vez no sea tan impresionante como el Granito (solo es el montón de rocas más alto de la meseta de Froze-to-Death), pero es una buena opción si no quieres ascender el pico más difícil. Desde allí se puede ver el Granito en todo su esplendor.
Fotografía de Jed Conklin Photography
Perfecto para: quienes disfruten explorando bajo tierra un poco apretados
Distancia: 2 kilómetros ida y vuelta, más el paseo hasta la cueva
Bienvenidos a la caminata estilo “túnel del amor”. Aunque hay cientos de cuevas de lava emocionantes y espeluznantes en esta isla volcánica activa, Búri es una de las más hermosas y una de las últimas en haber sido descubiertas. Se exploró por primera vez en 2005 y no tardó en ser reconocida como una de las cuevas de lava más espectaculares de Islandia. Pero no es apta para todo el mundo. Para llegar hasta ella hay que caminar por los campos de lava de Leitahraun, los restos de la lava que brotó del volcán Leiti y se solidificó, llegando incluso hasta el mar. Los tubos de lava se formaron hace unos cinco mil años, cuando unas partes del magma se enfriaron antes que otras, formando las paredes de la cueva, mientras la lava caliente seguía fluyendo, formando las cuevas en sí. Leitahraun es como un queso suizo lleno de estos tubos, entre ellos el famoso Raufarholshellir de 1.360 metros, o la cueva Arnarker, que recuerda una catedral.
Bautizada en honor del primero de los dioses Aseir, del que se dice que nació cuando una vaca gigante lamió el hielo salado que existía antes de existir la Tierra, Búri está cubierta de hielo en su primera sección, y llena de esculturas extrañas y húmedas que parecen moverse, fantasmagóricas, a la luz de las linternas. Cuando desaparece el hielo se convierte en un tubo de lava largo, de nueve metros de alto por nueve de ancho, que recuerda a un túnel de metro abandonado, antes de terminar en un pozo de lava de diecisiete metros. Volver a salir a la luz es como renacer.
Nivel de peligro: No vayas si tienes miedo a la oscuridad o eres claustrofóbico. El túnel no es necesariamente peligroso, pero es mejor tener experiencia en cuevas, una linterna (y otra de repuesto) y un casco. Es mejor ir con guía ―muchos recogen a los clientes en los hoteles de Reikiavik.
Más fácil: la cueva de lava Arnarker, grande y llena de formaciones, también está en los campos de lava de Leitahraun, y tiene algunas esculturas de hielo naturales a finales del invierno. Se accede bajando una escala, así que es más fácil de explorar.
Fotografía de Michel Detay
Perfecto para: quienes buscan un subidón de adrenalina y adoran las cascadas
Distancia: 17,3 kilómetros ida y vuelta
No dejes que el nombre macabro te asuste, aunque es posible que sientas un escalofrío cuando estés colgando en este lugar aislado de las Rocosas canadienses. Esta ruta, relativamente corta, incluye todos los ingredientes de la aventura: ferry, trepada, cascadas épicas, exposición, un túnel y un lago alpino como recompensa. Además estarás caminando por tierra de nadie, o tal vez de todos: el Parque Nacional de los Lagos de Waterton de Canadá, situado en la frontera sur de Alberta, y el Parque Nacional de los Glaciares de EEUU, al norte de Montana, forman los 4.450 kilómetros cuadrados del Parque Internacional de la Paz Waterton-Glaciares, creado a iniciativa de ambos países en 1932. Los dos gobiernos colaboran para gestionar los recursos de ambos parques, y el Parque de la Paz es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Para llegar al inicio de la ruta hay que hacer un agradable paseo en barco de quince minutos por el lago Waterton, donde empezamos a sentirnos aislados. Sin embargo, la parte realmente solitaria y aislada de la ruta, que gana setecientos metros de altura en 8,7 kilómetros, es un túnel natural de treinta metros que hay que recorrer arrastrándose a cuatro patas. Durante el itinerario también tendrás que mantener el equilibrio por una estrecha cornisa (el parque ha colocado un cable por si lo necesitas) y subir por una escala metálica estilo vía ferrata. Cuando tengas tiempo de mirar a tu alrededor apreciarás la belleza de las cascadas del parque, largas y elegantes, que bañan las paredes de roca sedimentaria. El itinerario pasa por cuatro de ellas, aunque la más bonita sin duda es Crypt Falls, que cae unos ciento ochenta metros desde el valle donde está el lago.
