Bután, el país sin emisiones de carbono
Publicado 11 abr 2018, 14:50 CEST
Tshering Om, de 43 años, ordeña un yak en el campamento de verano de su familia. El glaciar Masangang aparece en el fondo. Pasan cinco meses al año aquí, lejos de su ciudad natal, Laya. Recientemente, los glaciares se han ido derritiendo rápidamente y decreciendo, y la familia está preocupada por la carencia de recursos hídricos en el futuro.
Tshering, pastor nómada de yaks de 50 años, lleva a cabo un ritual mensual en el que derriba a los yaks macho y les echa sal en la garganta. Se cree que esta práctica mantiene la fuerza de sus cuerpos. Tshering posee 40 yaks, 20 de los cuales son machos.
El deporte nacional de Bután es el tiro con arco. Jóvenes y adultos disfrutan de este pasatiempo. Aquí, unos niños practican disparando flechas de bambú durante su semana de vacaciones en julio.
Tres hombres descansan durante una competición local de tiro con arco en Paro. De izquierda a derecha: Pema (sus amigos lo llaman «roca») trabaja en un hospital local, Bona trabaja en el Museo Nacional de Bután y Dawa tabaja para la oficina forestal del distrito.
Estas banderas blancas representan las almas de los muertos en Gasa, Bután.
En Gasa, Bután, los monjes juegan al voleibol contra la policía local.
Karma Tenzin, de 15 años, es un estudiante de instituto de Laya. A diferencia de sus padres, pastores nómadas de yaks, Karma quiere ser ingeniero y trabajar en la capital de Bután, Timbu
Los abetos crean una densa cubierta forestal en este bosque de Bután. La constitución de Bután garantiza que el 60 por ciento de los bosques del país permanecerán protegidos.
Dos agricultoras se toman un descanso de su trabajo en un campo de arroz en Laya para hacer una llamada. Laya se conectó a la red eléctrica por primera vez el año pasado. La conexión ha sido bien recibida, ya que la siguiente localidad está a varios días a pie.
Sonam, de 20 años, teje un paño hecho de pelo de yak y lana de oveja. Es una tarea que suelen realizar las mujeres y que se transmite de madres a hijas. Además de tejer para su familia, Sonam vende sus trabajos manuales.
Karma Yangchen, de 6 años, acaba de empezar a estudiar.
La única tienda de Laya es también uno de los lugares de reunión más populares. Los niños juegan a un juego llamado «carom», de la India.
Tshering prepara la madera en su campamento de verano cerca del glaciar Masangang. No está seguro de si sus hijos seguirán el arraigado estilo de vida nómada de pastoreo de yaks de su familia. La vida está cambiando a gran velocidad en Laya, y algunos prefieren trabajar en oficinas en lugar de en el campo.
Una mujer de Laya lleva a su hija a la espalda.