Los curiosos disfraces de los cangrejos

Los cangrejos se visten para estar seguros, cubriéndose con objetos como algas y erizos.

Por Liz Langley
Publicado 3 sept 2018, 11:33 CEST
Un cangrejo decorador
Un cangrejo decorador del mar Rojo emplea un fragmento de coral como camuflaje.
Fotografía de Chris Newbert, Minden Pictures, National Geographic Creative

Para la mayoría, los cangrejos no son más que un animal con muchas patas que encontramos en la playa, pero los cangrejos se toman muchas molestias para estar espectaculares.

Las 7.000 especies de cangrejos de la Tierra tienen aspectos que pueden ir de lo aterrador a lo adorable, pasando por lo surrealista. Algunos son fashionistas, mientras que otros toman decisiones de estilo bastante raras (como pelucas tóxicas).

Sus conjuntos nos maravillan y nos sorprenden, y no podemos evitar preguntarnos por qué se disfrazan así.

¿Quién te viste?

Los cangrejos de la familia Dromiidae, que habitan África occidental y el Mediterráneo, se colocan esponjas en la cabeza y el cuerpo, no para llamar la atención, sino precisamente para evitar hacerlo.

Las esponjas camuflan a los cangrejos de los depredadores y algunas especies también emiten sustancias químicas tóxicas o nocivas, haciendo que el cangrejo no sea muy apetecible para los depredadores.

Estos cangrejos usan su par de patas traseras «para sostener una esponja intacta sobre el cuerpo», afirma Jay Stachowicz, ecólogo marino de la Universidad de California en Davis. «Suelen moldear la esponja para que encaje sobre gran parte del caparazón», o exoesqueleto rígido.

Por su parte, los cangrejos decoradores «tienen pelos ganchudos por todo el caparazón que actúan como el velcro para sostener cualquier elemento decorativo», afirma Stachowicz.

Su atuendo depende de la especie de cangrejo.

«Algunos son muy quisquillosos», explica. «Se protegen de los depredadores empleando algas tóxicas o anémonas de mar urticantes» que, como las esponjas, pueden disfrazar al cangrejo y disuadir a los depredadores.

Otros «emplean materiales según lo que encuentren en su entorno», de forma que simplemente se camuflan.

¿Ermitaños con compañeros de piso?

Los cangrejos del género Loxorhynchus, del suroeste de Estados Unidos, «son los decoradores más extremos», afirma Stachowicz. Se cubren con anémonas y briozoos, diminutos animales que pueden tener aspecto vegetal, peludo o gelatinoso.

Los cangrejos Dorippe frascone, del Indo-Pacífico y África oriental, tienen patas negras especializadas que les permiten soportar el peso de un erizo de mar protector cuando salen a pasear. Algunos erizos tienen púas venenosas, pero ¿quién querría probar si los que llevan estos cangrejos son de los venenosos?

También está el cangrejo guisante (Pinnotheres pisum), que ni se molesta en disfrazarse. Sencillamente, se esconde dentro de otro animal.

Los cangrejos guisante viven dentro de bivalvos como mejillones y ostras, según explica Judith Weis, bióloga marina en la Universidad Rutgers y autora de Walking Sideways:The Remarkable World of Crabs.

Según la especie, pueden ser comensales, pasajeros inofensivos, o parasitarios, que arrebatan la comida que podría usar el mejillón y dejan a su huésped algo más delgado.

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    Un Austrodromidia octodentata en Australia meridional con un disfraz de esponja. Estos cangrejos modifican las esponjas para que encajen.
    Fotografía de Fred Bavendam, Minden Pictures, National Geographic Creative

    Finalmente, los cangrejos ermitaños tienen un exoesqueleto duro en la parte delantera y protegen su parte trasera buscando caracolas abandonadas en las que vivir. Sus cuerpos blandos están enroscados de forma que encajan en las conchas en espiral, aunque por desgracia algunos encuentran hogares menos adecuados, como la basura de los humanos.

    Weis explica que, a medida que crecen, necesitan conchas más grandes, «del mismo modo que los niños necesitan zapatos más grandes conforme crecen».

    Algunos ermitaños duplican su protección fijando una anémona a la caracola. Weis explica que, si se mudan a una nueva concha, quitan las anémonas de sus caracolas antiguas y las adhieren a las nuevas.

    Las anémonas se benefician de la movilidad del cangrejo, que les aporta nuevos lugares de alimentación de los que no disfrutarían si el crustáceo fuera estático.

    También pueden alimentarse de las sobras si su cangrejo huésped «come de forma descuidada», afirma Weis.

    Una decoración alegre

    Los cangrejos Lybia edmondsoni tienen pinzas pequeñas en las que transportan anémonas pequeñas «que permiten al cangrejo defenderse mejor y aprovecharse de la comida que captura la anémona».

    Y por último, pero no por ello menos importante, los cangrejos ermitaños del género Paguropsis, que habitan en el Indo-Pacífico occidental, son un tipo de cangrejo ermitaño que ni siquiera se molesta en escoger una concha. Simplemente se ponen la anémona y la ponen en una parte más alta o baja de sus cuerpos, como si fuera una sábana.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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