Gatos callejeros del mundo

Un gato mira tras un muro azul en Chefchaouen, ciudad del norte de Marruecos. Se cree que, cuando los judíos huyeron a la ciudad en 1492 durante la Inquisición española, trajeron consigo la tradición de pintar los edificios de azul.

Estos felinos viven en casi una docena de "islas de gatos" en Japón. Los fotógrafos sostienen que los gatos japoneses se muestran muy amistosos con los humanos, quizá porque saben que los humanos son amables con ellos.

Éfeso, una antigua ciudad portuaria romana, alberga innumerables felinos. Los fotógrafos pillaron a este calicó en pleno salto entre las ruinas de 2000 años.

Unos gatitos en la Ciudad Vieja de Lamu, el asentamiento suajili más antiguo de África Oriental y lugar Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Los gatos de la isla de Lamu se distinguen de otras poblaciones africanas por sus rostros más estrechos y patas más largas.

Un gato real entre "maneki-neko", o “gatos de la suerte” en un templo de gatos en Japón.

Aoshima, también conocida como la “Isla de los Gatos” en Japón, alberga diez veces más gatos que humanos.

Unos gatos pelean junto a los residentes indiferentes de Lamu, Kenia.

Un gato juguetón se estira al sol entre ruinas turcas. El islam es la religión predominante en Turquía y se dice que el profeta Mahoma predicaba con su gata sobre el regazo.

Los gatos atigrados pasan junto a un barco de pesca en Japón, donde los gatos tienen una "relación especial" con los pescadores, según los fotógrafos.

Los gatos observan su entorno en Chefchaouen, Marruecos.

Los gatos durmientes no prestan atención a los humanos que caminan junto a ellos en las calles de Chefchaouen.

Además de su densa población de gatos callejeros, Lamu alberga miles de burros.

Un gato callejero reposa sobre un estante azul en las Cícladas, un archipiélago griego.