
Borisov y sus hijos Andrey, Ustina y Maxim descansan de trabajar en los campos.
Fotografía de Emile DuckeUn niño cerca de un contrafuego que la comunidad usó para mantener bajo control un incendio forestal de 2016.
Fotografía de Emile DuckeEn el cementerio, ubicado a las afueras de AIdara, cruces de tres travesaños de la Iglesia rusa ortodoxa marcan cada tumba.
Fotografía de Emile DuckeAlexandra Lobanova, Sergey Lobanov y su hija Katya frente a su casa. Una escuela pública proporciona cuatro años de educación en Aidara. Una vez los estudiantes terminan su educación, los padres como los Lobanov deben decidir si sus hijos estudiarán en casa o si les enviarán a internados.
Fotografía de Emile DuckeA Aidara solo se puede llegar en barco por el río Ket. El asentamiento más cercano está a tres horas río abajo, y las familias viajan para recoger suministros de los que no disponen en Aidara.
Fotografía de Emile DuckeAntonina Borisova y Stepan Borisov en su casa, vestidos con su ropa de oración tradicional. No hay iglesia en Aidara, por eso las familias suelen tener una habitación dedicada a la oración donde ellas y sus vecinos pueden celebrar ceremonias juntos.
Fotografía de Emile DuckeLos aldeanos vigilan un contrafuego con el que luchan contra un incendio forestal para asegurarse que no cambie de dirección hacia la aldea. Los habitantes de Aidara tardaron varios días en controlar el incendio forestal.
Fotografía de Emile DuckeAunque no llegó a la aldea, el incendio destruyó parte de las reservas de madera que usan los viejos creyentes durante el invierno, así como los campos donde recogen bayas.
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