10 cosas que hacer en Hawái

No te pierdas los mejores planes en el estado del "Aloha"

Por National Geographic
Costa de Na Pali
Fotografía de Steve Ogle, GETTY IMAGES

Paseo por la legendaria Costa de Na Pali, en Kauai

Considerada la mejor ruta del estado para los mochileros, la ruta de ida y vuelta de 35 kilómetros por Kalalau Trail pasa por la famosa costa de Na Pali, una tierra virgen maravillosa donde los estriados acantilados y los valles exuberantes acaban abruptamente en el azul del océano Pacífico.  Originalmente creada a mediados del siglo XIX, esta ruta tiene unos estrechos caminos zigzagueantes, unas escarpadas bajadas y unas curvas pronunciadas y de vértigo. No hace falta decir que solo está recomendada para las personas más valientes y experimentadas. Después de atravesar cinco valles, la ruta acaba -como un regalo tras el complicado trayecto- en las arenas doradas de Kalalau Beach. Aquí puedes instalar tu tienda de campaña bajo el techo de la jungla y bañarte en la legendaria cascada del valle que acaba en el mar.  Aislado y único, puede que tu viaje te haga querer despedirte del mundo moderno. Aunque el estado solo permite una estancia máxima de cinco noches (incluyendo el tiempo de permanencia en Hanakoa, un camping situado a seis millas del sendero), esto no supone un límite para las personas más apasionadas a los viajes, incluyendo los amantes de los paraísos de Adán y Eva, para llegar ahí y evitar las inspecciones habituales de las autoridades.

Ballena jorobada saltando en el agua.
Fotografía de Monica & Michael Sweet, Corbis

Observa a las ballenas jorobadas en Maui

Las ballenas jorobadas son las acróbatas de su especie. Emergen, saltan hacia atrás, chocan sus grandes aletas pectorales sobre la superficie del agua e incluso giran como patinadores bajo el agua.  “No sabemos exactamente por qué hacen estas acrobacias”, afirma Ed Lyman, director de protección de recursos en el Santuario Marino Nacional para Ballenas Jorobadas de las islas Hawaianas. “Sospechamos que están jugando, que intenta atraer a una pareja o incluso que se comunican así con otras ballenas”. Todos los años, más de 10.000 de estos enormes mamíferos llegan a Hawái durante el invierno, después de recorrer habitualmente 2.500 millas náuticas desde Alaska para aparearse, dar a luz y cuidar de sus crías. Hawái es el único estado de la nación donde tienen lugar todas estas actividades.  El principal lugar donde se encuentran estas ballenas es en las aguas de Maui Nui, la zona entre las islas de Maui, Lanai, Molokai y Kahoolawe. Los investigadores asumen de nuevo que las ballenas prefieren las aguas poco profundas (unos 182 metros), la visibilidad cristalina y la protección de fuertes vientos (que ofrecen las montañas de Maui y el volcán Haleakala), para disfrutar de un lugar seguro para criar a sus recién nacidos.  Puedes tomar uno de los numerosos barcos que salen de la costa oeste de Maui y preparar tu viaje entre enero y marzo, la mejor época para ver estas ballenas.

Volcanes en las islas hawaianas.
Fotografía de Ken McCurdy, National Geographic Your Shot

Visita el Parque Nacional de los Volcanes

Desde franjas solitarias de lava negra a selvas deslumbrantes besadas por las nubes, la joya del Parque Nacional de los Volcanes de Hawái se encuentra en sus paisajes imposiblemente diversos. Con 1.348 kilómetros cuadrados y siete ecosistemas, el reto está en planificar el viaje, aunque dos caminos te pueden llevar a los lugares esenciales. El Crater Rim Drive de 17 kilómetros rodea la cumbre de la caldera del Kilauea, uno de los volcanes más activos del mundo. Entre las paradas recomendadas sugerimos Steam Vents, para ver cómo se eleva el vapor desde el interior de la tierra, y el Thurston Lava Tube de 500 años de antigüedad, un túnel natural por el que se puede caminar y que llegó a albergar un violento río de lava fundida. Para las personas con cuatro o cinco horas extra, les recomendamos explorar la East Rift Zone, viajando por Chain of Craters Road, una ruta de 32 kilómetros que desciende 1,12 kilómetros hasta la cosa castigada por las olas.  En este trayecto, párate para disfrutar de una ruta de ida y vuelta de 3 kilómetros a los petroglifos de Puu Loa, un lugar inolvidable en donde los antiguos hawaianos tallaron en piedra unas 23.000 imágenes.

