Oleada de robos en zoológicos europeos durante los últimos años

Desde 2011, se han producido unos 400 robos de animales en zoológicos europeos. Los encargados de los zoos creen que los ladrones pertenecen al crimen organizado.

Por Ben Crair
Publicado 6 nov 2017, 15:35 CET

En el primer día de colegio en Krefeld, una ciudad en Alemania cerca del Rin, el zoo estaba casi vacío. Sobre él se cernía un cielo gris del que caían algunas gotas de lluvia y una paz y serenidad que los animales debían estar disfrutando tras un ajetreado verano.

«Aquí, en Krefeld, puedes acercarte mucho a los animales», dijo Wolfgang Dressen, director del zoo. Estábamos junto al recinto de los camellos, donde una valla de cuerda baja evita que los visitantes entren. «El año pasado, decidí poner la cuerda por los selfies», afirma Dressen.

Cuando pasó al recinto del gorila, Dressen, un hombre de mediana edad con ojos azules y pelo castaño y canoso, pasó el dedo sobre una rejilla de metal que había instalado alrededor de las ventanas. «¿Puedes olerlo?», preguntó con entusiasmo. «Tenemos este tipo de rejilla para que se pueda oler a los gorilas».

Sin embargo, yo no había ido al zoo Krefeld a ver los recintos que más enorgullecían a Dressen. Me guió por un camino que pasaba frente a suricatas, potamoqueros rojos y pelícanos rosados hasta un estanque con una frondosa isla en el centro.

En julio de 2015, unos ladrones entraron en el zoo Krefeld, en Alemania, y robaron a una pareja reproductora de titís leones dorados y a sus crías. El director del zoo sospecha que ha sido obra de traficantes de animales profesionales.
Fotografía de Roland Weihrauch, Picture Alliance, Dpa, Ap

 «Este es el recinto», señaló Dressen. Unos cuantos patos, ocupantes ilegales del zoo, descansaban al borde del agua. Por lo demás, la isla estaba vacía y la única indicación de sus antiguos habitantes era un cartel que rezaba: «En el verano de 2015, unos traficantes de animales profesionales robaron a nuestros preciados titís león dorados».

Los ladrones habían irrumpido en el zoológico durante la noche del 24 de julio y se habían llevado la jaula en la que dormían una pareja de titís león dorados y su hija adolescente. Aunque había habido intrusos en el zoo en otras ocasiones —uno de ellos abrió el recinto de los guepardos en 2002, permitiendo que la hembra escapara y matara a 10 canguros—, ninguno de ellos había robado a animales desde que Dressen se había convertido en director en 2003.

La mañana siguiente, cuando Dressen descubrió el robo, llamó a la policía y empezó a avisar a otros zoos. Se sorprendió al saber que Krefeld no era la primera víctima de este delito. Solo dos meses antes, en mayo de 2015, siete titís león dorados habían desaparecido del ZooParc de Beauval, en Francia. El año anterior, cinco titís león dorados también habían desaparecido del Apenheul Primate Park, en los Países Bajos.

En cada uno de los casos, los autores del robo habían sido eficientes y profesionales. Los ladrones de Krefeld parecían haber estudiado el entorno y planificado el robo cuidadosamente. «Definitivamente se trata de crimen organizado», afirmó Dressen.

Es fácil ver por qué una persona podría querer un tití león dorado como mascota; estos monos de «tamaño de bolsillo» tienen un pelaje tan anaranjado que parece como si los hubieran teñido con zumo de naranja. Sin embargo, son una especie de Brasil en peligro de extinción y no pueden venderse con fines comerciales según la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, que regula el comercio de vida silvestre a nivel global. En el mercado negro, una pareja reproductora puede alcanzar un valor de más de 25.800 euros.

Los titís león dorados no son el único objetivo de los ladrones de zoos. Desde 2011, se han robado unos 400 animales en zoos europeos. Solo en 2015, 25 miembros de la Asociación Europea de Zoos y Acuarios denunciaron robos.

«Es un problema muy grave», afirma Volker Holmes, director de la Asociación de Jardines Zoológicos en Alemania. Los zoos han perdido a pequeños primates, entre ellos lémures de cola anillada, titís plateados y monos ardilla. Reptiles y aves exóticas, como loros y pingüinos, son también objetivos habituales. En un caso, unos ladrones robaron 79 tortugas de un zoo francés en una sola operación.

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    Pese al refuerzo de la seguridad en el zoo Krefeld, los ladrones robaron dos guacamayos jacintos de este recinto cuatro meses después del robo de los titís leones dorados.
    Fotografía de Roland Weihrauch, Picture Alliance, Dpa, Ap

    Los robos de titís león dorados fueron especialmente tristes para la comunidad de zoológicos porque, en las últimas décadas, han servido como especie que simbolizaba la transformación de los zoos.

