Fotografías del primer programa espacial estadounidense (1)

La artista de Chrysler Aerospace Cecelia Bibby pinta «Friendship 7» en la cápsula Mercurio del astronauta de la NASA John Glenn. Todos los astronatuas eligieron los nombres de sus cápsulas; Glenn fue más allá e insistió en que la persona que desarrolló el diseño gráfico la pintara personalmente. Fue una decisión polémica, ya que rara vez permitían que las mujeres entraran a la plataforma de lanzamiento.
Los astronautas del Programa Mercurio durante los ejercicios de supervivencia en la Base de la Fuerza Aérea Stead en Nevada. Desde la izquierda: Gordon Cooper, Scott Carpenter, John Glenn, Alan Shepard, Virgil 'Gus' Grissom, Walter 'Wally' Schirra y Donald 'Deke' Slayton. La buena forma física era un requisito fundamental para el programa de astronautas; Clayton (derecha) sería el único de los siete que no volaría en este programa, ya se quedó en tierra antes de su vuelo porque tenía el pulso irregular. Más adelante, volaría en el programa Apolo.
Un diagrama de la cápsula Mercurio. Se realizaron modificaciones con el transcurso del programa, pero los aspectos básicos perduraron: siempre fue muy estrecha. Las cápsulas Géminis posteriores tendrían capacidad para dos personas y la cápsula Apolo, para tres. Todas se montaron en la parte delantera de un cohete por etapas; un diseño refinado gradualmente hasta el cohete Saturno V, que llevaría a los humanos a la Luna.
El astronauta John Glenn examina el logo del nombre «Friendship 7» que se pintará en la parte exterior de su cápsula Mercurio. Todos los astronautas pusieron el nombre a sus cápsulas y el sufijo 7 se debía a las siete misiones programadas.
El 5 de mayo de 1961, el astronauta de la NASA Alan Shepard –a bordo de su cápsula «Freedom 7»– se convirtió en el primer estadounidense en el espacio. Su vuelo histórico, ilustrado en este diagrama de trayectoria, duró 15 minutos y 28 segundos. Yuri Gagarin, de la URSS, llegó al espacio antes con 23 días de diferencia.
John Glenn dentro del Mercury Procedures Trainer, en Langley, Virginia. Las simulaciones eran fundamentales para el manejo de la nave y el entorno de la cápsula, con los estreses del lanzamiento y la reentrada. Por eso se simulaba cada escenario concebible de antemano.
John Glenn en 1960. En el momento de su primer vuelo orbital en 1962, Glenn tenía 40 años, una edad relativamente avanzada y el límite de edad para entrar en el Programa Mercurio. Se convertiría en el astronauta de más edad que ha ido al espacio cuando voló a bordo del transbordador espacial Discovery en 1998, a los 77 años.
La «computadora» de la NASA Katherine Johnson, que cotejaba las cifras generadas por ordenador para el programa espacial Mercurio. Los ordenadores aún estaban en pañales en la época del programa Mercurio y por eso John Glenn insistió en que Johnson confirmara los cálculos. «Si ella dice que son correctos, entonces estoy listo para irme», dijo una vez sobre el trabajo de Johnson. Más adelante, Johnson trabajaría en el programa Apolo; falleció en 2020.
Los astronautas del programa Mercurio vestidos con sus «trajes Mercurio». Se desarrollaron a partir de unos trajes de para altitudes elevadas de la Marina estadounidense. Eran trajes presurizados de nailon aluminizado y neopreno y tenían que hacerse a medida de cada astronauta. Fila trasera, de izquierda a derecha: Alan Shepard, Virgil 'Gus' Grissom, Gordon Cooper; fila delantera, de izquierda a derecha: Wally Schirra, Donald ‘Deke’ Slayton, John Glenn, Scott Carpenter.
Los astronautas posan con una réplica de las etapas del cohete ensambladas con la cápsula en la punta. El nombre de las misiones Mercurio dependía del cohete que las propulsaba al espacio, como Mercurio-Redstone o Mercurio-Atlas.
Los astronautas del programa Mercurio disfrutaron de cierto grado de fama, que resultaba incongruente para el personal de servicio de la época. Como los primeros astronautas en el nuevo mundo del vuelo espacial, transportaron con ellos las esperanzas de una NASA embrionaria y la ambición de su presidente. El apoyo de los contribuidores fue fundamental, de ahí sus muchas apariciones públicas, como en esta foto del 4 de julio de 1962 en Houston, Texas.
Los astronautas realizan un vuelo de ingravidez simulada en la nave C-131 sobre el Wright Air Development Centre, Ohio, en 1959. El ejercicio, llevado a cabo en compartimento amortiguado mientras la aeronave volaba en una trayectoria parabólica, provocaba periodos de ingravidez. El objetivo de este ejercicio era comprobar si los astronautas podían realizar actividades en gravedad cero y poner a prueba su respuesta física.
Prueba de la cápsula Mercurio en un túnel de viento. La cápsula tuvo que seguir funcionando de forma rigurosa en una serie de maniobras –de soportar la velocidad del despegue a aguantar el calor de la reentrada–, así que se realizaron varias pruebas para perfeccionar el diseño. La reentrada era de especial preocupación; la nuca de los astronautas estaba a pocos centímetros del escudo térmico.