Consejo: Dependiendo de las condiciones meteorológicas, el final del camino puede ofrecer la oportunidad de ver cómo fluye la lava activa.

Cañón de Waimea, Kauai.
Fotografía de Mahkel Martin, National Geographic Your Shot

Camina por el Gran Cañón del Pacífico en Kauai

El cañón de Waimea tiene ese tipo de belleza natural paradisíaca, y puede hacer que aplaces cualquier otro plan que tengas para ese día. Situado en el lado oeste de Kaua, esta maravilla geológica -de unos 20 kilómetros de largo, 2,4 kilómetros de ancho y 838 metros de profundidad- incluye abruptos acantilados y unos maravillosos tonos rojos, verdes, marrones y naranjas. Para ver esta maravilla, dirígete a Waimea Canyon Drive (Autopista 550) hasta el cañón de Waimea y los miradores de Puu Hinahina. O baja por el desfiladero caminando por la difícil ruta Kukui Trail de 4 kilómetros. Situada entre las señales que indican las millas 8 y 9, esta ruta inclinada desciende 670 metros hasta la base del cañón para llegar a Wiliwili Campground, situado al lado del río Waimea, donde podrás disfrutar de ciruelas de java, monkeypods y los árboles nativos de wiliwili.

Consejo: Consulta el tiempo antes de ir, ya que un día nublado puede limitar en gran medida las vistas.

Un surfista cabalga las olas en la costa de Oahu.
Fotografía de Zuma Press, Inc., Alamy

Admira a los valientes surfistas de la costa de Oahu

La costa norte de Oahu te ofrece lo que esperas de una comunidad surfera despreocupada: los niños patinan en sus skates calle abajo, los vecinos comparten mangos por encima de las vallas entre las casas y ver las puestas de sol a diario se convierte en un ritual obligatorio. En los meses de invierno, surfistas de todo el mundo viajan a este lugar tan precioso para probar sus tablas sobre las enormes y poderosas olas. Para presenciar a los mejores, debes asistir a la Vans Triple Crown of Surfing, un concurso profesional que se celebra del 12 de noviembre al 20 de diciembre en el Alii Beach Park, Sunset Beach y Banzai Pipeline en Haleiwa, con unas olas peligrosas que producen euforia sobre arrecifes de poca profundidad.  Al contrario de lo que sucede en la mayoría de deportes profesionales, la Madre Naturaleza es quien manda aquí. Cada evento se celebra en un período establecido, en el que tienen lugar los concursos en los tres o cuatro mejores días de surf en cada lugar.  Visita el sitio web del Vans Triple Crown of Surfing por la mañana para ver las últimas noticias al respecto. Y si los dioses del surf te mantienen en espera, puedes llenarte el estómago en muchos de los puertos ambulantes de gambas o ir a la ciudad de Haleiwa para probar un granizado hawaiano.

Consejo: Para disfrutar de una aventura acuática tranquila, dirígete a Hanauma Bay Nature Preserve, en la costa sudeste de Oahu. Ahí podrás bucear junto a tortugas marinas verdes y peces de arrecife multicolores en lo que fue un cráter volcánico.

