Cómo los caracoles podrían algún día mejorar tu memoria

Estudiar los mecanismos de la memoria en organismos simples podría contribuir a desarrollar medicamentos para pacientes con traumas o demencia.

Por Elaina Zachos
Publicado 15 mar 2018, 13:36 CET
Caracol Lymnaea stagnalis
Los mecanismos de la memoria de los caracoles Lymnaea stagnalis podrían algún día ayudar a desarrollar medicamentos para los pacientes con traumas o demencia.
Fotografía de Oautlook, Alamy

Si piensas en un caracol y acto seguido en un humano, hay muchas diferencias obvias. Pero décadas de estudios dicen que nuestras memorias podrían tener más en común de lo que creíamos.

La memoria y la formación de recuerdos han sido objeto de investigación neurocientífica durante algún tiempo, pero la ciencia solo ha dado pasos graduales en este campo extremadamente complicado.

Uno de los avances más recientes es el descubrimiento de que la memoria es probablemente similar entre organismos, al menos a nivel molecular. Eric Kandel, neurocientífico de la Universidad de Columbia, ha investigado la memoria de las babosas marinas y los ratones durante años, y en el año 2000 obtuvo el premio Nobel por su trabajo.

«La gente se ha basado en este trabajo y ha resultado ser muy importante», afirma David Glanzman, profesor de neurobiología en el Instituto de Investigación del Cerebro de UCLA. «El objetivo de esta línea de investigación es reducir la memoria a su forma más sencilla posible. Las neuronas de estos caracoles son muy grandes y son perfectas para registros electrofisiológicos».

La electrofisiología, nombre alternativo a registro electrofisiológico, es el estudio de las propiedades eléctricas de las células y los tejidos biológicos. Puede ayudar a los médicos a entender los ritmos cardíacos anormales y ayudar a los científicos a investigar la memoria y la formación de recuerdos.

Ahora, un nuevo estudio de la Universidad de Sussex podría aportar información sobre la memoria humana mediante el estudio de los caracoles Lymnaea stagnalis. El estudio, publicado en Scientific Reports, podría aportar pruebas para entender cómo se recuerda el trauma y cómo pueden controlarse o manipularse los recuerdos.

Proteínas yin-yang

Los recuerdos temporales son recuerdos vívidos generados tras vivir experiencias intensas, sobre todo aquellas particularmente peligrosas o emocionales. Atormentan a los pacientes traumatizados, como los veteranos de guerra que sufren trastorno por estrés postraumático, con recuerdos oscuros de su pasado.

Las redes neuronales no pueden estudiarse con facilidad en humanos, en gran parte porque los científicos no pueden diseccionar los cerebros de personas vivas. Dichos estudios serían poco éticos, además de ilegales. Pero es diferente con los caracoles.

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«Hasta cierto punto, [los caracoles] pueden usarse para investigar los mecanismos implicados en recuerdos tan vívidos [en humanos]», afirma Sergei Korneev, autor del nuevo estudio.

Para este estudio, Korneev y otros investigadores entrenaron a caracoles para realizar ciertas actividades y, a continuación, les extrajeron los cerebros durante etapas diferentes de formación de recuerdos. A partir de ahí, localizaron, secuenciaron y compararon sus moléculas. Se centraron específicamente en los micro ARN, construcciones de ARN muy cortas que no codifican proteínas pero que son cruciales para formar recuerdos a largo plazo.

Después analizaron las proteínas conocidas como «yin-yang» —CREB1 y CREB2— que controlan la formación de recuerdos. Se turnaron para regular las proteínas formadoras de recuerdos e identificaron una molécula llamada micro ARN-137.

«Si bloqueamos la actividad de la 137, la formación de recuerdos a largo plazo resulta considerablemente afectada», afirma Korneev.

El próximo paso, según Korneev, es rastrear otras moléculas implicadas directamente en la formación de recuerdos a largo plazo. Hay cientos de tipos diferentes de micro ARN en el cerebro humano y este estudio solo investiga una de ellas.

Aplicaciones en humanos

El estudio supone la primera ocasión en que se ha demostrado que los micro ARN específicos son importantes para crear recuerdos a largo plazo tras un solo episodio de aprendizaje. Esto añade un nuevo nivel de entendimiento sobre cómo los organismos más simples, como los caracoles, pueden recordar tareas.

Si aprendieran a controlar los niveles de proteínas yin-yang, los investigadores podrían ser capaces de crear medicamentos para ayudar a personas con problemas de memoria, como los pacientes con traumas o demencia. Por ejemplo, podrían aliviar el bloqueo a la hora de formar nuevos recuerdos en pacientes de demencia y reprimir recuerdos dolorosos en personas que sufren trastorno por estrés postraumático.

«Creo que no cabe duda de que este tipo de investigación va a ser relevante para la enfermedad de Alzhéimer», afirma Glanzman, que no participó en el estudio. «Cuando algo no funciona en la memoria, puedes recurrir a organismos simples para obtener información sobre qué puede estar yendo mal en los humanos».

Cuanto más estudiamos a los caracoles para aprender cómo se crean los recuerdos, más esperanza hay de encontrar finalmente una forma de contrarrestar los recuerdos dolorosos y traumáticos o de abordar el bloqueo a la hora de formar nuevos recuerdos.

«Aunque [estudiar la memoria de los caracoles] parece extraño, existe un largo historial y ha resultado útil para obtener información clave sobre la memoria en mamíferos y humanos», afirma Glanzman, señalando que las moscas de la fruta también se han usado para el estudio de la memoria humana. «Parece confuso, pero en realidad no lo es».

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