    Antes de la década de 1950, los zoos capturaban a animales de la naturaleza sin preocuparse por su bienestar. Pero a medida que el movimiento conservacionista fue cobrando impulso en la segunda mitad del siglo XX, los zoológicos empezaron a replantearse su finalidad y a cambiar sus prácticas: querían que les vieran como instituciones que protegían a los animales en estado salvaje y la piedra angular de su cambio de imagen fue la cría cooperativa. Diseñaron programas de cría en la que los animales se intercambiaban entre zoos para limitar la endogamia y crear poblaciones cautivas sostenibles.

    Un animal de zoo ya no era una curiosidad enjaulada, sino un «embajador» que creaba conciencia sobre la situación de su especie en la naturaleza. En ciertos casos, si el programa de cría tenía el éxito suficiente, los animales podían acabar siendo devueltos a su hábitat natural.

    Ninguna especie narraba esta historia mejor que el tití león dorado. Para la década de 1970, la deforestación había puesto a estos monos al borde de la extinción. Solo sobrevivían unos 150 en la selva tropical atlántica de Brasil. Varios profesionales de la conservación y de zoológicos, dirigidos por el personal del National Zoo en Washington D.C., crearon el Golden Lion Tamarin Conservation Program (Programa de Conservación del Tití León Dorado) en 1983 para criar a los monos en cautividad y restaurar su hábitat natural. Los titís prosperaron tanto que los zoos comenzaron a reintroducir a los monos criados en cautividad en bosques privados, y en 1998, la organización y sus socios ayudaron al gobierno brasileño a comprar extensiones de su hábitat privilegiado cerca de Río de Janeiro para crear una reserva biológica.

    El zoo Krefeld acogió a esta cría de rinoceronte negro en agosto de 2016. A principios de año, en Francia, unos furtivos mataron a un rinoceronte y le cortaron el cuerno en el zoo Thoiry.
    Fotografía de Marcel Kusch, Picture Alliance, Dpa, Ap

    En la actualidad, 3.200 titís león dorados viven en libertad en Brasil, y 150 zoos son el hogar de otros 550 en todo el mundo. Los titís de los zoos técnicamente pertenecen al gobierno brasileño, pero se gestionan como si se tratase de una sola población y los zoos suelen intercambiar a los animales para minimizar la endogamia.

    Este esfuerzo es supervisado por Jennifer Mickelberg, directora de colecciones y conservación del zoo de Atlanta y guardiana del Golden Lion Tamarin Studbook, un libro genealógico que describe el parentesco de cada tití de zoo en el mundo.

    En los últimos cinco años, Mickelberg ha tenido la lamentable tarea de incluir a 17 tamarines robados, todos ellos en zoos europeos. «Sin duda es preocupante», afirma. «Hemos pasado se saber dónde estaba cada individuo en cautividad a tener animales fuera de esa población controlada».

    El robo de un tití no es solo desafortunado para el animal sustraído, sino también para el resto de la especie. Un tití mantenido como mascota fuera del programa de cría de los zoos no aporta nada a la supervivencia de la especie.

    «Los robos reducen la reserva genética de la especie, una reserva ya de por sí muy pequeña», afirma Eric Bairrão Ruivo, director del grupo de asesoramiento de taxones de los zoos europeos para titís y director de colecciones y conservación en el ZooParc de Beauval, que también sufrió el robo de sus titís león dorados en 2015.

    «El último que queda»

    En febrero de 2017, una empresa francesa llamada International Wild & Exotic Live Stock anunció la venta de una pareja de titís león dorados de un criador privado por 25.800 euros. Un mes antes, un vendedor de Minnesota anunció la venta de un tití león dorado en Facebook, afirmando que se trataba del «último que queda».

    Ninguno de los negocios ha respondido a solicitudes de comentarios, así que no queda claro cómo consiguieron los titís. Es posible que fueran los descendientes de titís capturados en la naturaleza antes de que la especie fuera protegida en 1975. O quizá los cazaron furtivos en las selvas de Brasil. Sin embargo, no existen registros oficiales de estos animales. «Los únicos titís león dorados de cuya existencia sepamos fuera de nuestra población controlada son los robados», afirma Mickelberg.

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    Muchos animales de zoo tienen microchips de identificación. Si algún veterinario tratase a uno de estos animales probablemente escanearía el chip y sabría cuál es su origen, pero no se ha devuelto de esta forma a ningún animal de zoo. Son escasas las ocasiones en que los zoos han recuperado a los animales robados, normalmente casos que implican robos por parte de empleados sin escrúpulos.

