87 elefantes han sido asesinados por furtivos en Botsuana

Los expertos tratan de explicar cómo ha podido ocurrir una matanza como esta en «el último bastión de los elefantes» en África, que podría haber dejado de serlo.

Por Rachael Bale
Publicado 5 sept 2018, 10:51 CEST
Elefantes
Al parecer, muchos de los elefantes asesinados recientemente habían sido objetivo de los cazadores furtivos cuando se acercaban a los abrevaderos, según Mike Chase, de Elefantes Sin Fronteras.
Fotografía de Sérgio Pitamitz, National Geographic Creative

Al menos 87 elefantes han sido asesinados por su marfil en Botsuana en los últimos meses, según la ONG de conservación Elefantes Sin Fronteras, que descubrió sus cadáveres. Mike Chase, director de la organización, explica que se trata de un aumento notable y preocupante en la caza furtiva en un país considerado el último bastión de los elefantes en África.

«Haber descubierto elefantes cazados furtivamente dentro de Botsuana, con algunas concesiones turísticas mundialmente famosas, ha sido un golpe tremendo», afirma. «Fue totalmente inesperado».

Elefantes Sin Fronteras llevaba a cabo reconocimientos aéreos para el gobierno de Botsuana cuando los observadores empezaron a ver cadáveres en torno al delta del Okavango, una región Patrimonio de la Humanidad de la Unesco lejos de las fronteras con Namibia y Zimbabue, donde los incidentes de caza furtiva se han sucedido con más frecuencia. Cada cuatro años, la organización realiza un censo de elefantes para el gobierno. En el censo más reciente, en 2014, se descubrieron nueve cadáveres de elefantes. En el reconocimiento de este año, que todavía va por la mitad, ya han encontrado 87.

El Departamento de Fauna Salvaje y Parques Nacionales de Botsuana publicó un comunicado en el que afirmaba que las alegaciones de Elefantes Sin Fronteras eran «falsas y engañosas». El comunicado sostiene que solo se contaron 53 y que muchos fallecieron por causas naturales.

Chase respalda sus cifras. «Soy un científico objetivo, sin un programa político. Me entristece que nuestro gobierno responda de esta forma». Según él, existe una ubicación por GPS de cada uno de los 87 cadáveres y hay varios testigos que los vieron. Chase afirma que en cada vuelo viajan cuatro personas, entre ellas un empleado del gobierno, y las grabaciones de voz de los vuelos pueden corroborar estos hallazgos.

Galería: Explora país por país la situación demográfica del elefante africano de sabana. El Gran Censo de Elefantes ha estudiado varios lugares del continente en 2014 y 2015. El Gran Censo de Elefantes estudió al 93 por ciento de la población de elefantes de sabana africanos en los lugares de estudio de estos países. Durante este periodo, Chad experimentó la mayor disminución, seguido por Camerún, la República Democrática del Congo y Tanzania. Fuente: Gran Censo de Elefantes. Algunos datos de tendencias históricas se basan en áreas más pequeñas que los lugares de estudio del Censo.

Botsuana alberga más de 130.000 elefantes —casi un tercio de los elefantes africanos de sabana— y, al parecer, se había librado en gran medida de la reciente crisis de caza furtiva de marfil. Las cifras de elefantes del continente se desplomaron un 30 por ciento entre 2007 y 2014, según el Gran Censo de Elefantes, un exhaustivo recuento aéreo de elefantes llevado a cabo por Elefantes Sin Fronteras que se completó en 2016. Los elefantes desempeñan un papel fundamental en la economía turística de Botsuana, que atrajo a casi dos millones de visitantes internacionales en 2017.

El descubrimiento de los cadáveres, que según Chase son principalmente de machos mayores con colmillos grandes, podría indicar un aumento de la infiltración de equipos organizados de cazadores furtivos en el país. Esto sucede en un momento en que los humanos se enfrentan cada vez más con los elefantes, en parte por las gran cantidad de elefantes que reside en Botsuana comparativamente. Y sucede también justo cuando el gobierno ha decidido quitarles las armas a sus guardabosques.

Guardas desarmados luchando contra furtivos armados

Durante décadas, Botsuana ha adoptado un enfoque agresivo respecto a los furtivos. A finales de los 80, el expresidente Ian Khama, entonces comandante de la Fuerza de Defensa de Botsuana (BDF, por sus siglas en inglés), desplegó 800 soldados para combatir la caza furtiva y ayudar a los guardias anti caza furtiva. En 2014, Botsuana adoptó una política no escrita de «tirar a matar», cuya legalidad es discutible.

En mayo, el nuevo presidente de Botsuana Mokgweetsi Masisi decidió desarmar la unidad anti caza furtiva del país. El mes previo a su investidura, descubrió que nunca había existido un marco legal para proporcionar armas a la unidad anti caza furtiva. Por eso les retiraron las armas, según explica Dereck Joubert, director de documentales de fauna salvaje y explorador residente de National Geographic que reside en Botsuana. El Departamento de Fauna Salvaje y Parques Nacionales la describe como una «medida correctiva».

