Polinesia Francesa
Publicado 9 mar 2022, 11:48 CET

Una bailarina tradicional realiza su espectáculo para los turistas del pueblo Tiki en Moorea, parte del archipiélago de Sociedad. El turismo es la principal esperanza de autonomía económica de la Polinesia Francesa, y una estrategia es atraer a algunos de los millones de turistas que Hawái alberga anualmente.
Fuente: «Polinesia francesa: Nuevos rumbos», junio de 1997, National Geographic magazine.
Fotografía de Jodi Cobb
Olas perezosas besan la barrera de coral que rodea a Bora-Bora, un antiguo volcán sumergido a 260 kilómetros al noroeste de Tahití. Con playas blancas como el azúcar ribeteando su laguna azul eléctrico, la isla se ajusta a la imagen que todos tienen de un paraíso en los Mares de Sur, pero no así a todos los bolsillos: una choza de paja frente al mar puede llegar a costar 700 dólares la noche.
Fuente: «Polinesia francesa: Nuevos rumbos», junio de 1997, National Geographic magazine.
Fotografía de Jodi Cobb
Con fuertes brazos y almas solícitas, los tahitianos transportan a tierra a turistas franceses tras un crucero por la laguna en una canoa. Pero la hospitalidad se ha tornado en hostilidad entre muchos isleños para quienes el peso de la dominación francesa supera los aspectos positivos.
Fuente: «Polinesia francesa: Nuevos rumbos», junio de 1997, National Geographic magazine.
Fotografía de Jodi Cobb
Feligreses con sus galas de domingo escuchan un acalorado sermón con la ayuda de abanicos de mano en Papete (Tahití), la húmeda capital de la Polinesia Francesa. Los devotos se sientan en grupos de su mismo sexo, mezclando sus voces en los enardecedores himenes, los himnos al estilo tahitiano. Tan transportador resulta el sonido que, nos jura un oyente, «te levanta de tu asiento».
Fuente: «Polinesia francesa: Nuevos rumbos», junio de 1997, National Geographic magazine.
Fotografía de Jodi Cobb
Estimulados por su pasión por la danza, estos bailarines de antorchas tahitianos representan un espectáculo candente en un complejo vacacional junto a la playa. Casi extinguida durante el siglo XIX debido a la desaprobación de los misioneros, la danza tahitiana se ha recuperado mediante un renacer de la cultura nativa, y por el apetito de los turistas por el espectáculo.
Fuente: «Polinesia francesa: Nuevos rumbos», junio de 1997, National Geographic magazine.
Fotografía de Jodi Cobb