¿Qué pasaría si desaparecieran las tortugas?

Un nuevo estudio analiza el descenso de estos iconos de la longevidad.

Por Liz Langley
Publicado 11 oct 2018, 16:17 CEST

Algo adorable de las tortugas es que nunca parecen estar ocupadas. Buscan comida tranquilamente en el bosque o toman el sol sobre un tronco, llevando en apariencia una vida de ocio.

Sin embargo, pese a su comportamiento calmo, las tortugas son personajes influyentes ecológicamente hablando, gracias a que excavan, se desplazan mucho más lejos de lo que crees y se mueven entre ecosistemas, como el océano y la playa.

También son muy apreciadas, siendo un tipo de animal con el que la gente apenas tiene problemas y al que nadie teme. Son fundamentales en muchas mitologías y, como primera mascota para muchos niños, son un puente tranquilo entre lo doméstico y lo salvaje.

Además, son una especie de puente entre la tierra y el agua, dependiendo de la especie.

«Todos los animales con columna vertebral y caparazón son tortugas», afirma Jeffrey Lovich, ecólogo e investigador del Servicio Geológico de los Estados Unidos, siendo un término genérico para referirse, por ejemplo, a tortugas marinas, testudínidos o galápagos. «Es el único animal que ha vivido que tiene las caderas y los omóplatos dentro de la caja torácica».

Con una distinción: los testudínidos son animales exclusivamente terrestres y no nadan. Otras tortugas pueden ser acuáticas, semiacuáticas o vivir principalmente en tierra, mientras que otras viven solo en agua salobre.

Entonces ¿qué ocurriría si desapareciesen?

Tortugas en apuros

Varias especies de tortugas se encuentran ya en peligro de desaparecer.

La tortuga de Swinhoe ha quedado reducida a cuatro ejemplares. La tortuga de río del norte, una especie en la que los machos atraviesan un drástico cambio de color durante la temporada de apareamiento, está recibiendo ayuda para alejarse del borde de la extinción gracias a programas de cría como la Turtle Survival Alliance en la India y el Turtle Island Conservation Breeding and Research Center for Turtles de Bangladesh.

Entre 2004 y 2014, las poblaciones de tortugas del desierto de California, Nevada y del sur de Utah descendieron un 37 por ciento.

Y dichas tortugas están «protegidas según la que posiblemente sea la ley medioambiental más dura del mundo, la Ley de Especies en peligro de extinción [estadounidense]», afirma Lovich, autor principal de un nuevo estudio en la revista Bioscience sobre el descenso de las tortugas. Un desconcertante 61 por ciento de las 356 especies de tortugas se han extinguido o están amenazadas en la era moderna.

Es complicado imaginarse el descenso de las tortugas, pero la sobreexplotación por su carne y para el tráfico de mascotas, el cambio climático y la destrucción de hábitat se están interponiendo en el importante papel que desempeñan en la Tierra.

Han sobrevivido a los dinosaurios, pero «ninguna tortuga tiene tiempo para evolucionar para evitar que la atropellen en una carretera», afirma Whit Gibbons, profesor emérito de ecología en la Universidad de Georgia y coautor del estudio sobre las tortugas.

¿Qué hacen por nosotros?

Entonces ¿cómo sería un mundo sin tortugas? Primero hablemos de cómo olería un mundo sin tortugas.

Gibbon explica que «las tortugas son grandes carroñeras, las basureras de una zona», ya que se comen los peces muertos de lagos y ríos. «No provocan daños y hacen mucho bien».

Las tortugas también aportan hogares a muchas criaturas. Las madrigueras excavadas por las tortugas de la Florida acogen a más de 350 especies, como mochuelos de madriguera, conejos y linces rojos.

Las tortugas son bioingenieras, ya que mantienen el ecosistema sano y variado al dispersar semillas. Una tortuga de caja que se come algunas fresas, camina medio kilómetro y defeca las semillas está aportando algo al paisaje. También rotan la arena del lecho marino y redistribuyen la energía de un ecosistema a otro. Las tortugas marinas que anidan dejan en torno a un 75 por ciento de su energía en tierra en forma de huevos y crías antes de volver al mar.

Un mundo más pobre

Entonces, las tortugas hacen mucho por la ecología del mundo. ¿Qué más perderíamos?

Según Gibbon, la ausencia de tortugas sería «una pérdida cultural y psicológica» para muchas sociedades. Respetamos sus rasgos, como la persistencia y la serenidad. Son un reptil que casi todo el mundo adora.

«Nunca he escuchado a nadie decir que espera que no se le meta una tortuga en casa», afirma.

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    «Son un parangón de supervivencia y resultaría terrible que hayan superado 200 millones de años para quedar eliminadas en los últimos siglos», afirma. «No sería un buen legado para nosotros».

    Algo que la gente puede hacer, según Lovich, es no llevarse a casa tortugas salvajes. Pueden conseguirse en centros de rescate, donde mucha gente deja a las que ya no quieren como mascota, un plan mejor que liberarlas en la naturaleza, donde no sobrevivirían.

    «Que las tortugas salvajes sigan siendo salvajes», afirma Lovich, y dejarlas donde están, por su bien y por el nuestro.

    En última instancia, el mundo sería menos rico sin estos animales únicos. Gibbons lo compara con perder otro tipo de felicidad.

    «Si sacaras todas las norias de los parques de atracciones, todavía tendrías parques de atracciones. Pero serían menos emocionantes, ¿no?», explica.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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