Hierbas aromáticas

Albahaca (Ocimum basilicum): Cada variedad de albahaca posee un conjunto único de aromas químicos que le aportan su sabor. La albahaca, autóctona de zonas húmedas, no necesita los «pelos» para protegerse del calor y la sequía que otras hierbas aromáticas sí necesitan, por eso sus hojas apenas tienen pelos. Las pequeñas estructuras redondeadas son las glándulas que contienen las sustancias químicas que dan a la albahaca su sabor y su aroma.
Fotografía de Martin OeggerliRomero (Rosmarinus officinalis): El sabor pinoso del romero procede de las sustancias químicas creadas y almacenadas en dos estructuras: globos (en amarillo) y hongos diminutos (en violeta y blanco). La sensación ligeramente peluda del romero en la lengua se debe a los «pelos» que ayudan a la planta a resistir a la sequía.
Fotografía de Martin OeggerliLavanda (Lavandula spp.): Los globos (en amarillo), repartidos por los pelos espinosos de las hojas de lavanda, albergan compuestos que generan el aroma y el sabor que aporta la lavanda a comidas y bebidas. Como ocurre con el romero, los pelos de la lavanda protegen las hojas del brillo del sol y ralentizan la evaporación del agua.
Fotografía de Martin OeggerliSalvia (Salvia officinalis): Los pelos de la hoja han evolucionado para acostumbrarse al clima cálido y seco donde vive la salvia. Las glándulas de las hojas (globos amarillos, algunos en rosa) contienen sustancias químicas que la ayudan a defenderse de los herbívoros. Si arrancas una hoja de salvia, olerás la fragancia que liberan los globitos de sustancias químicas.
Fotografía de Martin Oeggerli