
El bailarín Ignacio Reynoso Jiménez se pone su atuendo de tastuán. Elementos indígenas aparecen en la narrativa del ritual —en el que los conquistadores españoles derrotan a los caxcanes rebeldes—, así como en los ritmos y movimientos precolombinos de la danza y en algunas partes del disfraz.
Fotografía de Ramiro Durán RenteríaLos tastuanes se ayudan a atarse las máscaras. Tanto máscaras como disfraces varían de un pueblo a otro. Aquí, en Moyahua, los hombres portan sarapes de rayas y colores vivos.
Fotografía de Ramiro Durán RenteríaLos tastuanes escoltan el ídolo de Santo Santiago desde la iglesia de Moyahua. La datación por carbono reveló que el caballo blanco del icono tiene más de 500 años de antigüedad y lo trajeron del propio culto medieval a Santiago en España. La figura del santo se añadió más adelante en Michoacán, estado fronterizo de Jalisco.
Fotografía de Ramiro Durán RenteríaLa danza de los tastuanes de Juchipila. Uno de los aspectos más complejos del ritual es la representación de los tastuanes como «diabólicos», «malvados» o «bestiales», un legado del uso de la danza por parte de los españoles como táctica de asimilación.
Fotografía de Ramiro Durán RenteríaLos bailarines jóvenes se reúnen en La Estrellita Marinera, la cantina favorita de los tastuanes en Moyahua. Los tastuanes que logran robar la cruz de Santiago en el corredero pueden cambiarla por una botella de tequila que tendrá que pagar Santiago.
Fotografía de Ramiro Durán Rentería