En busca de bebés de pez gato gigante en el Mekong

Un nuevo estudio recopila pruebas —en forma de alevines de peces— del desplome de los descomunales peces gato en el legendario sistema fluvial del Mekong.

Por Stefan Lovgren
Publicado 12 sept 2018, 10:39 CEST
En busca de bebés de pez gato gigante en el Mekong

Las nubes cubren Phnom Penh, la capital camboyana, en una mañana oscura. Zeb Hogan se dirige al lodoso Mekong con una misión diferente a la habitual. Normalmente, cuando el ictiólogo de la Universidad de Nevada —y presentador del programa de Nat Geo Wild Peces monstruosos— sale al río, va en busca de gigantes acuáticos. Esta vez, ha puesto la mira en una presa más pequeña: los miles de millones —o quizá billones— de peces microscópicos que arrastra el Mekong durante la estación del monzón. Algunos de ellos están experimentando un fuerte descenso y Hogan quiere ayudar a los científicos a descubrir por qué.

El que podría ser el movimiento en masa de peces de río más misterioso y menos estudiado del mundo comienza a miles de kilómetros río arriba, en los profundos estanques y los accidentados tramos del río en Laos y el norte de Camboya, donde poco después de las lluvias, todo tipo de peces diferentes empiezan a desovar. Cuando el Mekong se transforma en un monstruo veloz y lleno de sedimentos, envía un gran número de larvas y peces bebés río abajo.

Los pececillos, que se mueven en la oscuridad y el lodo, se dispersan con las crecidas que se producen en amplios tramos de Camboya y Vietnam. Con el tiempo, una fracción de los mismos sobrevive y se transforma en peces comestibles de tamaño normal, alimentando la mayor industria pesquera continental del mundo con un cuarto de las capturas mundiales de agua dulce.

«La dispersión de los pececillos sustenta uno de los ecosistemas más vivos de la Tierra», afirma Hogan, que dirige un proyecto de investigación del USAID denominado Wonders of the Mekong (Maravillas del Mekong). «Sin este fenómeno natural, la captura increíblemente productiva del río Mekong no sería posible».

Ante los indicios preocupantes de que las cifras de determinados tipos de peces, entre ellos el Pangasionodon hypophthalmus y el pez gato del Mekong, descienden drásticamente, Hogan estudia y documenta esta dispersión junto con Thach Phanara, director de los laboratorios del Instituto de Investigación y Desarrollo de Pesca Continental de Camboya, que ha recogido muestras de los pececillos desde el año 2000.

Un caldo primordial

Esa mañana, salieron desde Caong Caaoy, un pequeño pueblo pesquero a las afueras de Phnom Penh cuyos residentes viven en casas flotantes que el río ha empujado contra una pared de hormigón. Desde allí, es un recorrido corto hasta el lugar del Mekong donde han colocado una red para atrapar a los peces bebés.

Este lugar se encuentra cerca del punto donde el río Tonlé Sap desemboca en el Mekong, y donde ocurre un extraño fenómeno hidrológico. Durante la mayor parte del año, el Tonlé Sap discurre hacia el sur. Pero durante las lluvias estivales, las crecidas del Mekong desplazan el Tonlé Sap y revierten su curso, algo que solo tiene lugar en unos pocos ríos del mundo. Algunos de los pececillos viajan río arriba por el Tonlé Sap y hasta el lago Tonlé Sap, el mayor del Sudeste Asiático, mientras que otros continúan río abajo por el Mekong.

«Es el mejor lugar donde recoger peces antes de que vayan en direcciones diferentes», afirma Phanara.

Para atraparlos, los investigadores emplean una red bongo, con forma cónica y una apertura de un metro cuadrado de ancho que solo está permitida para fines científicos. Es una red tan fina que atrapa cualquier cosa que flote en su interior.

Con la ayuda de un pescador, Phanara recoge la red, que ha permanecido a seis metros de profundidad, en el fondo del agua turbia. En un cartucho unido al extremo de la red se encuentra un caldo primordial de vida líquida. Cuando vacían sus contenidos en una gran bandeja, los investigadores pueden ver lo que hay en su interior: cientos de peces minúsculos, algunos jóvenes, de uno o dos centímetros de largo, y otros una mera mota.

Quizá parezca una buena captura, sobre todo porque la red solo lleva media hora en el agua. Pero no es nada en comparación con las cifras recopiladas durante los picos del pulso de inundación, cuando una red puede contener hasta un millón de pececillos. Dichos picos suelen tener lugar —por razones que los científicos no tienen claras— durante uno o dos días, en unas cuantas ocasiones cada estación. Pero este verano no se ha observado ningún pico.

«Tengo curiosidad por saber el porqué», afirma Phanara.

Ojos saltones y bigotes largos

La diversidad de los peces atrapados sigue siendo impresionante. «Aquí debe haber por lo menos 20 tipos diferentes de peces», afirma Hogan, mientras Phanara identifica especie tras especie, peces que para el ojo inexperto tienen el aspecto de un pegote.