Nivel de peligro: La mayoría de la gente podrá recorrer la ruta sin problema, a pesar de la exposición. Las peores secciones están protegidas con pasamanos de cable de acero. Es comprometida y expuesta, eso sí, así que no lo intentes si tienes vértigo, y ten cuidado con el mal tiempo.
Más fácil: Si quieres hacer una ruta por Waterton sin las emociones de la Cripta, prueba la ruta de diez kilómetros de ida y vuelta hasta el bellísimo lago alpino de aguas turquesas Wall Lake.
Fotografía de Loraine Tai
Perfecto para: quienes quieran sentir el calor de un volcán activo
Distancia: 5,1 kilómetros ida y vuelta
A solo treinta y dos kilómetros de la metrópolis de Ciudad de Guatemala, el Pacaya, con sus 2.552 metros, es un volcán que siempre está malhumorado (técnicamente es un volcán complejo, una caldera con múltiples cráteres dentro de la circunferencia del cráter de la cumbre). Lleva activo al menos los últimos 23.000 años, sin parar de soltar vapor, escupiendo lava en erupciones estrombolianas, y ocasionalmente estallando en una gran erupción. La más reciente, en 2006, hizo que corriesen ríos de lava por las laderas de la montaña, y en 2010 cubrió la capital de cenizas. Y a principios de 2014 el Pacaya empezó a ponerse de mal humor otra vez ―vomitó ceniza y gases mientras nuevos cráteres dejaban salir la lava.
La idea es acercarse a este mastodonte de fuego, que no es tan peligroso como pueda parecer, aunque por supuesto la seguridad nunca está garantizada cuando se trata de un volcán. Varios touroperadores organizan viajes a la caldera, y algunos incluso permiten acampar durante la noche, con la posibilidad de ver de cerca fieras erupciones estrombolianas desde la tienda de campaña. Es una subida rápida y fácil, pero inclinada y a gran altura, así que podría faltarte un poco el aire durante el ascenso. Y seguro que se te corta la respiración cuando llegues allí arriba y veas a tus pies los ríos de lava derretida.
Nivel de peligro: El itinerario de subida no da miedo de por sí, pero no deja de ser un volcán activo que tuvo su última gran erupción en 2013 y un pequeño paroxismo en enero de 2014, así que infórmate bien sobre los últimos datos de monitorización, y ten cuidado dentro del cráter, sobre todo junto a las fumarolas. La compensación es que podrás ver la actividad de un cráter desde cerca, y es un espectáculo impresionante.
Más fácil: no tendrás que preocuparte del mal humor de la madre naturaleza, aunque sí agradecerás la escolta policial obligatoria (para evitar robos) hasta lo alto del Cerro de la Cruz, la colina con la gran cruz que domina la ciudad de Antigua.
Fotografía de Raoul Manten, Getty Images
Perfecto para: Quienes busquen un poco más de acción en medio de la aventura arqueológica
Distancia: 360 metros en vertical
La subida al Machu Picchu, las ruinas incas de los Andes peruanos que fueron abandonadas hace quinientos años, ha sido descrita y alabada en innumerables artículos sobre viajes y caminatas. Y el destino está, como es lógico, lleno de turistas que buscan la espiritualidad de las alturas, algo que tampoco extraña, ya que estas ruinas, Patrimonio de la Humanidad, son uno de los yacimientos arqueológicos más importantes y aún sagrados del mundo. Además, se alza en un punto espectacular de la que parece ser la columna vertebral del mundo. El gran poeta Pablo Neruda escribió sobre el lugar: “En ti, como dos líneas paralelas / la cuna del relámpago y del hombre / se mecían en un viento de espinas”. ¿Quién no querría conocerlo?
A pesar de su fama, la ruta inca que lleva hasta el Machu Picchu no es emocionante de por sí, dependiendo de cómo se haga, y muchos se apuntan a una de las visitas guiadas que se ofrecen. Tal vez te cueste respirar por la altura y el ascenso, y tendrás que subir miles de escalones de piedra, pero no da miedo. Huayna Picchu sí. Este icónico pico con forma de pirámide mide 2.700 metros (trescientos más que el Machu Picchu) y para subir a él hay que hacer un ascenso difícil que incluye cornisas expuestas, subir por rocas que sobresalen del acantilado con solo el abismo por debajo, cables a los que hay que asirse, y escalones de piedra resbaladizos. Pero vale la pena por las vistas de las ruinas y de los Andes. Las ruinas de la cumbre corresponderían con el puesto del sumo sacerdote de Machu Pichhu, que se cree que saludaba al sol desde ese mismo punto.
