Una gran colonia de murciélagos de la fruta emprende el vuelo desde los árboles donde viven en la aldea de Attienkru, a las afueras de Bouaké, Costa de Marfil. Existen pruebas de que los murciélagos de la fruta podrían estar implicados en la propagación del virus del Ébola a otros animales, que a su vez se lo contagian a humanos.