Dentro del perturbador mundo del tráfico de fauna silvestre

Para denunciar a los criminales que trafican con animales, Rachel Nuwer se convirtió en una infiltrada, haciéndose pasar por prostituta.

Por Simon Worrall
Publicado 13 nov 2018, 13:39 CET

Un reciente informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) ha demostrado que, entre 1970 y 2014, la población de vertebrados descendió una media de un 60 por ciento. Aunque fue principalmente la consecuencia de la pérdida de hábitat, el tráfico de fauna silvestre —ya sea cuerno de rinoceronte, hueso de tigre o animales capturados para el mercado de mascotas exóticas— supone una amenaza creciente para la supervivencia de muchas especies. Pero, como escribe la colaboradora de National Geographic Rachel Love Nuwer en su nuevo libro Poached: Inside the Dark World of Wildlife Traffickingmuchas organizaciones y personas valientes luchan por desenmascarar a estos delincuentes y salvar a los animales.

Desde su apartamento de Brooklyn, Nueva York, Nuwer explicó cómo las creencias supersticiosas de China y el Sudeste Asiático son el motor de este tráfico; cómo las autoridades y no los conservacionistas deben combatir el tráfico de fauna silvestre; y cómo se hizo pasar de prostituta para infiltrarse en una granja de tigres de Laos.

Se estima que el tráfico de fauna silvestre mundial tiene un valor de entre 7.000 y 23.000 millones de dólares. ¿Quién lo dirige? ¿Dónde están los puntos calientes? ¿Quién se beneficia? ¿Cuáles son los animales más afectados?

Fotografía de Hachette Book Group Company

Los animales más obviamente afectados son la megafauna grande y carismática, como rinocerontes, elefantes, tigres e incluso osos. En realidad, hablamos de millones de animales individuales de miles de especies. Abarca la caza furtiva para joyería, mascotas, medicinas tradicionales, trofeos o carne salvaje, que en algunas culturas se considera un artículo de lujo. Es un comercio global. Sin embargo, gran parte de la demanda de productos de fauna silvestre se encuentra en Asia, sobre todo en China y Vietnam. Se debe principalmente al aumento de la riqueza en esos lugares durante las últimas décadas, de forma que las personas que antes no podían permitirse artículos como joyas de marfil o tallas de cuerno de rinoceronte, ahora sí pueden. Hay más demanda que oferta.

Existe el malentendido, sobre todo en los medios, de que quienes lo controlan todo son cabecillas al estilo Pablo Escobar. Aunque hay pruebas de que existen personas como esas, gran parte del comercio ilegal está compuesto por criminales oportunistas y desorganizados. El tipo de Zimbabue que mata a un elefante y lleva sus colmillos hasta una aldea cercana no conoce al tipo de la ciudad que se los vende al agente aeroportuario corrupto, quien, a su vez, no sabe a quién van destinados esos colmillos en Malasia o Hong Kong.

Esa es una de las razones por las que resulta tan complicado combatir este problema. No puedes simplemente derrotar a un par de peces gordos y resolverlo de un plumazo. Aun cuando detienes a esos cabecillas, muchas veces sus colegas los remplazan enseguida.

La mayoría podríamos dibujar un elefante o un rinoceronte. Pero no todos podríamos describir el aspecto de un pangolín. Preséntanos a este tímido animal y explícanos por qué es tan preciado y se enfrenta a la posibilidad de extinguirse.

Los pangolines son sin duda mi nuevo animal favorito después de haber escrito este libro. En Estados Unidos y Reino Unido los conocen como «osos hormigueros escamosos», lo que resulta gracioso porque no están estrechamente relacionados con los osos hormigueros. Están más emparentados con los gatos y los perros. Se parecen a piñas andantes con patas, o dragones diminutos de aspecto inusual.

Existen cuatro especies de pangolín en Asia y otras cuatro en África. Por desgracia, por su aspecto extraño, la gente acostumbra a atribuirles propiedades mágicas o medicinales. Sociedades tradicionales de todo el mundo usan a los pangolines de formas diferentes, sobre todo sus escamas. La mayor fuente de demanda es la medicina china tradicional, y en Vietnam se practica una versión de esta. Sus escamas se hierven, se secan y se muelen para formar un polvo que se da a mujeres con problemas de lactancia, por ejemplo. En Vietnam, su carne se considera un manjar. Si llamas con antelación a un restaurante de carne salvaje, te lo preparan o le cortan el cuello justo en el momento.

