Así son los primeros pasos de una jirafa recién nacida

Todos somos torpes cuando aprendemos a andar. Esta jirafa enseguida aprende a levantarse, un rasgo evolutivo que le permite sobrevivir..

Por Richie Hertzberg
Publicado 7 sept 2018, 13:00 CEST
Así son los primeros pasos de una jirafa recién nacida

En la sabana africana, la curva de aprendizaje de la supervivencia es empinada e implacable. Los fuertes sobreviven, y el resto se convierten en la cena de los depredadores hambrientos. El nacimiento de una jirafa nos permite ver esa realidad.

El embarazo de las madres jirafa dura 15 meses. Este largo periodo de gestación es necesario para permitir que las crías se desarrollen en la seguridad del vientre materno. La mayoría de crías recién nacidas pesan unos 100 kilogramos y miden casi 2 metros.

Una vez nace, la cría cae al suelo y no tiene tiempo que perder. Las crías suelen ser capaces de levantarse a los 30 minutos de nacer. En el vídeo, vemos los primeros momentos de la vida de una jirafa. Aunque su esfuerzo puede ser adorable, como observar a un bebé humano dar sus primeros pasos tambaleantes, para una jirafa estos momentos pueden suponer la diferencia entre la vida y la muerte.

Nacidas para correr

Todos los animales pueden situarse en un espectro de indefensos a autosuficientes al nacer. El primero, el grupo altricial, incluye a animales que no pueden desplazarse y requieren cuidados intensos, como los humanos. Por su parte, los animales precoces como las jirafas caen casi de pie.

El neurocientífico Jean-Marie Graïc, de la Universidad italiana de Padova, que ha estudiado los cerebros de las jirafas, explica que estos animales son «miniadultos» al nacer.

«El sistema nervioso está listo al nacer, como lo estaría en un humano de un año listo para andar», afirma. Añade que la vía corticoespinal nace preparada para enviar órdenes a los músculos, a diferencia de lo que ocurre en los bebés humanos.

De hecho, la jirafa recién nacida media empieza a caminar 10.000 veces más rápido que el humano medio. Aunque esta comparación es algo exagerada si tenemos en cuenta las grandes diferencias entre ambas especies, también es ilustradora. Una razón de que los humanos tardemos tanto en caminar es porque nacemos con cabezas relativament grandes que contienen nuestros potentes cerebros. En el caso de los humanos y otros primates, ahí se concentra gran parte de la energía del desarrollo.

Pero en el caso de las jirafas y otros animales ungulados que sirven de presas a muchos depredadores, la energía se concentra en desarrollar los músculos. Para ellos, es más importante ser rápidos que inteligentes, por así decirlo.

Y por una buena razón: la tasa de mortalidad de jirafas recién nacidas puede ser del 50 por ciento o más en zonas con altas densidades de depredadores, según explica Stephanie Fennessy, cofundadora de la Giraffe Conservation Foundation.

Amenazadas

Leones y hienas son unos de los depredadores más peligrosos para las jirafas jóvenes. En caso de ataque, la madre protege a su cría y da patadas a la partida de ataque. Las madres jirafa son expertas a la hora de ocultar a sus crías, pero necesitan comida y agua, lo que las mantienen alejadas de su descendencia durante varias horas del día. En esa ausencia parental, una cría es vulnerable a un ataque.

Con esta elevada tasa de mortalidad y un embarazo de 15 meses, podríamos preguntarnos cómo dicha situación es evolutivamente favorable. «Los primeros pasos torpes y los movimientos del bebé durante los primeros días podrían parecer señales que pueden atraer a los depredadores», afirma Fred Bercovitch, director ejecutivo del grupo Save the Giraffes. Entonces, ¿por qué no permanecen más ocultas las crías de jirafa?

Bercovitch explica que es probable que se deba a que las crías tienen que seguir a sus madres poco después de nacer para encontrar comida nutritiva. Es mejor seguir los pasos de mamá —no sin dificultad— que quedarse atrás.

Además de los depredadores, las jirafas también se enfrentan al peligro de la caza furtiva por su cabeza, que sirven como trofeo, y por sus colas, que son un símbolo de prestigio social en algunas comunidades. La población de jirafas desciende a medida que sus hábitats se fragmentan, las enfermedades se propagan y la caza furtiva persiste. En 2016, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza las clasificaba como especie vulnerable a la extinción. Por desgracia, estos animales no pueden huir de las amenazas humanas.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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