En total, han capturado más de 330 especies de peces en la red bongo de Phanara en este lugar, una cifra impresionante teniendo en cuenta que la cuenca del Mekong posee la segunda mayor biodiversidad de cualquier río del mundo, después del Amazonas.

Se llevan las muestras a un laboratorio para más identificaciones y análisis, un proceso laborioso que puede llevar medio día para un solo espécimen. Bajo el microscopio, los rasgos extraños de muchos de los pececillos —con todo tipo de bocas, ojos saltones y bigotes largos— pueden verse con mayor grado de detalle.

El Pangasionodon hypophthalmus, un gran pez gato migratorio que desova en los tramos de Camboya y que antaño abundaba en el bajo Mekong, preocupa especialmente a los investigadores. Décadas de recolección excesiva de este pez, incluidos huevos y alevines, podría haber provocado que las capturas en muchas zonas se desplomaran hasta un 99 por ciento. En 2011, la UICN clasificó al Pangasionodon hypophthalmus como especie en peligro de extinción en la Lista Roja de Especies Amenazadas.

En la captura de esta mañana, los investigadores solo encuentran un espécimen de pez gato de río, apenas del tamaño de un guisante.

Otras especies de pez gato son aún más raras. Este año, no han encontrado ni un solo espécimen del pez gato del Mekong, en peligro crítico de extinción y poseedor del récord de pez de agua dulce más grande del mundo con 293 kilogramos.

«El descenso de alevines de pez gato del Mekong podría implicar que los adultos que desovan son tan inusuales que tienen dificultades para encontrarse a la hora de desovar», afirma Hogan. «O podría indicar una alteración de las señales medioambientales o los cauces migratorios necesarios para la reproducción. Sea como sea, sin peces jóvenes no habrá adultos, y mucho menos peces de récord».

Amenazados

Aunque es muy difícil determinar las cifras exactas de pececillos que se dispersan río abajo —ya que se ha estudiado poco este tema—, es probable que hace varias décadas empezara una tendencia a la baja de la que los alevines fueron víctimas directas.

A principios de los 80, los pescadores vietnamitas que operan en Camboya empezaron a recoger alevines de Pangasionodon hypophthalmus, conocido como trey pra a nivel local, empleando redes de saco de mosquiteras. La práctica se prohibió en Camboya en 1994, pero siguió de forma ilegal durante años. Un estudio llevado a cabo a finales de los años 90 del sector pesquero de alevines en el Mekong demostró que la captura anual de alevines de trey pra descendió más de un 85 por ciento entre 1994 y 1997, de 355 toneladas a 43 toneladas.

Aunque los pescadores ya no capturan alevines deliberadamente y las redes de malla fina están prohibidas, el volumen de larvas y peces bebés que se desplazan río abajo parece haber seguido una tendencia descendiente. Desde que empezaron a tomar muestras hace 18 años, Phanara cree —basándose en parte en los datos de la Comisión del río Mekong de los dos últimos años— que sus capturas con red de bongo se han reducido entre un 60 y un 70 por ciento, y más aún en lo referente a las especies de pez gato.

«Está claro que existe un problema grave», afirma.

Hogan cree que podría haber varios factores en juego, como la captura excesiva de reproductores, la fragmentación del hábitat provocada en parte por las nuevas presas que bloquean el camino de los peces migratorios y, posiblemente, el cambio climático, que podría alterar los picos de dispersión.

«Sabemos que solo sobrevivirá un pequeño porcentaje de peces bebés, lo que es preocupante si la densidad está descendiendo tanto como tememos», afirma Hogan. «Amenaza la existencia de la pesquería de pez gato de río que en su día fue la más productiva de Camboya y un alimento camboyano de primera necesidad».

El Día Nacional del Pez

Como parte del proyecto, Hogan y su equipo también recopilan larvas y alevines vivos de peces en peligro de extinción con fines de conservación y los almacenan en piscinas en un centro de investigación a las afueras de Phnom Penh. Allí, se estudia el crecimiento de los peces jóvenes y los crían para liberarlos en cuencas hidrográficas protegidas.

La primera puesta en libertad tuvo lugar en el Día Nacional del Pez de Camboya, el 1 de julio, cuando cientos de personas se reunieron cerca de los templos de Angkor Wat para observar la liberación de un amplio abanico de peces en los ríos.

Ahora, se planea convertir la liberación de peces gato en peligro de extinción en un evento anual, y el año que viene, Hogan espera poder poner en libertad a un pez especial: un pez gato del Mekong criado del único bebé de la especie que encontraron los investigadores durante la dispersión del año pasado en el Mekong.

Hasta ahora, el pez, apodado «Wonder» («Maravilla»), ha alcanzado 30 centímetro de largo; si sobrevive hasta la edad adulta, podría crecer otros 2,4 metros.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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