Hallan altos niveles de plastificantes en los delfines del Mediterráneo

Al sur del Mediterráneo, cerca del estrecho de Gibraltar, los delfines portan ya altos niveles de plastificantes en tejidos como grasa, hígado, músculo y cerebro, donde presentan más tendencia a acumularse.

Por Cristina Crespo Garay
Publicado 7 mar 2019, 16:39 CET
Fotografía de Csic, Circe
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En el cerebro, en el hígado, en la grasa o en los músculos. Los compuestos organofosforados de los plastificantes ya habitan en los tejidos de todos los delfines estudiados en el mar de Alborán, llegando incluso a acumulaciones de 25 microgramos por gramo de grasa, según el nuevo estudio liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Utilizados como retardantes de llama o plastificantes, estos compuestos alcanzan niveles similares a los descubiertos en otros contaminantes ya legislados, como los bifenilos ploriclorados (PCB) o los polibromodifenil éteres (PBDE), según señalan los científicos.

“Con unos 423 gramos de plástico por kilómetro cuadrado de mar”, según señalan los autores, “el Mar Mediterráneo está considerado una importante zona de acumulación de desechos plásticos flotantes”.

Los responsables de que estas partículas hayan llegado hasta ahí, los plastificantes organofosforados, llegaron a las fábricas en la década de los 60. “Su uso aumentó cuatro décadas más tarde, cuando se propusieron como alternativa a los polibromodifenil éteres, otros retardantes de llama que fueron prohibidos por la Convención de Estocolmo en el año 2009 por su toxicidad”, afirman los autores del estudio.

“A pesar de ser menos tóxicos que sus predecesores, hay estudios que muestran que los compuestos organofosforados pueden causar daños neurológicos, disrupción endocrina, cáncer y problemas de fertilidad”, añaden.

Publicado en la revista Environmental Research, este nuevo estudio afirma que, de todos los tejidos analizados en este mamífero marino, la grasa presenta un mayor nivel de acumulación, frente al hígado, donde se han registrado los niveles más bajos.

“Si nos centramos en la zona del Mar de Alborán, hay que tener en cuenta el impacto del cultivo en invernaderos, que utilizan gran cantidad de materiales plásticos, muchos de los cuales terminan flotando en la costa marina”, explica Renaud de Stephanis, de la asociación Conservación, Investigación y Estudio sobre los Cetáceos.

La gran preocupación de los científicos viene debido a que, de los 12 compuestos descubiertos en la grasa, 7 estaban presentes también en la muestras de cerebro. De este hecho se deriva la conclusión de que estos plastificantes tienen capacidad para atravesar la membrana hematoencefálica.

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    “Esto nos preocupa, ya que se ha visto que tienen mayor tendencia a acumularse en el cerebro que en otros tejidos”, explica Ethel Eljarrat, científica del CSIC en el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua. “Y se sabe que algunos de ellos, como el tricloroetilfosfato (TCEP) o el tributilfosfato (TNBP), poseen potencial para provocar daños neurológicos”.

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    “Todos ellos presentan concentraciones más altas de lo normal en el medio. Muchos de estos contaminantes se acumulan en diferentes organismos, alcanzando concentraciones muy elevadas en aquellas especies que se encuentran en la parte alta de la red trófica, en un proceso conocido como bioacumulación”, afirman en un comunicado desde la asociación Cetacea.  

    Por otro lado, las redes a la deriva y las de cerco provocan la captura accidental de algunos animales, una epidemia de morbilivirus que pudo verse acrecentada por la presencia de contaminación en el organismo de los animales, así como el aumento de la temperatura del mar debido al cambio climático son factores que afectan gravemente a la conservación de la especie y su hábitat.  

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