Así engañan a las abejas las larvas parásitas de escarabajo

El ciclo vital de un coleóptero de la familia Meloidae no es solo fascinante, sino que podría arrojar luz sobre cómo se forman nuevas especies.

Por Jason Bittel
Publicado 14 sept 2018, 14:25 CEST
Habropoda pallida
Una Habropoda pallida cubierta de larvas de meloido parásitas, que elaboran feromonas que imitan las de una abeja hembra lista para aparearse.
Fotografía de Dra. Leslie Saul-Gershenz

Imagina ir a una primera cita con alguien que lleva un perfume que te vuelve loco. Pero cuando te inclinas para ese primer beso, te das cuenta de que tu pretendiente no es más que una masa de larvas parásitas de coleóptero meloido. Esa es la situación por la que pasa la abeja Habropoda pallida.

Al parecer cuando una abeja macho va zumbando entre las dunas de arena, huele lo que parecen ser feromonas de abeja hembra. En esta especie, el apareamiento es muy competitivo, de forma que el macho decide echar un vistazo.

Por desgracia para él, las larvas de meloido han desarrollado la capacidad de crear sustancias químicas que hacen que huelan como una abeja hembra. Estos bichitos pueden potenciar su olor subiendo por una brizna de hierba y formando una bola de crías de escarabajo del tamaño de una abeja. Estas larvas se conocen como triungulinos por sus patas, que tienen tres garras parecidas a garfios.

Cuando la abeja macho intenta aparearse con este señuelo, los triungulinos se agarran a él con sus garras y lo llevan a las dunas inferiores. Finalmente, cuando el macho emprende el vuelo en busca de una hembra real, lo hace con una horda de polizones aferrados a su cuerpo peludo. Las larvas se aferran a la hembra y la llevan a una madriguera.

Allí, pone un solo huevo y deposita una gran cantidad de polen y néctar. Pero dichos nutrientes podrían no llegar a la cría, porque los triangulinos los devoran antes de transformarse en adultos.

Pero esa no es la parte más interesante.

Esta semana, un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences informó de que, según la parte del mundo en la que se encuentren, los escarabajos de la familia Meloidae de la misma especie son capaces de modificar sus cócteles químicos para atraer a tipos diferentes de abejas en ecosistemas distintos.

Esto significa que los escarabajos tienen un olor en California y otro en Oregón. Esta divergencia extrema ha hecho que los investigadores sospechen que los escarabajos podrían estar en pleno proceso de convertirse en una especie diferente.

Leslie Saul-Gershenz, ecóloga químico de la Universidad de California, Davis, y autora principal del estudio, explica que es probable que esta especiación se esté produciendo, «pero lleva mucho tiempo».

La aguda nariz del escarabajo

Las larvas de meloido vuelven a la madriguera con la hembra y devoran los nutrientes destinados a la cría de abeja.
Fotografía de Dra. Leslie Saul-Gershenz

La nariz humana no puede detectar las fermonas de escarabajos o abejas, pero existe otro aspecto del nuevo estudio que podemos ver con nuestros propios ojos.

Cuando las larvas de meloido recorren las arenas del desierto del Mojave de California, siempre trepan al menos 28 centímetros por sus tallos de hierba. Sin embargo, los triungulinos de la misma especie nunca ascienden más de 10 centímetros en las dunas costeras de Oregón.

Esto podría tener dos explicaciones.

«En el Mojave, la arena está muy caliente», afirma Saul-Gershenz, que señala que las temperaturas pueden superar los 48 grados centígrados.

Pero no es solo que a los escarabajos no les guste la arena caliente. La altura del pedestal de los triungulinos refleja la altura de paso de las especies de abeja que quieren parasitar.

Es más, cuando Saul-Gershenz y sus colegas sacaron huevos de escarabajo meloido de Oregón y los dejaron eclosionar en el Mojave, las larvas de escarabajo se quedaban en las partes bajas de la hierba. Del mismo modo, las larvas de California treparon a lo alto de la hierba cuando las colocaron en el noroeste del Pacífico.

Así que no solo existen dos poblaciones de escarabajos que desarrollan olores diferentes, sino que también desarrollan comportamientos diferentes.

Llegados a este punto, Saul-Gershenz afirma que podría ser interesante observar las feromonas que producen los escarabajos para atraerse entre sí y comprobar si estos olores también han cambiado. Si las hembras de Oregón no se aparean con machos de California, o viceversa, sería una prueba más de la división de la especie.

«La historia de la adaptación y la selección natural en esta especie de escarabajo está escrita en su producción química», afirma Gwen Pearson, entomóloga de la Universidad de Purdue que no participó en el estudio.

«Fábricas químicas diminutas»

El estudio es otro ejemplo de «cómo los insectos son fábricas químicas diminutas», afirma Pearson.

De hecho, cabe destacar que las sustancias químicas de los escarabajos meloidos han aparecido en las noticias en otras ocasiones, pero vinculadas a otro nombre: la mosca española.

Los escarabajos meloidos producen una secreción defensiva denominada cantaridina, considerada durante mucho tiempo un afrodisíaco para los humanos. En realidad, es más bien un veneno, ya que su consumo provoca vómitos y diarrea. Una sola gota sobre la piel humana puede provocar ampollas (blister en inglés, de ahí su nombre común, «blister beetles»).

«No lo lamas ni te lo restriegues, o te arrepentirás», afirma Pearson.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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