¿Cómo acabó una foca de la Antártida en una playa brasileña?

El joven animal no sobrevivió a su viaje, pero supone un asombroso caso de estudio para los biólogos.

Por Carrie Arnold
Publicado 11 ene 2018, 13:49 CET
Foca de Weddell
Una foca de Weddell descansa en una playa volcánica de la Antártida en una fotografía de archivo sin fecha.
Fotografía de Jason Edwards, National Geographic Creative

En 2015, en una remota estación de investigación biológica en la isla de Trinidad, a 1.166 kilómetros de Brasil, unos marineros vieron una pequeña foca gris nadando entre las olas.

Dos días después, encontraron su cadáver en la playa de Catelha, en la isla. Los científicos que la examinaron descubrieron algo que les dejó desconcertados: era una foca de Weddell joven.

El animal polar había viajado más de 5.150 kilómetros al norte de su hábitat antártico y 1.600 kilómetros más allá del punto más septentrional donde se había registrado a esta especie, en Uruguay. 

«Este es el punto más septentrional donde se ha visto a esta foca. Es un viaje largo, incluso desde la parte más septentrional de su área de reproducción», afirma el coautor del estudio Guilherme Frainer, de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS), en Brasil.

Frainer, biólogo marino que se encontraba en Trinidad estudiando a los delfines de nariz de botella, no se sorprendió al enterarse de que el animal había aparecido en la playa; la isla es famosa por la cantidad de animales varados.

«Pero me sorprendió enterarme de que era [probablemente] una foca de Weddell», afirma.

Perdida en el mar

Frainer no es experto en pinnípedos, el grupo de mamíferos marinos que engloba a focas y lobos marinos. Como la foca era joven, no presentaba ciertos rasgos distintivos propios de ejemplares adultos.

Sin nadie que pudiera hacer una identificación concluyente, Frainer y las autoridades de la Armada enterraron a la foca en la playa de Catelha en julio de 2015, poco después de descubrir el cadáver.

La cirugía cerebral pionera que salvó a un oso marino rescatado
Una osa marina ártica llamada Ziggy Star se ha sometido a un tratamiento médico revolucionario. Ziggy llegó al Mystic Aquarium, en Connecticut, después de que los rescatadores del Marine Mammal Center la encontraran varada en la bahía de San Francisco. Las resonancias magnéticas mostraron un trastorno cerebral que le provocaba convulsiones, lo que impedía que regresara a la naturaleza. Pese al tratamiento, los síntomas empeoraron y su cerebro se llenó de fluido. Ane Uriarte, de la Universidad de Tufts, elaboró un plan para operarla. Los veterinarios han tratado este síntoma —hidrocefalia— en perros y gatos. Pero nunca se ha tratado a osos marinos. La veterinaria Jen Flower informó de que Ziggy Star come y nada con normalidad en el Mystic Aquarium, donde es muy querida.

Sin embargo, en enero de 2017 Frainer regresó a Trinidad con la bióloga marina de la UFRGS Vanessa Heissler. Tras exhumar el cadáver y examinar la mandíbula, Heissler identificó al animal de forma concluyente. Sus resultados se publicaron el mes pasado en Polar Biology.

Se desconoce la causa de la muerte de la foca, pero Luis Huckstadt, experto en focas de la Universidad de Califonia, Santa Cruz, dijo que no le sorprende que el animal no lograra sobrevivir.

«Normalmente, cuando están a tanta distancia de su hogar, las focas están desorientadas, estresadas y en muy mal estado», explica Huckstadt.

Entonces, ¿cómo acabó la foca perdida tan lejos de su casa?

Las focas de Weddell suelen vivir en las gélidas aguas alrededor de la Antártida, aunque algunos grupos se reproducen en lugares tan al norte como las islas Shetland del Sur o la isla de Georgia del Sur, en el Atlántico sur. 

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    Como muchas especies marinas, las focas de Weddell tienen una habilidad extraordinaria para orientarse en aguas aparentemente monótonas. Pero en ocasiones pueden perderse o desviarse, especialmente si hay cambios de corriente.

    Corrientes cambiantes

    El verano de 2015 fue el comienzo de un intenso fenómeno de El Niño que modificó la corriente de las Malvinas, que se extiende a lo largo del este de Sudamérica. En lugar de detenerse en Río de la Plata, Argentina, la corriente continuó más hacia el norte, hasta Trinidad.

    Una imagen aérea de la isla de Trinidad en Brasil, donde pereció la foca.
    Fotografía de Cristiano Burmester, Alamy

    Franier cree que la foca indefensa probablemente se vio arrastrada por la corriente.

    Sin embargo, el descubrimiento no es solo significativo, sino que también es un ejemplo de cómo el cambio climático podría afectar a las poblaciones de animales.

    A medida que el hielo polar se derrite debido al cambio climático, se prevé que la entrada de agua dulce altere las corrientes oceánicas, lo que quizá podría hacer que estos desvíos empiecen a ser más habituales.

    «Estos casos todavía son extremos y muy inusuales, pero con más ojos atentos podremos saber qué está ocurriendo», afirma Huckstadt.

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