
Gregorio, uno de los habitantes del colectivo Far West. Hay 50 colectivos diseminados en la zona en pequeños grupos separados de entre 4 y 10 personas.
Fotografía de Kevin FaingnaertAlgunos zadistas viven en campos, en el bosque o en granjas abandonadas, en casas que han construido ellos mismos como esta cabaña en el colectivo 100 Noms.
Fotografía de Kevin FaingnaertUna senda con barricadas es una de las entradas a la ZAD en Notre Dame des Landes, Francia.
Fotografía de Kevin FaingnaertUn árbol decorado con un cráneo y unas astas cerca de la entrada del colectivo Far West en el bosque. Se ha construido para ahuyentar a la policía y a los periodistas, según Faingnaert.
Fotografía de Kevin FaingnaertSchopy, el habitante más anciano de la ZAD.
Fotografía de Kevin FaingnaertDentro de la cocina comunitaria del colectivo Maquis.
Fotografía de Kevin FaingnaertAlex cavó a mano esta cueva de barro, que cuenta con un pozo de casi 1 metro.
Fotografía de Kevin FaingnaertIris vive cerca de Notre Dame des Landes y viene a ayudar al lugar de protesta de la ZAD tanto como le resulta posible.
Fotografía de Kevin FaingnaertLa recepción de la ZAD en La Rolandière, donde los visitantes primerizos pueden recibir más información sobre la ZAD. En la pared hay un mapa que muestra la zona ocupada y los diferentes colectivos en el territorio.
Fotografía de Kevin FaingnaertLa cabaña de Evan.
Fotografía de Kevin FaingnaertBran es un exarquitecto y ayuda a construir las cabañas de la comuna.
Fotografía de Kevin FaingnaertLas entradas desde la carretera principal están rodeadas de barricadas construidas con ruedas, planchas de metal y vehículos. La gente que viene a pie, en bicicleta o en pequeños vehículos puede entrar, pero no los vehículos más grandes.
Fotografía de Kevin FaingnaertUna cabaña de madera ocupada por Beatrix, la única mujer estadounidense que vive en la ZAD.
Fotografía de Kevin FaingnaertMathilde lleva una semana visitando la ZAD. Quiere saber si podría vivir aquí.
Fotografía de Kevin FaingnaertUna bandera pirata ondea sobre una torre de vigía improvisada construida por uno de los colectivos.
Fotografía de Kevin Faingnaert