A nivel mundial, los tigres también se enfrentan a retos especialmente inquietantes. Descríbenos el panorama del comercio ilegal y las antiguas supersticiones que lo impulsan, motivadas muchas veces por la inseguridad sexual masculina. ¿Se hace suficiente para combatir estas creencias primitivas?

¡No cabe duda de que no! Hoy en día, se estima que quedan 4.000 tigres en la naturaleza. Hay muchos más en cautividad. Cuando digo cautividad, me refiero a los jardines de gente de Estados Unidos y otras partes, que es un tema totalmente diferente, y en las denominadas granjas de tigres en China y el Sudeste Asiático. Crían a los tigres y después los matan por sus huesos, su carne, su pelaje, sus dientes y sus garras. Las partes más solicitadas son el pene y los huesos, que se empapan en un vino de arroz asqueroso y se sirven, normalmente a hombres. Se supone que les imbuye de la destreza y la energía sexual del tigre.

A los chinos se les ha dado muy bien dar el espectáculo con la clausura del comercio de marfil, pero aparte de eso se hace poco para combatir el tráfico de fauna silvestre. El presidente Xi ha reducido la corrupción, que implica clausurar los restaurantes de carne salvaje. Pero no hay ninguna campaña de reeducación para desalentar el uso de productos de tigres. De hecho, las investigaciones por parte de los grupos de conservación demuestran que las autoridades del gobierno figuran entre los compradores más habituales de vino de hueso de tigre en China y otros países asiáticos. No tienen intención de ponerle fin.

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    Visitaste una granja de tigres en la Zona Económica del Triángulo Dorado, en Laos, haciéndote pasar por prostituta. Cuéntanos esa historia y dinos si las granjas podrían ser una solución al tráfico de tigres.

    [Se ríe] Visitar aquel lugar me puso bastante nerviosa. Se supone que es un semillero de crimen, drogas, prostitución y, cómo no, tráfico de fauna silvestre. Había hablado con una mujer llamada Debbie Banks, una investigadora de fauna silvestre excelente que trabaja en la Agencia de Investigación Medioambiental en Londres, y me había contado que las únicas personas que van allí y que no son chinas, vietnamitas o tailandesas son prostitutas rusas o ucranianas, o mochileros. Y pensé, vale, la primera opción parece más entretenida y tengo ropa reveladora, así que optaré por eso. Viajé con una amiga y mi marido desde Nueva York porque me ponía nerviosa ir sola. Llevábamos ropa ridícula y nadie parecía fijarse en nosotros, mucho mejor. Entramos en las tiendas y vimos cantidades gigantescas de marfil, cuerno de rinoceronte y productos de tigre abiertamente a la venta, y pasamos por el casino Kings Romans, donde también se exhibían abiertamente marfil y cuerno de rinoceronte. Visitamos la granja de tigres del recinto, donde me dijeron que los clientes podían comprar el animal que querían cenar en cualquier restaurante de las instalaciones. Fue una experiencia bastante difícil. Había tigres dando vueltas en jaulas diminutas, aullando de forma lastimosa, y varios osos que sufrían claramente algún tipo de trastorno por estar encerrados en jaulas.

    Existe un grupo de personas, sobre todo en China y en países del sur de Asia, que argumenta a favor de lo que se denomina «uso sostenible de productos de fauna silvestre», ya sea vender marfil o criar tigres y rinocerontes para obtener las partes de sus cuerpos. Pero las granjas de tigres se han vinculado al blanqueo de los tigres capturados ilegalmente en la naturaleza y que se hacen pasar por productos [lícitos]. De forma que las granjas de tigres suponen una amenaza fundamental para los tigres salvajes. Eso por no hablar de la defensa humana de los animales. Estos animales viven vidas desgraciadas.

    Se estima que, entre 2007 y 2014, 144.000 elefantes fueron asesinados por su marfil, un descenso de un 30 por ciento en la población total en solo siete años. Asististe a una quema de marfil en Kenia. Háblanos del panorama y explícanos la lógica de esta idea. ¿Disminuye el tráfico?

    La primera gran quema de marfil tuvo lugar en 1989. La organizó el paleontólogo Richard Leaky en Kenia. Su idea era crear un espectáculo que el mundo fuera incapaz de ignorar. Y funcionó. Unos meses después, hizo que varios países votasen para otorgar a los elefantes el mayor grado de protección internacional, lo que prohibía el intercambio comercial de marfil, ¡un logro impresionante!

