El padre Jevgeni, un sacerdote de 85 años de los «medio creyentes», ha oficiado e la iglesia de Varvara —ahora en el lado ruso de la frontera— durante los últimos 40 años. Pero lleva siendo sacerdote mucho más tiempo. «Ahora harán 70 años desde que me oficié», cuenta. «Empecé hace 40 años en la iglesia de Varvara porque era el único que podía hacerlo en estonio. Entonces, la mitad de la iglesia eran setos, y su coro cantaba en estonio, se rezaba en estonio. Pero hoy en día ya no tiene ningún sentido oficiar en estonio». En el lado ruso de la frontera, hay pocos setos que hablen estonio.
Fotografía de Jérémie JungTransportan un icono alrededor del monasterio de Pechory el día de la Dormición de la Madre de Dios. Tanto civiles como miembros del ejército ruso se reúnen para proteger el icono mientras los fieles lo contemplan, un grupo que incluye setos de ambos lados de la frontera, así como creyentes rusos ortodoxos.
Fotografía de Jérémie JungLa víspera de la celebración rusa ortodoxa conocida como la Dormición de la Madre de Dios, los creyentes tejen una alfombra de flores sobre un icono que será transportado alrededor del monasterio de Pechory al día siguiente. Esta celebración, en el lado ruso de la frontera en Pechory, es importante por igual para ortodoxos y setos.
Fotografía de Jérémie JungEn las colinas con vistas al monasterio de Pechory, en el lado estonio de la frontera, Aarne Leima, exvicerrey del reino seto, se encuentra junto a una representación de madera del dios seto Peko. Se cree que un vicerrey y una vicerreina, elegidos cada año, se comunican con Peko a través de sus sueños y deben transmitir los mensajes a los setos. Han pasado más de dos décadas desde que la división de Setomaa por la frontera ruso-estonia hizo que los setos declarasen Setomaa su reino y a Peko su rey.
Fotografía de Jérémie JungCerca de Saatse, Estonia, la frontera entre Rusia y Estonia atraviesa el medio de este lago, donde los bañistas juegan a la pelota y se divierten.
Fotografía de Jérémie JungEn un caluroso día de verano, un artista pinta el monasterio ruso ortodoxo de Pechory, que para los setos es el lugar de descanso de Peko.
Fotografía de Jérémie JungMarika Keerpalu, con un traje tradicional, recibe a un grupo de visitantes de Mordovia, Rusia, en una pequeña galería de arte en el lado estonio de la frontera. Los visitantes hablan un idioma denominado erzya, similar al seto. Marika está casada, ya que lleva la cabeza cubierta. Aquí la vemos sentada bajo un cuadro de Hilana Taarka, una mujer seto de principios del siglo XX, famosa por sus cantos irreverentes.
Fotografía de Jérémie JungEste pasaporte pertenecía a la difunta bisabuela de una familia de origen seto en el lado ruso de la frontera. Se remonta a la época de entreguerras, cuando Estonia se declaró la República Independiente de Estonia. El pasaporte se emitió el 13 de abril de 1926. Hoy, solo viven en Rusia unos 200 setos, aunque dos tercios del terreno de Setomaa están en el lado ruso de la frontera.
Fotografía de Jérémie JungJane Vako, una joven violinista, vive y estudia en Värska, la mayor aldea seto en el lado estonio de la frontera. Dice que no quiere ser como muchos otros jóvenes setos que han abandonado la región para ir a ciudades o localidades más grandes. «Acabo la escuela este año y después quiero ver mundo», afirma. «Es importante. Pero volveré. No sé cuánto tiempo tardaré, pero volveré». Jane explica que necesita quedarse con su gente y que no podría vivir sin los bosques setos. «Paso horas aquí, contemplando las aves».
Fotografía de Jérémie JungLiisi Lõiv en el jardín de sus abuelos en Obinitsa, Estonia, con su traje tradicional nuevo, lleno de colores. Las mujeres seto siempre llevan joyas de plata cuando llevan puestos trajes tradicionales. Cuanto más rica es la familia de la mujer, más plata lleva. Los sonidos del metal han dado pie a un dicho, según el fotógrafo Jérémie Jung: una mujer debe ser oída antes de ser vista.
Fotografía de Jérémie JungUn residente del Distrito Soviético de Obinitsa —cuyo nombre se debe a la arquitectura comunista y a ser la ubicación de una antigua granja colectiva— cuelga la colada.
Fotografía de Jérémie JungEvar Riitsaar, artista seto y artesano de joyería tradicional, descansa en su casa en Obinitsa, en el lado estonio de la frontera, tras un largo día en el frío aire invernal. Riitsaar fue el vicerrey de los setos entre 2003 y 2007. Ahora trabaja como editor jefe de la revista en idioma seto Peko Helüand, y es dueño de una galería junto a su mujer —la poeta Kauksi Ülle—.
Fotografía de Jérémie JungEl padre Viktor Merik oficia el funeral de una amiga de la madre de Eva Riitsaar en Obinitsa.
Fotografía de Jérémie JungEl Paasapäev, o Día de la Transfiguración, es un día sagrado para los setos y los rusos ortodoxos por igual. Tras una misa ortodoxa en Obinitsa, los setos se reunirán en los cementerios para compartir comida con sus ancestros fallecidos y sus seres queridos, como si todavía estuvieran con ellos.
Fotografía de Jérémie JungLa estatua de la lauluima seto, o madre cantora seto, fue creada por el escultor Elmar Rebane y erigida en Obinitsa en 1995. Una lauluima es la cantante principal de un coro leelo seto, que canta canciones polifónicas tradicionales y es considerado Patrimonio Cultural Intangible por la UNESCO. Se dice que la estatua representa a todas las madres cantoras, pero rinde homenaje específicamente a tres famosas cantantes seto: Hilana Taarka, Miko Ode e Irö Matrrina.
Fotografía de Jérémie Jung