El astronauta Scott Carpenter fija su balsa salvavidas durante un ejercicio de entrenamiento en el agua antes del vuelo Mercurio-Atlas 7 en 1962. Debido a la imprevisibilidad de las condiciones y de los lugares de aterrizaje, se llevaron a cabo amerizajes con paracaídas en todas las misiones de astronautas hasta la llegada del transbordador espacial en los años ochenta.
Ham –el primer chimpancé en el espacio– observa su equipo antes de su lanzamiento en 1961. Ham fue adiestrado para llevar a cabo tareas simples durante su breve misión, lo que demostró que los humanos también podían realizar tareas en el espacio. El uso de animales en la carrera espacial suscitó polémica, aunque principalmente se debía a los animales que no iban a regresar. El más famoso de ellos fue Laika, el perro de la URSS, en 1958. Aunque hubo muchas bajas en el programa espacial estadounidense, la mayoría fueron accidentales y solían ocurrir durante la reentrada o en el amerizaje. Ham (y, más adelante, Enos, que orbitó) regresarían a la Tierra ilesos, al menos físicamente.
Un modelo de cápsula Mercurio en el Spin Tunnel del Centro de Investigación Langley en1959. Se encargaron varias pruebas aerodinámicas para evaluar el comportamiento de la cápsula durante el descenso; la cápsula reentraba en la atmósfera a miles de kilómetros por hora y dependía de la resistencia creada por su escudo térmico de punta roma para ralentizarse y para que se desplegaran los paracaídas durante la caída libre de 100 kilómetros. La reentrada siempre supuso una gran preocupación: la más mínima desigualdad entre el escudo térmico, la velocidad y el grado de inclinación podrían impedir que la nave reentrara en la atmósfera o hacer que se incinerara en su interior.
Christopher Kraft, director de vuelo durante el Programa Mercurio, trabaja en su consola en la zona de control de vuelo del Control de la Misión Mercurio.
El astronauta del Programa Mercurio Alan Shepard trabaja como comunicador con la cápsula –capcom– en la zona de control de vuelo. Los puestos de capcom solían desempeñarlos los astronautas, no el personal de tierra, debido a su empatía con las situaciones que vivían los que iban a bordo y a su conocimiento sobre la cápsula.
Las 13 del Programa Mercurio fueron un grupo paralelo de mujeres aspirantes a astronautas que pasaron los mismos reconocimientos físicos que los siete hombres del Programa Mercurio. Según la NASA, «todas las mujeres que participaron en el programa», conocidas como First Lady Astronaut Trainees, eran pilotos expertas. El Dr. Randy Lovelace, un científico de la NASA que había llevado a cabo los reconocimientos físicos del Programa Mercurio, realizó los análisis en su clínica privada sin la aprobación oficial de la NASA. Jerrie Cobb superó todos los ejercicios de entrenamiento y se posicionó en el 2% superior de los candidatos a astronautas de ambos géneros. Más adelante, lucharía por la igualdad en el campo de los astronautas, que prohibía la participación de las mujeres alegando que todos los astronautas debían ser pilotos de prueba militares. Cobb, que más adelante fue una pionera de la aviación y filántropa, fue nominada al Premio Nobel de la Paz en 1981. Falleció en 2019.
John Glenn posa con su traje Mercurio. Los espejos servían para que el astronauta observara los instrumentos y su entorno dentro de la cápsula, ya que apenas podía moverse con el traje presurizado.
Wally Schirra posa con el traje, un kit de oxígeno portátil y un modelo de la cápsula Mercurio. La de Schirra fue la penúltima misión Mercurio, en octubre de 1962. En el momento de su vuelo, los astronautas corrían el máximo riesgo; Schirra tuvo que probar la capacidad de un piloto para operar y manejar la nave de forma manual. Orbitó seis veces alrededor de la Tierra y estuvo nueve horas en el espacio.
Los oficiales del Mercury Control Centre deciden realizar 22 órbitas durante la última misión Mercurio, con Gordon Cooper a bordo. El astronauta pasaría 34 horas en órbita, en una misión diseñada para evaluar los efectos de pasar un día entero en el espacio.
John F. Kennedy visita cabo Cañaveral el 13 de noviembre de 1963. En esta imagen está hablando con los astronautas del programa Mercurio Gordon Cooper y Gus Grissom y con G. Merritt Preston, jefe del Centro de Naves Espaciales Tripuladas. A estas alturas, todas las misiones Mercurio se habían completado con éxito; una semana después, Kennedy fue asesinado en Dallas.
Los siete astronautas del Programa Mercurio (fila delantera) posan con la siguiente generación de astronautas, los denominados «Next 9» («9 Siguientes»). Los dos grupos se combinarían y formarían los fundamentos del programa Apolo. En la foto están Neil Armstrong (detrás, tercero desde la derecha) y Jim Lovell, comandante de la Apolo 13 (detrás, derecha).
John Glenn se convirtió en la persona de más edad que voló al espacio en el transbordador Discovery en 1998. Pese a los matices simbólicos, el fin de la misión era estudiar cómo afectaba vuelo espacial a las personas mayores.
Barack Obama otorga a John Glenn la Medalla Presidencial de la Libertad en 2012. Glenn, hijo de un fontanero y una maestra, se convertiría en senador; falleció en 2016 a los 95 años.