    No se ha demostrado que disminuya el tráfico, pero esa no es la meta principal de las quemas de marfil. Es un método para crear conciencia y difundir información sobre el tráfico de fauna silvestre. Otro propósito importante es sencillamente sacar el marfil de la circulación, porque se sabe que muchos depósitos, sobre todo en países en vías de desarrollo, filtran marfil y cuerno de rinoceronte. Consigues incautar 50 toneladas de marfil a algún delincuente y después, semanas o meses más tarde, esas 50 toneladas quedan reducidas a 25 por la corrupción. El mensaje general es que jamás se debe comerciar con marfil. No tiene ningún uso, salvo como colmillos de elefantes en los propios elefantes.

    Una de las muchas activistas inspiradoras a las que conociste fue la británica Jill Robinson. Háblanos de ella y del atroz comercio de bilis de oso.

    Jill es impresionante. Vivía en Hong Kong y trabajaba con gatos y perros, pero un día alguien le mencionó una granja de osos criados por su bilis y eso atrajo su interés. Hizo un tour a una granja de osos en China continental y, en un momento dado, dejó al grupo porque escuchó ruidos en el sótano. Bajó por las escaleras hasta una sala oscura donde encontró un montón de jaulas de osos en condiciones terribles, con heridas abiertas. Jill vivió un momento de conexión y acabó dedicando su vida a poner fin a la cría de osos por su bilis. Su organización, Animals Asia, ha salvado a cientos de osos de estas granjas y los ha llevado a centros de rehabilitación.

    Lo que pasa con la bilis de oso es que es una de las pocas medicinas tradicionales chinas que es eficaz. Sin embargo, el componente activo, ácido ursodesoxicólico, puede sintetizarse en laboratorios, así que no es necesario tener a los osos en condiciones tan horrorosas ni mantenerlos cautivos. El problema es que los usuarios de China y Vietnam quieren que proceda de un animal salvaje y libre, porque creen que absorben la esencia de algo puro y fuerte.

    En una conferencia en Londres a principios de mes, se sugirió que la mejor forma de frenar el tráfico de fauna silvestre, como con el tráfico de drogas, era seguir el dinero y no al animal, como se acostumbra a hacer. ¿Tú qué opinas? ¿Se hace suficiente para interceptar estos fondos ilícitos?

    ¡Es un buen argumento! Sin duda no se hace suficiente, porque no se hace casi nada en términos de investigar la parte del delito financiero. El problema del comercio ilegal de fauna silvestre es que se considera que pertenece al ámbito de conservacionistas, biólogos o ecologistas. Pero es como asignar la tarea de frenar el tráfico de cocaína y heroína a los botánicos. Necesitamos que los expertos en crimen se impliquen, sobre todo los expertos en blanqueo de dinero, porque muchas veces los castigos que conlleva incumplir la legislación de fauna silvestre son insuficientes. ¡Traficar un cuerno de rinoceronte que podría valer 30.000 dólares puede costarte una multa de 100 dólares! La legislación respecto al blanqueo de dinero sería mucho más firme. Creo que deberíamos centrarnos en los delitos. Necesitamos expertos criminales, no expertos en fauna silvestre, y debemos tratar estos delitos como cualquier otro tipo de delito, no como algo especial porque implique a animales salvajes.

    Existen aspectos positivos en esta historia. Háblanos del parque nacional de Zakouma en Chad y de qué crees que les depara el futuro a los animales traficados.

    El parque nacional de Zakouma, en Chad, tenía una población de elefantes de unos 4.000 ejemplares, una de las manadas más grandes de África Central, pero en menos de una década, dicha población se desplomó a solo 450 ejemplares. Estaba siendo asediada por los cazadores yanyauid, que venían desde Sudán para perpetrar esta masacre y llevarse el marfil para venderlo. Todos se habían resignado a decir adiós a esos elefantes. Sin embargo, una organización sin ánimo de lucro espectacular llamada African Parks negoció con el presidente de Chad para tomar control del parque. Gracias a su labor, la caza furtiva es prácticamente inexistente y la población de elefantes vuelve a crecer. Incluso están teniendo más crías, ¡es increíble!

    Hay otras personas que lo dan todo para salvar la fauna silvestre de sus países. Thai Van Nguyen, fundador de Save Vietnam’s Wildlife, es un buen ejemplo. Es vietnamita, su organización es dirigida por vietnamitas y es la única persona de Vietnam con capacidad para rehabilitar pangolines rescatados del tráfico de fauna silvestre. Thai los lleva a sus instalaciones, los rehabilita y, cuando son lo bastante fuertes, él y sus colegas llevan a los pangolines a emplazamientos secretos y los liberan.

    Personas como Thai ganan tiempo para que el resto nos pongamos las pilas y decidamos que queremos poner fin a esto. Y que vale la pena salvar a los animales.

    Hemos editado esta entrevista por razones de longitud y claridad.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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