Las víctimas de un sacrificio chimú de hace más de 500 años
Publicado 26 abr 2018, 11:48 CEST

Los lugareños alertaron al arqueólogo Gabriel Prieto del lugar del sacrificio en 2011, señalando que había huesos humanos sobresaliendo de las dunas alrededor de sus casas.
Muchas de las 200 llamas sacrificadas están tan bien preservadas que, 500 años después, los investigadores han podido recuperar las cuerdas con las que las ataron, contenidos estomacales y restos de plantas atrapados en su pelo.
Muchos niños exhiben pruebas de que sus rostros fueron untados con un pigmento rojo antes de morir. Los análisis de ADN indican que sacrificaron tanto a niños como a niñas.
Una joven llama (izquierda) y un niño fueron enterrados en la misma fosa, un fenómeno habitual en Las Llamas, pero un hallazgo generalmente inusual en los Andes precolombinos.
Un niño parece meterse la mano en la boca con los restos de una llama dispuestos en torno a su cráneo.
Muchos de los sudarios de algodón que envolvían a las víctimas están bien conservados. La datación por carbono determinó que son de entre el 1400 y el 1450 d.C.
Tanto niños como llamas fueron traídos hasta la costa desde rincones lejanos del Imperio chimú para ser sacrificados, según los estudios isotópicos preliminares y el análisis de la modificación craneal.
