La armadura de este dinosaurio podría haber servido para el cortejo y la lucha

La forma de algunas placas de la armadura del dinosaurio Borealopelta es exagerada, lo que sugiere que habrían servido como aviso para sus rivales o para atraer a posibles parejas.

Por Michael Greshko
Publicado 2 dic 2017, 22:38 CET
Borealopelta
Una imagen del lado derecho del dinosaurio Borealopelta markmitchelli. El fósil descubierto accidentalmente por mineros de Alberta es el nodosaurio anquilosaurio en mejor estado de conservación.
Fotografía de Robert Clark&& National Geographic Creative

Sin duda alguna, la elaborada armadura de algunos dinosaurios les ayudaba a luchar. Pero para al menos un animal del Cretáceo, la cobertura de placas óseas también podría haber sido vital para encontrar el amor.

Un minucioso estudio del dinosaurio con armadura Borealopelta markmitchelli confirma que las espinas de su cuello y sus hombros eran bastante exageradas, quizá para llamar la atención de posibles parejas o rivales sociales. El efecto podría haberse visto acentuado por una envoltura de tejido blando que cubría las púas óseas que podemos ver hoy gracias al extraordinario estado de conservación del dinosaurio.

Hace unos 110 millones de años, este dinosaurio herbívoro murió y acabó en el fondo del océano. En 2011, unos mineros de Canadá excavaron sus restos por accidente y dieron con un increíble fósil en 3D en tan buen estado de conservación que parece como si el animal se hubiera convertido en piedra de repente. Desde que se reveló el descubrimiento en mayo, los científicos han estado estudiando detenidamente los espectaculares restos para intentar averiguar cómo vivía.

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No es del todo sorprendente que las protuberancias de su armadura hubieran sido útiles para el amor y para la guerra. Los elefantes usan sus colmillos como armas defensivas, pero también evalúan los colmillos de otros elefantes cuando intentan encontrar una pareja.

«La fuerza [evolutiva] tras la mayoría de estas elaboradas estructuras en los animales vivos —las plumas de la cola en las aves, la coloración de los lagartos, los cuernos de los mamíferos— es la selección sexual, en general», afirma Caleb Brown, investigadora del Royal Tyrrell Museum que estudia al Borealopelta con el apoyo de la National Geographic Society. «Esto no excluye su función como defensa o reconocimiento de especie».

El nuevo estudio de Brown sobre el Borealopelta, publicado el miércoles en PeerJ, es uno de los pocos estudios de este tipo sobre dinosaurios con armadura, y el primero que se centra en tejidos blandos, ya que raramente quedan fosilizados.

«Es difícil deducir la función a partir de la forma, incluso en animales vivos», explica Victoria Arbour, paleontóloga experta en dinosaurios con armadura en el Royal Ontario Museum que revisó los borradores del estudio. «Es un punto de partida genial».

Una armadura espectacular

Cuando los investigadores estudian la vida social y sexual de los animales, suelen buscar estructuras que crecen rápidamente hasta proporciones extremas una vez que el animal alcanza la madurez sexual, como los cuernos de las vacas. Pero averiguar estas tasas de crecimiento en el Borealoperta no es factible, ya que se necesitarían muestras de los huesos del dinosaurio. Por ahora, el fósil canadiense es el único conocido de su especie y gran parte de su esqueleto permanece escondido bajo la armadura y la piel.

Sobre el cuello del Borealopelta, las placas de la armadura presentan púas más altas y largas que las placas traseras. Fíjate en la banda de tejido más claro y flexible entre las placas más duras.
Fotografía de Robert Clark&& National Geographic Creative

En su lugar, Brown estudió cómo variaba la apariencia de las placas de la armadura del dinosaurio a lo largo de su cuerpo. Tras tomar medidas detalladas de cada una de las 172 placas del fósil —aproximadamente dos tercios de su cobertura estimada cuando vivía— descubrió que las espinas frontales del Borealopelta eran mucho más altas y largas que las placas de la armadura en la parte inferior de su espalda.

En especial, las imponentes espinas de su hombro se parecen a los cuernos de un toro, algo que dista mucho de las placas de la espalda, más planas y parecidas a tejas.

Brown también observó esta protuberancia en la cobertura fosilizada que en su día estaba hecha de una proteína denominada queratina y que cubría muchas de las placas. Algunos tejidos sobre las placas de la espalda solo tenían una longitud de apenas 2,5 milímetros. Sin embargo, la cobertura de las placas del cuello tenía más de 2,5 centímetros.

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Reconocimiento de patrones

¿Por qué tenía el Borealopelta todas estas ostentosas espinas tan cerca de su cabeza? Brown compara su elaborada armadura con una valla publicitaria que podría haber ayudado al animal a distinguir a miembros de la misma especie, a competir por una posición social o a encontrar posibles parejas; los mismos papeles que desempeñan los colmillos y los cuernos en otros animales vivos, además de la defensa.

El paleobiólogo Jakob Vinther afirma que el pigmento rojizo llamado fenomelanina cubría gran parte del cuerpo del Borealopelta a excepción de su vientre. De ser así, esta coloración de dos tonalidades podría haber ayudado al Borealopelta a esconderse de los depredadores.
Fotografía de Manuel Canales, NGM Staff; Patricia Healy. Ilustración: Davide Bonadonna. Fuentes: Caleb Marshall Brown y Donald Henderson, Royal Tyrell Museum of Palaeontology; Jakob Vinther; C. R. Scotese, Paleomap Project

Esta interpretación se ve respaldada gracias al trabajo anterior de Brown, que sugería que las espinas del hombro del Borealopelta eran de colores más claros en comparación con la piel marrón rojiza del dinosaurio, por lo que probablemente destacaba.

Dicho esto, los investigadores advierten que no se debe interpretar demasiado sobre la vida social del dinosaurio. Para empezar, todavía no sabemos cómo podría haber variado la armadura dentro de la especie o si los Borealopelta macho y hembra tenían una apariencia distinta (el sexo del fósil se desconoce).

«El estudio es muy bueno y en su mayoría convincente», añade David Hone, paleontólogo en la Queen Mary University of London, que revisó el estudio. «Pero al mismo tiempo, aunque es lo mejor que podemos hacer, ayudaría tener más información sobre los fósiles para probarlo».

Los fósiles futuros podrían ayudar a aclarar estas cuestiones. Arbour dirige un estudio de Zuul, un dinosaurio con armadura diferente y bien conservado que todavía no ha sido extraído del todo de la roca. Está ansiosa por comparar su exámenes finales de la armadura de Zuul con los resultados del Borealopelta.

«Tengo la corazonada de que es un patrón que se sostendrá», dice.

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