Nivel de peligro: Huayna Picchu, que también se escribe Wayna Picchu, es difícil y puede haber consecuencias graves o mortales si te caes en un mal sitio. Por suerte, solo se permite la subida de cuatrocientas personas al día, lo que reduce un poco la congestión. Eso también significa que bastante gente consigue llegar a la cima, así que en realidad es más divertido que peligroso.
Más fácil: olvidarse del Huayna Picchu y seguir alguna de las muchas rutas que llevan al Machu Picchu es suficiente aventura para la mayoría. Prueba la ruta de Ancascocha, menos conocida.
Fotografía de Guillaume Flandre, National Geographic Your Shot
Perfecto para: Peregrinos y temerarios
Distancia: 12 kilómetros desde la puerta hasta la cima del Pico Sur
El recorrido por precarios tablones que cuelgan sobre el vacío que lleva a lo alto del Monte Huashan, en China, ha protagonizado varios videos virales y aparece en un montón de listas de ascensos peligrosos. Pero en realidad es algo más que eso. Ese tramo peligroso que parece haber sido construido por unos chapuzas es solo una pequeña parte del inmenso Huashan, que es la cumbre más occidental de las Cinco Grandes Montañas chinas (cada una de ellas lleva el nombre de su punto cardinal y un pico central), antiguos centros de peregrinación sagrados del taoísmo que siguen atrayendo a viajeros y turistas que quieren visitar sus templos. Huashan no es una sola cumbre, sino un complejo de cinco picos principales ―el más alto de ellos es el Pico Sur, con 2160 metros, que a su vez consta de tres subpicos. El ascenso es de locos, lleno de escalas, tablones estrechos, cables y escalones tallados en la piedra, todo ello casi colgando en el aire. Se puede alquilar un equipo tipo vía ferrata para ir más protegido.
Ascender al Huashan es adentrarse en la historia espiritual de la montaña y de la propia China. Durante milenios, antes de que existieran teleféricos y llegasen hasta aquí las hordas de turistas, el ascenso al Huashan tenía que ser difícil, para poner a prueba al peregrino que quería encontrar el camino (o el Tao). A cada una de las cumbres de granito se llega por una ruta distinta (y a dos de ellas en teleférico) o mediante una nueva ruta circular. Eso sí, aunque ahora ya no hace falta pasar por el peligrosísimo Chang Kong Zhan Dao para llegar a la cumbre, eso no significa que las otras rutas sean fáciles. A menudo hay que subir por escalones extremadamente empinados y aferrarse a rejas de metal en las que hay cientos de candados que han dejado ahí parejas y familias como amuleto de amor y buena suerte.
Nivel de peligro: El Chang Kong Zhan Dao es peligroso de verdad, incluso con equipo de seguridad. Al resto de la montaña acceden miles de turistas (el récord fueron 47.000 visitantes en un solo día en 2013) en distintos niveles de forma física, así que deberías ser capaz de llegar a la cima aunque no quieras pasar miedo. En 2014, el gobierno chino abrió una nueva ruta para facilitar la visita a los cuatro picos, y puso en marcha un centro de mando que costó más de ocho millones de dólares, destinado a monitorizar las rutas con cámaras y evitar que se congestionen.
Más fácil: Muchos visitantes suben hasta el Pico Este a oscuras para ver el amanecer. No es fácil, pero ni de lejos tan duro como el Chang Kong Zhan Dao. Y por supuesto, la forma más fácil de llegar a la cumbre es subiendo al teleférico hasta el Pico Norte (Yuntai Feng) o al Pico Oste (Lian Hua Feng), desde donde se puede acceder a itinerarios que llevan al resto de las cumbres, si se desea.
Fotografía de Vivian Lee
Perfecto para: Emociones con vistas cerca de una gran ciudad
Distancia: 4 kilómetros ida y vuelta
Ciudad del Cabo podría ser la ciudad más bonita del mundo: un urbe situada a los pies de los impresionantes acantilados de la Montaña de la Mesa, con un clima mediterráneo y olas perfectas para el surf, en el extremo más meridional de África. Una de las mejoras maneras de disfrutar de la ciudad es caminar desde el centro hasta la cima de Lion’s Head, o Cabeza de León, un pico prominente desde el que se domina toda la ciudad. Aunque forma una torre separada de la masa principal de la Montaña de la Mesa, la Cabeza de León estuvo conectada a ella en el pasado. Con el paso del tiempo, la erosión ha aislado a este bloque de 669 metros, que ahora ejerce como centinela de la ciudad.