Muchas personas, Chase incluido, creen que la reciente matanza estuvo parcialmente vinculada a la decisión de desarmar a la unidad anti caza furtiva. Aunque la política de «tirar a matar» siempre ha sido una estrategia polémica contra la caza furtiva, proporcionar armas a los guardias no lo ha sido.

«Creo que es muy difícil que cualquier gobierno envíe a sus ciudadanos al frente sin armas para luchar contra redes delictivas organizadas que están armadas hasta los dientes», afirma Chase. «Esta es la mayor área biogeográfica de elefantes que queda en el planeta. Es remota y de difícil acceso, y no es justo esperar que la BDF [lo gestione por sí sola]».

Sin embargo, a Joubert le cuesta creer que desarmar la unidad fuera la causa de la reciente matanza de elefantes. «Afirmar que la caza furtiva ocurrió porque quitaron las armas [a la unidad anti caza furtiva] no tiene sentido. Todavía hay 800 soldados armados de la BDF ahí fuera», afirma.

Goemeone Mogomotsi, asesor jurídico de la Universidad de Botsuana que ha estudiado las estrategias anti caza furtiva del país, describió la decisión de desarmar a la unidad como «desafortunada y regresiva».

En un estudio de 2017 de Mogomotsi y su colega Patricia Kefilwe Madigele, los coautores argumentan que Botsuana se ha convertido en un refugio para los elefantes precisamente porque ha armado a sus guardias y desplegado al ejército en las áreas de conservación. También hablan de que la política de tirar a matar de Botsuana ha ayudado, aunque esta medida de contención genera polémica entre otros académicos y los defensores de los derechos humanos se oponen a ella.

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    ¿Señales de alerta?

    Vanda Felab-Brown, experta en delitos y seguridad en el Brookings Institute, afirma que es probable que la causa de la matanza de estos 87 elefantes por parte de furtivos sea más compleja que haber desarmado a los guardias.

    «Es probable que el comunicado [de que los guardias serían desarmados] contribuyera considerablemente a tentar a los furtivos para que intensificaran la caza. Pero creo que es simplista afirmar que es la única causa», explica.

    Según ella, los incidentes de caza furtiva han aumentado en Botsuana durante los dos últimos años, tanto a nivel comunitario como a nivel profesional. Tanto Chase como ella explican que, a medida que los elefantes han sido prácticamente aniquilados en los países vecinos, es probable que las redes de tráfico se hayan desplazado a Botsuana, donde hay más animales que cazar.

    Felab-Brown también propone que la prohibición de cazar en Botsuana podría haber provocado más caza furtiva. Las comunidades que antes se beneficiaban de la industria de la caza de trofeos y los servicios turísticos vinculados a la misma perdieron oportunidades de empleo y fuentes de ingresos cuando se aprobó la prohibición. El turismo fotográfico no aumentó lo suficiente como para compensar la diferencia, según recientes investigaciones de Joseph Mbaiwa, del Instituto de Investigación del Okavango de la Universidad de Botsuana.

    Las comunidades también perdieron una importante fuente de carne de caza, y la falta de caza supuso el aumento de los animales salvajes cerca de las aldeas. Esto ha provocado más encontronazos entre humanos y elefantes, aumentando por consiguiente los incentivos para matar ilegalmente a los animales invasores. Según Mbaiwa, estos factores se han combinado, de forma que la gente que vive en zonas rurales ha desarrollado actitudes más negativas hacia la fauna salvaje, lo que ha su vez podría haber fomentado el aumento de la caza furtiva.

    Joubert no está de acuerdo. Explica que, cuando se permitía la caza, las concesiones solo estaban ocupadas cinco meses del año, haciendo que esas zonas fueran especialmente vulnerables a los furtivos durante los siete meses restantes. Con el turismo fotográfico, las concesiones están ocupadas todo el año.

    Actualmente, el gobierno está revisando la prohibición de la caza.

    La demanda sigue estando por las nubes

    La demanda de marfil de elefante procede principalmente de Asia, donde algunos lo consideran un símbolo de prestigio social. El marfil se talla para convertirlo en esculturas, estatuillas, palillos, joyas y todo un abanico de objetos. Aunque el comercio internacional de marfil lleva prohibido desde 1990, el mercado nacional chino ha sido legal hasta finales de 2017.

    La decisión histórica de China de clausurar su mercado de marfil ha sido celebrada en todo el mundo. Pero, según Felab-Brown, el reciente asesinato de estos 87 elefantes en un lugar como Botsuana parece indicar que la prohibición no ha surtido el efecto inmediato esperado. «La prohibición lleva nueve meses en vigor y esto sigue ocurriendo. Significa que todavía hay mucho flujo comercial en alguna parte», afirma. «El mercado chino no se ha agotado».

    Hong Kong y Japón, ambos con mercados internos legales de marfil, siguen siendo los destinos principales del marfil ilegal, así como China y Estados Unidos.

    «Ahora mismo, vivimos un momento sombrío en la conservación de elefantes», afirma Chase.

    Joubert desaconseja insinuar que exista una barra libre de caza furtiva en Botsuana ahora mismo. Sin embargo, afirma que «incluso si un solo elefante ha sido asesinado, es demasiado. Debemos movilizarnos. Debemos asegurarnos de que no se intensifique».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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