Turista montando en mula por la costa de Molokai.
Fotografía de Greg Vaughn, Alamy

Pasea en mula por una costa histórica: Molokai

Maravillosa, única y un poco aterradora, pocas actividades se comparan con viaje a los inclinados acantilados de la costa norte de Molokai a lomos de una mula. Esta ruta de 4,6 kilómetros incluye hasta 26 caminos zigzagueantes y pronunciados (identificados con una placa) y un descenso de 520 metros hasta una playa arenosa. Si empiezas a ponerte nervioso, te aseguramos que Buzzy Sproat, el legendario paniolo (cowboy) de unos 70 años de edad y copropietario de Kalaupapa Guided Mule Tour, ha entrenado él mismo a los animales de carga, una tarea que ha realizado durante más de 40 años. La ruta acaba en el Parque Histórico Nacional de Kalaupapa, al lado del océano, una preciosa península con una historia compleja. Desde 1866 a 1969, más de 8.000 personas que padecían la enfermedad de Hansen (también conocida como lepra) fueron obligados a dejar sus familias y vivir en el exilio en tierras remotas. Damien Tours, gestionada por un residente de Kalaupapa, ocupa el papel de las mulas y acompaña a los visitantes en un viejo autobús escolar amarillo para enseñarles los lugares más destacados, incluyendo la Iglesia de Santa Filomena, con su cementerio donde se encuentra la tumba del padre Damien, que cuidó a los pacientes de lepra antes de contraer él mismo la enfermedad. La única forma de visitar el parque es con una visita guiada o con la invitación de uno de los antiguos pacientes que aún viven en Kalaupapa.

Dato de interés: Gracias al descubrimiento de la sulfona en la pasada década de los 40, se permitió que artistas actuaran en este lugar, incluyendo Shirley Temple, John Wayne, y The Trapp Family Singers.

Buceando con mantas gigantes.
Fotografía de Carlos Eyles, GETTY IMAGES

Bucea cara a cara con las mantas gigantes

La manta gigante no tiene aguijón, algo que está bien recordar cuando te lo encuentras en la costa de Kona en Big Island. Por la noche, se alimentan de plancton dando múltiples vueltas sobre su gran envergadura de entre 15 y 30 centímetros. Desde la primera fila, ponte un tanque de oxígeno con un equipo de Jack’s Diving Locker. Cuando el sol cae sobre el mar, los submarinistas bajan al mar, hacia el fondo de océano –sobre la arena y los cascotes, lejos del coral– dirigiendo las luces hacia la superficie para atraer la cena de las mantarrayas. Aunque se acercan lo suficiente como para tocarlas, no te olvides de lo que aprendiste en el colegio: no toques nada. ¿Cuantas mantas gigantes van a pasar por ahí? “Solo necesitamos una para disfrutar de un buen espectáculo, aunque lo habitual es tener entre cuatro y ocho”, afirma Keller Laros, instructor de submarinismo, guía de Jack’s y cofundador de la ONG Manta Pacific Research Foundation. “Hemos llegado a ver hasta 42 mantas gigantes en una noche”. Se ha puesto nombre a más de 200 de estas criaturas locales, incluyendo Big Bertha, Stephen Colbert y Lefty, una mantarraya hembra que lleva acudiendo desde finales de los años 70.

Auténtica comida hawaiana en Helena's.
Photo Resource Hawaii, Alamy

Disfruta de la auténtica comida hawaiana

Son las 10 de la mañana en Helena’s Hawaiian Food en Kalihi, un barrio al oeste del centro de Honolulú, y ya hay gente haciendo cola en la puerta. No es un secreto: para una auténtica comida hawaiana, los vecinos de la zona no van a sitios comerciales como luau, sino que acuden aquí: un restaurante sencillo de 11 mesas junto a una carreta malamente asfaltada. Platos típicos como el cerdo kalua, la palometa frita y los calamares estilo Iuau (hojas cocinadas de taro, pulpo y leche de coco) son los más elegidos, aunque el plato más demandado son las costillas pipi kaula, que se dejan marinar toda la noche, para ahumarlas y dejarlas secar sobre el fogón durante medio día antes de prepararlas. El resultado es un plato delicioso entre cecina y filete. (Ve más allá de la caja registradora y verás unos 300 trozos de carne colgando sobre la cabeza del cocinero). Helen Chock abrió el restaurante en 1946 y recibió el premio James Beard Foundation’s Regional Classic en el año 2000. Después de 61 años en la cocina, falleció en 2007 a los 89 años de edad. Su nieto, Craig Katsuyoshi, se encarga ahora del establecimiento, después de trabajar a su lado durante más de 20 años. “Ella puso en marcha este negocio cuando las mujeres no se dedicaban a ello”, comentó Craig, mientras llena tres cuencos de poi (raíz de taro machacada). “Tenía el aspecto de una buena señora china, pero, por dentro, era como un tigre con fuego en su interior. Tenía que ser así para mantener el negocio durante tanto tiempo”.