La de Cabeza de León es en general una ruta panorámica, aunque un poco agotadora (asciende seiscientos metros en algo más de un kilómetro y medio). Para llegar al bloque de la cima hay que trepar por una serie de cadenas y escaleras de madera por la roca vertical. No es difícil, pero es mejor no caerse. Después del subidón de adrenalina, tómate un tiempo para disfrutar del lugar. La vegetación de la zona está formada por fynbos, que en afrikaans hace referencia a la flora endémica, los arbustos y flores silvestres que solo se encuentran aquí (el té rooibos se obtiene de algunas de estas plantas). Y cuando hace buen día, la suave brisa del mar alivia los sobresaltos de la subida. La tradición local consiste en subir a la Cabeza de León cuando hay luna llena, para que sea aún más emocionante, y así disfrutar de la pálida luz reflejada en las olas del Atlántico, a un lado, y en la Montaña de la Mesa, al otro, con las luces de Ciudad del Cabo a los pies.
Nivel de peligro: mucha gente sube todos los días, pero eso no significa que no sea peligroso. Atrévete solo con las cadenas y travesaños que llevan a la cumbre si estás cómodo con la exposición ―la única protección consiste en colgarse de esas piezas de metal. Ha muerto gente aquí. En 2012 se cambiaron las cadenas, y ahora son un poco más seguras.
Más fácil: Hay una ruta alternativa más fácil para llegar a la cumbre de la Cabeza de León. Es menos emocionante, pero mucho más seguro (sobre todo si escalas de noche con luna llena).
Fotografía de Heiko Meyer, LAIF/REDUX
Perfecto para: Observar una de las selvas con más biodiversidad del planeta desde las copas de los árboles
Distancia: 350 metros
El Parque Nacional de Kakum, creado en 1992 por gente de la zona preocupada por conservar la belleza virgen de la densa selva de Ghana, atrae a cada vez más turistas. Los visitantes acuden con la esperanza de conseguir ver a alguno de los extraños animales del lugar. Los elefantes africanos recorren el bosque, civetas y leopardos cazan en la oscuridad de la noche, bongos y pequeños antílopes buscan comida entre los árboles. Las copas de los árboles de Kakum son el hogar de los colobos y los cercopitecos de Roloway, que están en peligro de extinción. Y doscientas especies de aves y quinientas cincuenta especies de mariposas vuelan entre las ramas. ¿La mejor forma de conocer este paraíso? Paseando por el cielo.
El paseo por las alturas de este parque, construido en 1995, está formado por el único puente colgante de este tipo que existe en África, y une siete árboles gigantes mediante una serie de redes flotantes y pasarelas que cuelgan a unos treinta metros del suelo. Esta ruta colgante tiene la anchura justa para poder caminar por ella. En medio tal vez te sientas como un habitante de las alturas, balanceándote suavemente de un lado a otro en medio de las ramas, con los depredadores bien lejos, en el suelo. No está garantizado que vayas a ver animales durante el paseo (aunque si tienes suerte y guardas silencio es muy probable que lo consigas), así que si lo que quieres es asegurarte de que vas a ver la fauna de cerca, visita el Monkey Forest Resort, un santuario privado que está en la zona. Por el bien de la selva, para hacer el recorrido es obligatorio ir acompañado de un guía del parque, que es un plus, porque son gente que sabe mucho sobre la flora y la fauna de la zona y lo que hay que hacer para protegerlas.
Nivel de peligro: Salvo que tengas miedo de las alturas, es una forma agradable de conocer la selva.
Más fácil: Si estar en las alturas no es lo tuyo, también puedes dar un paseo a ras de suelo, partiendo del centro de visitantes. Al igual que en la ruta colgante, hay que ir acompañado por un guía.
Fotografía de Matt Griggs, Alamy
Perfecto para: La ruta más corta hasta la cumbre de la montaña más alta de Malasia
Distancia: 365 metros en vertical
El Monte Kinabalu, que se levanta en medio de la selva de Borneo con sus 4.095 metros, no solo es la montaña más alta de Malasia, sino que es la número veinte en la lista de montañas más prominentes del mundo ―llega hasta esa altura directamente desde el nivel del mar, una prominencia similar a la de picos más altos como el Monte Rainier y el K2. Esta montaña granítica también ofrece algo poco común: un entorno alpino cerca del Ecuador. En los prados de la cima se encuentra la mayor concentración de flora endémica del planeta, incluyendo la mayor concentración del mundo de orquídeas salvajes.