    Las autoridades policiales y de los zoos creen que la mayoría de animales robados en Europa occidental se llevan de contrabando a Europa del este, donde se venden a coleccionistas ricos de Asia, otros lugares de Europa y Oriente Medio.

    «Mi miedo es que alguien haya ordenado a estas personas que vayan al zoo para identificar al grupo de cría, porque los robados son, en su mayoría, grupos reproductores completos», afirma Franz Boehmer, agente de la Agencia Federal alemana para la Conservación de la Naturaleza.

    Pese a la naturaleza global de estos delitos, la Europol, la fuerza policial coordinada de Europa, señala que ningún estado miembro de la Unión Europea ha pedido ayuda para investigar casos de robos de animales salvajes. Aunque en la Unión Europea los ladrones pueden cruzar las fronteras con facilidad, las investigaciones suelen ser responsabilidad de la policía local, que no tienen ni el alcance ni los recursos para localizar a los animales.

    La policía local de Krefeld descartó a los guardas del zoo como sospechosos y dijeron a Dressen que quienquiera que hubiera robado los titís león dorados probablemente huyó del país a las pocas horas de cometer el delito y que sería complicado localizar a los animales. «Nuestro departamento de policía cree que se han vendido en Europa del este», afirma Daniel Uebber, portavoz de la policía de Krefeld.

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    ¿Acabaron los titís de Krefeld en Eslovaquia?

    Una semana después del robo de 2015, Dressen recibió un soplo de un hombre que había oído hablar de una pareja de titís león dorados en venta en Eslovaquia por casi 26.000 euros. Los vendedores, según dijo la fuente de Dressen, afirmaban haber conseguido a los animales recientemente en Alemania. Dressen comunicó esta información a la oficina del fiscal del distrito de Krefeld. Sin embargo, el fiscal dijo que no se había podido identificar a ningún sospechoso y cerró la investigación en octubre de 2015.

    En febrero de 2017, Dressen conoció a Boehmer, el agente de delitos de vida silvestre alemán que había estado supervisando los robos en zoológicos de toda Europa. Boehmer había compartido la información de Dressen con sus homólogos en Eslovaquia. «Sabemos que los animales podrían haber estado en Eslovaquia, pero no sabemos si siguen aquí o si se ha producido la transacción», afirmó el teniente Pavel Matulay, oficial que investigaba delitos medioambientales en la policía nacional eslovaca.

    El tití león dorado se encuentra en peligro de extinción en la naturaleza en gran parte debido a la pérdida de hábitat, pero también por el comercio ilegal de mascotas.
    Fotografía de Luciano Candisani, Minden Pictures, National Geographic Creative

    En ocasiones, los ladrones tienen un motivo todavía más pernicioso para vender a un animal en el comercio de mascotas. En marzo de 2017, unos furtivos entraron en el zoo de Thoiry, en Francia, mataron a un rinoceronte adulto y le cortaron el cuerno. «Este fue el primer caso de caza furtiva de rinocerontes en un zoo occidental», afirma Colomba de la Panouse-Turnbull, alta ejecutiva cuyo padre fundó el zoo de Thoiry.

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    Los robos: su significado para los zoos

    Poco después de la desaparición de los titís de Krefeld, Dressen contrató una patrulla de seguridad. Sin embargo, los ladrones regresaron en diciembre de 2015 y se hicieron con dos guacamayos jacintos, una especie amenazada de loro azul que puede venderse por decenas de miles de euros. Por eso Dressen incrementó la seguridad reforzando las cerraduras, mejorando el sistema de alarmas y estableciendo controles de seguridad nocturnos. Desde entonces, no se han producido intrusiones en Krefeld.

    Sin embargo, el asesinato del rinoceronte en Thoiry preocupó a Dressen. Krefeld tiene uno de los únicos programas de cría de rinocerontes negros de Alemania, y hace poco inauguró un nuevo recinto africano en el que los rinocerontes podrían dormir al aire libre. «Esta es nuestra filosofía, mantenerlos fuera», afirmó mientras contemplaba a un bebé rinoceronte comer heno junto a su madre.

    Remplazar las jaulas de hierro con recintos naturales y abiertos fue, al igual que los programas de cría, una señal de la evolución de los zoos, mejorando la vida de los animales y la experiencia de los visitantes del zoo, aunque también facilita el robo a los avariciosos contrabandistas de animales. Suele ser más fácil y barato sacar a un animal de un zoo en Europa que encontrar y capturar a uno en estado salvaje. Un zoo con varias hectáreas de terreno abierto es más difícil de proteger y vigilar que una institución pública interior, como un museo.

    «Con estos delitos, estamos retrocediendo de nuevo», afirmó Dressen. «Tenemos que encerrar a los animales dentro».

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