Este ratón de montaña es el mamífero que vive a mayor altitud

El pericote panza gris puede vivir desde el nivel del mar hasta los picos de los volcanes andinos, algo que ha sorprendido a los expertos.

Por Douglas Main
Publicado 23 jul 2019, 14:22 CEST
Pericote panza gris
El pericote panza gris o lauchón orejudo austral (Phyllotis xanthopygus) tiene una distribución altitudinal de más de 6000 metros, la mayor del mundo para cualquier mamífero.
Fotografía de Historic Collection, Alamy (ilustración)

El tramo superior del Llullaillaco, el segundo volcán más alto del mundo, es uno de los lugares más inhóspitos del planeta. En esta torre en la frontera del desierto de Atacama, el suelo es rojo y de aspecto marciano. Aunque las temperaturas del aire rara vez superan los cero grados, el suelo puede alcanzar los 32 grados centígrados bajo el intenso resplandor solar.

Y lo raro es que este pico montañoso que abarca Argentina y Chile alberga el yacimiento arqueológico más elevado del mundo: momias preservadas casi a la perfección.

Los compañeros de escalada estadounidenses Matt Farson, médico de emergencias, y Thomas Bowen, antropólogo, viajaron a este pico en tres ocasiones, en parte para poder visitar este yacimiento.

En 2013, durante su visita, descubrieron algo inesperado: al mamífero que vive a más altitud en todo el mundo.

Un día, mientras exploraba y buscaba la mejor ruta hacia la cima a 6739 metros de altura, Farson vio algo que se movía. Se volvió y avistó un animal de aspecto ratonil que se escabullía entre la nieve.

Un raro vídeo del pica de Ilí, un adorable mamífero de montaña
Este es el pica de Ilí. Es un diminuto mamífero de montaña con cara de osito de peluche. Los picas de Ilí se distribuyen por el noroeste de China y pueden vivir a altitudes de hasta 4.100 metros. Está en peligro de extinción y solo se ha visto unas pocas veces desde su descubrimiento en 1983. Este es un vídeo de un pica de Ilí grabado hace poco, algo inusual. Debido a la altitud, es difícil que los científicos encuentren y estudien al animal.

En este lugar, a una elevación de 6200 metros, estaba adormilado por la falta de oxígeno y le preocupaba ver cosas que no estaban ahí. Por suerte, llevaba una cámara. «No había visto un animal desde los 4800 metros, así que no tenía sentido ver algo aquí», afirma Farson.

Una expedición posterior reveló que el animal era un pericote panza gris (Phyllotis xanthopygus), una especie conocida que habita las laderas y las montañas de los Andes, pero que puede encontrarse al nivel del mar.

Esto quiere decir que el ratón tiene una distribución altitudinal de más de 6000 metros. «Una distribución tan amplia es extraordinaria», afirma Scott Steppan, experto en ratones y profesor de biología de la Universidad del Estado de Florida.

«No hay ninguna otra especie que lo haga», afirma Steppan, que presentó su hallazgo no publicado a finales de junio en la reunión anual de la Sociedad Americana de Mastozoólogos en Washington D.C.

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    Un pericote panza gris observado por Matt Farson el 22 de enero de 2013 a una elevación de 6200 metros en el volcán de Llullaillaco.
    Fotografía de Matt Farson

    Batiendo récords

    Las pica de orejas largas, la anterior plusmarquista, se ha observado a 6126 metros, 74 metros menos. También se han avistado yaks y barales a altitudes de unos 6000 metros, pero fuera de su zona de habitabilidad conocida. En el caso del pericote panza gris, se cree que estos individuos forman parte de una población establecida.

    Farson no supo la importancia de su avistamiento hasta que se lo contó a Bowen. «Me sorprendió porque este era un hallazgo importante», afirma Bowen.

    Ambos recurrieron a Steppan, experto en ratones andinos, y colaboraron con otro equipo que escaló en Llullaillaco en 2016. Estos investigadores, entre ellos Steven Schmidt de la Universidad de Colorado, Boulder, descubrieron otro pericote aquel año y tomaron una muestra de ADN del suelo frente a la madriguera del roedor.

    Coincidía a la perfección con el pericote panza gris. «Los siete fragmentos de ADN pertenecían al mismo lugar de la filogenia», afirma Steppan. «En realidad, me desconcertó que fuera tan preciso».

    El hallazgo añade más intriga al Llullaillaco, que ya alberga uno de los lagos a más elevación del mundo, las momias y unos microbios singulares.

    La comparación con Marte no es ninguna exageración: Schmidt y sus colegas llevan años estudiando los microbios del volcán, que de algún modo sobreviven en un suelo cuya superficie puede variar 52 grados centígrados en un solo día. Estos microorganismos los ayudan a comprender cómo podría sobrevivir la vida en otro planeta menos hospitalario.

    Más incógnitas

    El descubrimiento plantea muchas preguntas. ¿Por qué viven estos ratones a tanta altitud, donde hay la mitad de oxígeno que al nivel del mar? ¿Cómo sobreviven en estas condiciones, donde las temperaturas también se desploman a -50 grados centígrados en invierno? ¿Y qué comen?

    Respecto a la última pregunta, los escaladores apenas encontraron vegetación que pudiera proporcionarles sustento, aparte de trocitos de liquen y cáscaras vegetales que el viento había transportado desde elevaciones inferiores. Steppan supone que estos restos transportados por el viento podrían ser su principal fuente de alimento, pero no parece muy sustancioso.

    Jay Storz, biólogo de la Universidad de Nebraska-Lincoln, estudia al ratón ciervo, que también tienen una distribución altitudinaria desde el nivel del mar hasta los 4300 metros. Según él, son el equivalente norteamericano del pericote panza gris.

    Storz, que no participó en el hallazgo del Llullaillaco, explica que estos animales son capaces de sobrevivir a gran altitud gracias a «una serie de cambios fisiológicos», como un metabolismo muscular más lento y un sistema cardiovascular especializado.

    «Algo que queda claro es que no se trata de un solo rasgo», afirma Storz, que viajará a la montaña en 2020 para buscar al pericote. «Suele ser una constelación entera de cambios que se combinan para permitir que los animales vivan en condiciones extremas».

    El futuro

    El hallazgo es «completamente inesperado y espero que sea el tipo que merezca la investigación crítica de este animal, así como una investigación de campo centrada en otras zonas similares del mundo con casos paralelos, como el Himalaya», afirma James Patton, profesor emérito de la Universidad de California, Berkeley, que no participó en la investigación.

    Añadió que la pequeñez del ratón sugiere que la criatura es una cría joven de una población establecida y no un hecho aislado ni un rezagado. Esto lo respalda el segundo avistamiento del equipo de Schmidt en 2016 y la observación de Farson de un ratón «momificado» en la zona en 2011.

    A Patton le maravilla que un ratón pudiera sobrevivir en ese entorno y está ansioso por saber cómo es posible. «Es impresionante como mínimo».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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