La subida a este monstruo es dura siempre, pero la forma más divertida de llegar arriba es mediante la que según el parque es la vía ferrata más alta del mundo. La ruta es divertida de verdad. Sube directa por acantilados muy empinados, cruza puentes colgantes, y exige buen temple para subir aferrándose a peldaños de metal clavados en la pared de roca, sin nada más que el aire alrededor.
Nivel de peligro: aunque ofrece un montón de momentos que cortan la respiración con alta exposición, no es una vía ferrata especialmente difícil ni peligrosa. Está calificada como AD, “Assez Difficile” o bastante difícil, según el sistema francés, y como 3 en el sistema Fletcher/Smith. Mountain Torq, la empresa que lleva los tours de la vía ferrata, hace de guía y exige que los participantes tengan como mínimo diecisiete años. El cambio de altitud también puede ser duro. La mayoría de la gente se toma dos días para completar la escalada.
Más fácil: no es obligatorio seguir la vía ferrata para llegar a la cumbre del Monte Kinabalu. Tanto la ruta Timpohon (8 kilómetros ida y vuelta) como la Mesilau (12 kilómetros ida y vuelta) te llevarán hasta Laban Rata, a 3.272 metros. Desde allí, los más intrépidos pueden tomar la ruta estándar hasta la cumbre, un itinerario difícil de 5,8 kilómetros y ochocientos metros en vertical en el que hay que sortear cornisas y escalas. También hay una versión más fácil de la vía ferrata, llamada Walk the Torq, calificada como PD o “poco difícil”, en el sistema francés, que también llega a la cima. En todos los ascensos y rutas hay que llevar un guía.
Fotografía de Christian Kober, Corbis
Perfecto para: Quienes quieran caminar por el Himalaya en invierno
Distancia: 73 kilómetros ida y vuelta
Cuando llega el invierno a la región india de Ladakh, o “Tierra de los pasos elevados”, en el Himalaya, solo hay una manera de viajar desde las solitarias aldeas de montaña del valle del Zanskar hasta la capital de la región, Leh: recorrer a pie una garganta oscura y profunda a través del hielo del propio río Zanskar (“chadar” significa “el helado manto blanco”). Esa es la esencia de esta ruta extrema que distintas empresas comercializan en forma de viajes de entre nueve días y tres semanas, en los que se viaja río arriba hasta el monasterio budista de Karsha, dentro del valle, y después se regresa. El chadar es sólido en casi todas partes, aunque un río helado nunca es fiable, y en algunos puntos puede llegar a romperse y dejar salir unas aguas gélidas y rápidas, lo que exige arduos rodeos sobre nieve y rocas resbaladizas. La temperatura media es de bajo cero, y puede llegar a bajar hasta los –30 durante la noche. Durante la ruta los caminantes duermen en cuevas, igual que los porteadores locales que durante siglos han transportado mercancías (antes casi siempre mantequilla, que había que trasladar cuando hacía frío). Es un viaje que exige compromiso, ya que no hay ningún sitio a donde ir ―los senderos y carreteras están cerrados en invierno.
A pesar de peligro y las temperaturas gélidas, esta ruta por la cabecera el poderoso río Indo ofrece compensaciones importantes. Por un lado está la propia belleza cambiante del chadar, y por otro el estremecedor silencio de estas gargantas del Himalaya durante el invierno. Están las cascadas heladas. Están las aldeas de Zanskar y la posibilidad de caminar con sus habitantes, que siguen esta ruta desde hace generaciones (tal vez sientas un pinchazo de culpa, porque ellos te adelantarán con su ropa tradicional mientras tú pasas apuros con tejidos de alta tecnología). Si juntas todo eso, vale la pena enfrentarse al hielo.
Nivel de peligro: Sencillamente, la ruta de Chadar es una expedición de invierno al Himalaya. El hielo del río se puede romper y puede haber otros peligros, pero el más grande es el frío. Dicho esto, poca gente visita en invierno las montañas más altas del mundo, y hay algo básico y elemental en pasar varios días caminando por un río helado y cambiante sin ninguna otra salida.
Más fácil: No tienes por qué recorrer la región de Ladakh y el valle del Zanskar en invierno. Una ruta de tres semanas en una estación más cálida, recorriendo diez pasos de montaña y un paisaje abierto y elevado, desde el monasterio de Lamayuru hasta la aldea de Darcha, presenta otras dificultades, pero no los peligros del chadar.
Fotografía de Thomas Boehm, Age Fotostock/Alamy