Camino a Hana, Maui
Fotografía de MONICA & MICHAEL SWEET, GETTY IMAGES

Conduce por el “camino a Hana” en Maui

Aparca el coche, baja la capota y sube la música (a ser posible con canciones de Bruddah Iz o John Cruz), y estarás listo para la autopista de Hana (autopistas 36 y 360). Una ruta intrépida con 59 puentes -la mayoría de ellos de un solo carril- y 620 curvas, esta carretera aterradora te llevará a Hana, una pequeña ciudad en la costa este, donde todo el mundo se conoce por su nombre y donde la cultura hawaiana está realmente viva.  Desde el aeropuerto de Kahului, la excursión se realiza en dos o tres horas sin paradas, aunque querrás parar (y muy a menudo). Desayuna en la antigua ciudad azucarera de Paia, báñate en las piscinas con cataratas en el Parque Estatal de Puaa Kaa (entre las señales de las millas 22 y 23), o compra cocos, papayas y pan de plátano recién elaborado en uno de los muchos puestos ambulantes de fruta que se encuentran al lado de la carretera. Cerca de Hana, para en Kahanu Garden para ver el Piilanihale, uno de los mayores templos hawaianos, o heiau en este estado, camina por la arena negra brillante en el Parque Estatal de Waianapanapa. En la ciudad, visita el Hasegawa General Store, el centro local con techo de hojalata que vende de todo, desde leche a equipos de pesca. Conduce otras 19 kilómetros hasta la zona de Kipahulu del Parque Nacinal Haleakala y refréscate en las piscinas de agua dulce de Oheo Gulch (pero comprueba antes en el centro de visitantes de Kipahulu) antes de regresar.

Consejo: Desvíate y conduce por la carretera serpenteante de la ruta 378 hasta el Parque Nacional de Haleakala. Contempla el amanecer desde la cima de 3.000 metros del volcán o camina por kilómetros de lava triturada –en tonos rojos, marrones, negros e incluso violetas– por la ruta Halemau‘u.

Palacio de Iolani en Oahu.
Photo Resource Hawaii, Alamy

Explora los salones del Palacio de Iolani, en Oahu

Al rey Kalakaua no le interesaban los lugares residenciales comunes y por eso creó el Palacio de Iolani como un hogar innovador para reflejar el estatus de Hawái como nación moderna. Acabado en 1882 y con un estilo florentino americano, el palacio cuenta con cuatro amplias plantas y 102 habitaciones. El rey era un fanático de la tecnología y no escatimó en innovaciones como, por ejemplo, fontanería en el interior (incluyendo agua caliente y fría) o teléfonos (que se instalaron tan solo cinco años después de ser inventados por Alexander Graham Bell). A continuación, vino la luz eléctrica (gracias, en parte, a una reunión personal con Thomas Edison, creador de la lámpara incandescente), iluminando las salas de palacio en 1887, adelantándose cuatro años a la Casa Blanca. “El palacio es tan moderno y cosmopolita que sorprende a la mayoría de las personas”, comentó Zita Cup Choy, educadora docente de Friends of Iolani Palace. Para visitarlo, debes registrarte para una visita mediante audio o guiada, que te llevará dentro de las salas del palacio para ofrecerte información detallada sobre el auge y la decadencia del reino de Hawái. Tómate el tiempo que necesites en la sala del trono, donde Kalakaua entretuvo a todo el mundo, desde diplomáticos a escritores. Súbete a la esquina sudeste y contempla el lugar donde estuvo encarcelada durante cerca de ocho meses la hermana más joven y sucesora al trono del rey, la reina Liliuokalani, tras el derrocamiento de la monarquía. Tampoco te pierdas las galerías del sótano, donde se muestran fotografías históricas y las elaboradas joyas reales.

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