Los secretos mejor guardados de Versalles

Luis XIV, también conocido como Rey Sol por su emblema de Apolo, construyó la lujosa propiedad en un eje este-oeste para seguir el sol naciente.
La Galería de los Espejos —que antes se denominaba Gran Galería— era una de las salas más infames del castillo real. La utilizaban los cortesanos como pasaje y lugar de reunión, mientras que el rey recorría la larga galería de 73 metros cada día para llegar a la capilla.
El salón de Mercurio, cubierto de damasco carmesí, fue originalmente el dormitorio principal del departamento del rey, hasta que la cama se remplazó por varias mesas de juegos. Uno de los casos poco comunes en que el salón recuperó su cometido inicial fue cuando se expuso el cuerpo de Luis XIV para que el público presentara sus respetos.
Aunque se tardaron 20 años en planificar la ópera real de Versalles, se construyó en menos de dos años, ya que debía estar acabada antes de la boda entre Luis el Delfín y María Antonieta. Esta sala lujosa solo se utilizó unas 40 veces antes de la Revolución, en parte porque su uso entrañaba costes elevados; se necesitaban 3000 velas para iluminar el auditorio durante una noche.
El salón de Hércules, el más grande del palacio, tiene paneles de mármol rojo y verde y albergó varios bailes y banquetes, como uno en honor de la hija mayor de Luis XV. Debido a las multitudes y las miles de velas que atestaban la sala aquella noche, tuvieron que romper las ventanas para soportar calor que generaban.
Las decisiones más importantes para el país entre 1682 y 1789 se tomaron desde la residencia real, en el Gabinete del Consejo. Solo el rey se sentaba en el sillón de terciopelo, mientras que el resto de los miembros del consejo se sentaban en banquetas plegables. Durante estas conversaciones, un ujier vigilaba las puertas por si había algún fisgón.
La Orangerie del palacio, de 150 metros de largo y 13 de alto, está llena de naranjos procedentes de Francia, Italia, España y Portugal, y la guarda una estatua de Luis XIV. Según Saint-Simon, la flor del naranjo era el olor favorito del Rey Sol.
Los miles de naranjos, limoneros y granados de Versalles —algunos de más de 200 años— se protegen en la Orangerie durante el invierno y se disponen en patrones geométricos en el parterre durante el verano. Los cortesanos solían regalar sus naranjos a Luis XIV como muestra de cortesía.
La fuente de Latona atravesó varias fases durante más de 20 años hasta convertirse en una fuente dedicada a la madre de Apolo. Todas las demás fuentes de la propiedad dependen de Latona para abastecerse de agua.
La Cámara de la Reina se ha restaurado para que tenga el mismo aspecto que cuando María Antonieta huyó de Versalles en octubre de 1789 por la puerta secreta de la habitación. La seda de flores de las paredes y la paleta de colores claros —que cambiaban según la estación del año— reflejan su decoración de verano, aunque por aquel entonces era otoño.
Madame Victoire, una de las ocho hijas de Luis XV, vivió en el palacio hasta la Revolución. Esta habitación de mobiliario llamativo y cortinas de tafetán, que antes formaba parte de los baños de Luis XIV, se convirtió en el dormitorio de la princesa en 1769.
Esta puerta doble es la entrada al primer piso de la Capilla Real y por ella accedía el rey desde sus aposentos. Aunque los dignatarios y otros miembros de la realeza acudían a las misas desde las galerías laterales, la galería principal con vistas al órgano y el altar estaba reservada para el rey y su familia.
En el lado opuesto de los aposentos de las amantes, las habitaciones tienen vistas al patio de los Ciervos, una zona amurallada donde Luis XV colocó esculutras de ciervos en honor a su pasión por la caza.
El salón de Diana, apodado la “sala de los aplausos”, solía albergar una gran mesa de billar para Luis XIV, a quien se le daba bien jugar, algo que hacía cada noche después de cenar por órdenes del médico.
Luis XIV y su familia cenaban ceremoniosamente en esta sala cada noche a las 10 p.m. rodeados de los cortesanos. Aunque la tradición fue desapareciendo poco a poco, Luis XVI y María Antonieta la restablecieron con cenas semanales cada domingo acompañadas de música en directo.
La alcoba simple pero elaborada de la marquesa incluye tapices de seda verde y muebles innovadores, como la mesa mecánica de estilo Borgoña en el centro de la habitación.
En los apartamentos de las queridas estaba esta elegante biblioteca con vistas al Patio Real. Cuando la última amante de Luis XV, Madame du Barry, vivió aquí, tenía a su loro en esta jaula decorada con flores de porcelana y su propio escudo de armas.
La intrincada decoración de la Biblioteca de la Reina con tonos verdes y amarillo dorado servía para exhibir los libros de la colección privada de María Antonieta. Aunque las puertas están cubiertas de encuadernaciones falsas, los pomos grabados de los cajones incluyen el emblema de la Casa de los Austrias.
Aunque Luis XV utilizaba el Pabellón del Parque de los Ciervos como "piso de soltero", sus queridas favoritas solían vivir en habitaciones del palacio a las que podía acceder fácilmente por una escalera privada. El Gran Gabinete de Madame de Pompadour estaba decorado con damasco rosa, uno de los colores favoritos de la marquesa.
