Visita las coloridas mansiones futuristas de Bolivia

Los vivos diseños de Freddy Mamani, conocido como «el rey de la arquitectura andina», están cambiando El Alto e inspirando a otros arquitectos.

Por Laurence Blair
fotografías de Nick Ballón
Publicado 22 may 2018, 16:31 CEST
Edificios de El Alto
Los coloridos diseños del arquitecto boliviano Freddy Mamani están cambiando el aspecto de El Alto.
Fotografía de Nick Ballén

El aire está enrarecido en El Alto, una extensa y polvorienta conurbación erigida en un acantilado con un millón de habitantes, a 3.964 metros sobre el nivel del mar. Pero esa no es la única razón por la que la ruinosa ciudad —que ofrece vistas a la capital boliviana de facto, La Paz— deja sin aliento a sus visitantes.

Los altísimos edificios de cristales tintados, cromo brillante y chocantes revestimientos acrílicos destacan entre las monótonas estructuras de ladrillo. Para que te hagas una idea, imagínate el resultado de cruzar un chalé de esquí tirolés con un Transformer. Normalmente los encargan los miembros de la creciente clase media indígena (aimara y quechua), que las usan para bodas, quinceañeras y fiestas de todo tipo. Añade el epíteto aplicado tradicionalmente a este grupo, cholo —un término con profunda carga racial que algunos reclaman con orgullo— y pillarás su gracioso nombre: cholets.

Los hombres se ven empequeñecidos por uno de los edificios esmeralda de Mamani.
Fotografía de Nick Ballén
En El Alto han ido apareciendo edificios que tienen influencia del estilo de Mamani.
Fotografía de Nick Ballén

Pero el arquitecto local Freddy Mamani —el intérprete del estilo más demandado— prefiere la nueva arquitectura andina. En sus propias palabras, sus edificios son nada menos que un acto exuberante de expresión de la mayoría indígena de Bolivia, marginada durante mucho tiempo.

«Para mí es muy importante promover nuestra cultura y raíces, mostrando y defendiendo nuestra identidad mediante la arquitectura», afirma Mamani mientras supervisa a los obreros en el lugar de su última creación.

«Estamos construyendo una arquitectura con un tipo de funcionalidad diferente. Hasta la pintura desempeña un papel diferente, se inspira en las ruinas del sitio arqueológico de Tiawanaku. Y aplico los colores de los awayos donde nos llevaban nuestras madres de niños», añade, refiriéndose a los coloridos chales que hacen las veces de mochilas multiusos a las famosas cholitas bolivianas.

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    Los diseños de varios niveles de Mamani suelen tener tiendas en la planta baja. Los niveles superiores suelen usarse como espacios para fiestas, galerías e incluso piscinas interiores.
    Fotografía de Nick Ballén
    El estilo de Mamani ha influido en otros arquitectos.
    Fotografía de Nick Ballén

    El trabajo de Mamani y sus contemporáneos es una atrevida novedad, según explica Gastón Gallardo, decano de la facultad de Arquitectura de la Universidad Mayor de San Andrés en La Paz. La nueva arquitectura andina, que rechaza los estilos minimalistas y barrocos preferidos por los arquitectos formados según la tradición occidental, marca una «descolonización del orden simbólico».

    Pero el estilo no es meramente teórico, ni tampoco retrospectivo. «Vemos modificaciones que no tienen que ver con lo ancestral, sino con la construcción de una nueva identidad», añade Gallardo.

    Rechazando las influencias asiáticas, andinas y hollywoodienses, los residentes de El Alto que han ascendido de clase social —enriquecidos con la minería, el comercio internacional, los negocios y la industria— pueden mostrar sus aspiraciones globales. «El edificio es la demostración física de su poder económico», afirma Gallardo.

    Los interiores de los edificios de Mamani se inspiran en yacimientos arqueológicos y tejidos tradicionales.
    Fotografía de Nick Ballén

    Alejandro Chino Quispe es un ejemplo de ello. Este emprendedor hecho a sí mismo —que migró desde una localidad rural andina a El Alto a una edad temprana— enciende las luces de su Salón de Eventos Príncipe Alexander (uno de los mejores de Mamani).

    Cuarenta pesadas arañas importadas desde China emiten luces violetas, esmeraldas y turquesas sobre una pista de baile de mármol español. Las paredes y columnas están cubiertas de verde lima y naranja. El techo está generosamente salpicado de luces LED; un entresuelo ondulado bordeado con motivos folclóricos andinos.

    «Para ser sincero, este local no tiene competencia», presume Chino, con un reflejo del esmalte dorado que adorna sus dientes delanteros.

    La mezcla chocante y seductora de lo viejo y lo nuevo, de la tradición y la modernidad, parece excepcionalmente boliviana. Pero dondequiera que vayan los bolivianos ricos, aparecen ejemplos de la nueva arquitectura andina: Lima, Buenos Aires y São Paulo, por ejemplo.

    «Tenemos proyectos no solo por todo el país, sino también en el extranjero», afirma Mamani. «Estoy trabajando en un proyecto para una exposición este año en París». Predice que, dentro de poco, torres futuristas irán apareciendo por Nueva York, Miami y California. El artesano convertido en arquitecto ha avanzado mucho, como Bolivia.

    Laurence Blair es una periodista freelance que vive entre Reino Unido y Sudamérica. Síguela en Twitter @LABlair1492.

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