Descubiertas «protoarañas» con cola en ámbar birmano

Según los investigadores, la protoaraña todavía podría corretear por los bosques de Birmania en la actualidad.

Por Elaina Zachos
Publicado 7 feb 2018, 15:32 CET
Araña con cola
Imagen dorsal del espécimen Chimerarachne yingi.
Fotografía de Universidad de Kansas, KU News Service

Hace unos 100 millones de años, una diminuta y espeluznante especie de araña de ocho patas correteaba por la selva tropical de la actual Birmania. Esta antigua protoaraña, que mide pocos milímetros, contaba con rasgos arácnidos como las ocho patas y las glándulas productoras de seda, pero también tenían un rasgo particular: una cola larga y peluda.

Es probable que las criaturas vivieran en la corteza de árboles productores de resina durante el Cretáceo medio. Pero en algún momento, la savia de un árbol cubrió los cuerpos de algunas de ellas, atrapando y conservando sus cadáveres, que serían descubiertos por mineros de ámbar millones de años después. Finalmente, algunos de estos fragmentos de ámbar llegaron a las manos de paleontólogos como Paul Selden, autor de un estudio sobre los hallazgos publicado el 5 de febrero en Nature Ecology & Evolution.

¿Por qué tenía una cola este pariente de las arañas y qué hacía atrapada en ámbar? ¿Podría existir todavía esta araña?

Antiguos parientes

Los cuatro ejemplares macho, descubiertos en una cantera al norte de Birmania, no son exactamente «arañas». Con un nombre inspirado en un animal híbrido mitológico, la Chimerarachne yingi es una especie de protoaraña que vincula a las arañas primitivas con las criaturas de ocho patas actuales.

Paul Selden, investigador de la Universidad de Kansas, explicó que el arácnido primitivo probablemente empleaba su cola como antena.
Fotografía de Universidad de Kansas, KU News Service

La protoaraña habría tenido un aspecto similar a las arañas en la familia moderna Liphistiidae, que viven actualmente en el sureste asiático, China y Japón. Esta familia cuenta con unas 100 especies de arañas de tamaño medio que tienen placas y glándulas productoras de seda negras.

«Es la araña viva más primitiva», afirma Selden, que también dirige el Instituto Paleontológico de la Universidad de Kansas. «Vista desde atrás habría tenido un aspecto bastante similar».

La protoaraña tenía muchas características propias de los arácnidos, como colmillos, pedipalpos y cuatro patas para caminar. Las glándulas productoras de seda habrían sobresalido por su parte trasera, aunque no está claro cómo usaba exactamente la seda. Las arañas no empezaron a tejer telarañas en las ramas de los árboles hasta que sus presas, los insectos, empezaron a volar.

Las arañas también han empleado la seda para construir senderos a través de los que regresar a su hogar y líneas para desviar o atrapar presas, entre otros propósitos. Esta protoaraña, según los investigadores, probablemente cubría su madriguera con seda.

«Teje una tela, pero en el suelo», explicó Selden. La seda «casi seguro servía para mantener los huevos en el interior».

Las arañas con cola

Los investigadores han sabido durante más de una década que las arañas modernas evolucionaron a partir de las Uraraneida, una familia de criaturas con cola que se parecen a los arácnidos; otros especímenes que Selden ha descubierto van de los 290 a los 380 millones de años de antigüedad. En comparación, estos hallazgos son relativamente recientes y nunca se habían descubierto fósiles de arañas con colas.

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    La araña habría usado su cola peluda, que mide 2,5 milímetros, para percibir el entorno a su alrededor. El coautor Bo Wang explica que las colas podrían haber desaparecido cuando las criaturas pasaron de deambular en busca de comida a convertirse en depredadores que esperan quietos a sus presas. La cola habría sido innecesaria y finalmente la habrían perdido. En la actualidad no hay arañas con cola, y los arácnidos no necesitarían un flagelo sensorial porque pueden sentir las vibraciones en sus telarañas.

    Selden afirma que es posible que las protoarañas con cola aún vivan en la actualidad en las selvas de Birmania. Esas zonas no están muy estudiadas y, como la criatura es diminuta, es fácil que haya pasado desapercibida. No se sabe si las protoarañas eran venenosas, pero el zoólogo Gonzalo Giribet dice que probablemente no serían perjudiciales para las personas.

    Ataúdes de ámbar

    Todos los especímenes son machos adultos, por eso Selden dice que es posible que quedasen atrapados en la resina cuando salieron de sus madrigueras en busca de hembras.

    El ámbar ya se ha ganado la fama de cápsula del tiempo para especies primitivas. Este mismo mes se ha descubierto un ave de 99 millones de años de antigüedad en un fragmento de ámbar birmano, y también se han descubierto otros especímenes como garrapatas, colas de dinosaurio y partes de aves, así como arañas más antiguas.

    Y la lista de descubrimientos podría prolongarse.

    «Ya hemos descubierto otras arañas primitivas en este ámbar», afirma Selden.

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