Benny Lam nos ofrece una nueva perspectiva de las «casas ataúd» de Hong Kong
Publicado 5 nov 2020, 7:25 CET
Se estima que 200.000 residentes en Hong Kong viven en alojamientos inadecuados, según la Sociedad para la Organización Comunitaria (SoCO).
Las «casas ataúd» son habitáculos minúsculos, ocupados por las personas más pobres de la ciudad.
Los inquilinos varían en edad y sexo, pero todos ellos tienen en común la incapacidad de poder permitirse un pequeño cubículo, que les permitiría tener más espacio para levantarse.
El esplendor superficial de Hong Kong esconde a las 200.000 personas privadas de las mejoras sociales de la ciudad.
Estas fotografías han sido sacadas para la SoCO, una ONG que lucha por cambios en las políticas y por estándares de vida decentes en la ciudad.
Los residentes se ven obligados a ser creativos a la hora de almacenar sus cosas en un espacio limitado.
Ah Tin vive en una cama de 1,11 metros cuadrados, rodeado de hileras de alambres. La tristeza ha destruido su apetito, por lo que apenas come.
El señor Leung es uno de los pocos habitantes de estas «jaulas» que lee con frecuencia. Ha mantenido una serie de trabajos temporales durante toda su vida. Sin embargo, ahora es demasiado viejo para conseguir un empleo, así que pasa sus días leyendo para escapar del mundo de miseria y pobreza que le rodea.
«Todavía estoy vivo, pero estoy rodeado de tablas de ataúd», dice uno de los inquilinos de las «casas ataúd» de Hong Kong.
Los residentes empobrecidos tienen escasas alternativas a vivir en estos espacios extremadamente estrechos.
Un piso de 35 metros cuadrados puede subdividirse para acomodar casi 20 espacios cerrados de dos pisos para camas.
Muchos de los habitantes de estas casas ataúd se despiertan cada día para enfrentarse a la cruel realidad de que el brillo y la prosperidad de Hong Kong se encuentran fuera de su alcance.
Durante los últimos 10 años, el número de casas ataúd fabricadas con malla metálica ha descendido, pero estas han sido remplazadas por camas cerradas con tablas de madera.
La proximidad entre estas unidades subdivididas hace de la privacidad y del sueño profundo unos lujos que nadie puede permitirse.
El señor Wong, de más de 60 años, conserva todavía una cabeza llena de pelo negro. Para pagar su carísimo alquiler, trabaja en obras todos los días. En su tiempo libre, trabaja voluntariamente para ayudar a gente sin hogar.
Irónicamente, estas unidades subdivididas son ilegales en Hong Kong.
Estos miembros de la familia Li Chong (padre e hijo) son japoneses. Ambos son muy altos y tienen dificultades a la hora de moverse en su diminuto cubículo.
Este cubículo de 4,5 metros cuadrados es un espacio con varias funciones para la familia Leung: es su dormitorio, su comedor y su cocina.
Organizaciones como la Sociedad para la Organización Comunitaria (SoCO) intentan combatir estas horribles condiciones de vida.