Vinculan el tráfico de jaguares a las inversiones chinas en Sudamérica

Una nueva investigación desvela los factores impulsores del comercio ilícito de partes de jaguares.

Por Rachael Bale
Publicado 10 jun 2020, 13:00 CEST
Jaguar

Un jaguar merodea por la orilla de un río en Pantanal, en el estado brasileño de Mato Grosso del Sur. Un nuevo estudio desvela que los países de Sudamérica y Centroamérica como Brasil, que han recibido grandes inversiones chinas, presentan tasas más altas de tráfico internacional de jaguares.

Fotografía de Steve Winter, Nat Geo Image Collection

Según un nuevo estudio, el comercio ilícito de jaguares va en aumento y es probable que esté vinculado a las inversiones chinas en Centroamérica y Sudamérica. Los jaguares ya están clasificados como especie casi amenazada, en parte porque los ganaderos los disparan para vengarse por atacar a las vacas y en mayor parte por la deforestación, ya que han perdido un 50 por ciento de su hábitat histórico. Ahora, el tráfico internacional de partes de jaguares está sometiendo a una presión creciente a sus poblaciones menguantes, estimadas en un total de 173 000 ejemplares.

Un nuevo trabajo publicado el 2 de junio en la revista Conservation Biology desvela que entre 2012 y principios de 2018 mataron a más de 800 jaguares en Centroamérica y Sudamérica por sus dientes, pieles y cráneos para enviarlos de contrabando a China. Esa cifra solo representa los cargamentos interceptados por las fuerzas del orden y que han aparecido en los medios.

«Sabíamos que se producía [comercio ilícito], pero no necesariamente que estuviera aumentando. Nos preocupa mucho», señala Thais Morcatty, autora principal del estudio y candidata a doctora de la Universidad Oxford Brookes, en Inglaterra.

Un guardabosques del parque nacional de Madidi, en Bolivia, enseña dientes de jaguar confiscados a un visitante chino en 2017.

Fotografía de Christian Rodriguez, Nat Geo Image Collection

Morcatty y sus colegas recopilaron y analizaron noticias sobre el contrabando de jaguares, pumas y ocelotes a China para tratar de entender qué impulsa el comercio ilícito, un fenómeno relativamente reciente. Sus hallazgos confirman las sospechas de los conservacionistas: el contrabando de jaguares está menos vinculado a las comunidades chinas que llevan mucho tiempo establecidas en Centroamérica y Sudamérica y más a la reciente llegada de trabajadores chinos para megaproyectos como nuevas presas y carreteras. El estudio señala que las inversiones chinas en la región se han decuplicado durante la última década.

«Estos países tienen vínculos más sólidos con China, gobiernos débiles y niveles elevados de corrupción; es casi la receta perfecta para el aumento del comercio ilícito de fauna silvestre», afirma Vincent Njiman, coautor y antropólogo que estudia el tráfico de especies silvestres. Esta investigación desveló que Brasil, Bolivia y Perú figuran entre los países que encajan en dicha descripción.

Los investigadores hicieron un gran trabajo probando y desvelando estas correlaciones, señala el biólogo Estaban Payan, director del programa regional de jaguares de Sudamérica para Panthera, una organización dedicada a la conservación de felinos salvajes. «Tenemos que saber cualquier cosa a la que podamos echar mano», afirma. «Eso nos dará un fundamento para las políticas y la gestión» de los jaguares.

¿Están remplazando a los tigres?

Cuando los conservacionistas empezaron a advertir el aumento de la caza furtiva de jaguares en torno a 2010, temían que las partes de los jaguares estuvieran adquiriendo popularidad en China como remplazo de las de los tigres, que cada vez escasean más.

Hace ya tiempo que los tigres se comercializan en China y, aunque hay granjas que los crían en cautividad para sacrificarlos, los tigres salvajes son más valiosos porque se los considera más raros y fuertes. Los huesos de tigre se emplean para fabricar vino, que según la creencia imparte la fuerza del tigre a quien lo bebe. Con sus cadáveres también se fabrica un ungüento medicinal tradicional denominado pasta o pegamento de hueso de tigre. Las pieles se emplean en muebles, ropa y accesorios. Y los colmillos se convierten en joyas, lo que permite al portador demostrar que tiene dinero e influencia para obtener algo que es raro y tabú.

El nuevo estudio revela que los dientes de jaguar son las partes que más se confiscan cuando se envían a China y hay registros que demuestran que entre 2012 y principios de 2018 se interceptaron casi 2000. El trabajo concluye que, por consiguiente, los jaguares no sirven necesariamente como sustitutos de los tigres, ya que de lo contrario se traficarían muchos más huesos de jaguares, un patrón observado en el caso de los esqueletos de león que salen de Sudáfrica, por ejemplo.

Sin embrago, Payan y Pauline Verheij, especialista en delitos contra la fauna silvestre que ha estudiado el comercio de jaguares, desaconsejan sacar conclusiones tan firmes exclusivamente a partir de los datos de incautaciones. «Aportan una imagen incompleta», afirma Verheij.

Por ejemplo, los organismos policiales de Sudamérica y Centroamérica «se han centrado tradicionalmente en las armas de fuego y los narcóticos», explica Payan. Por eso es probable que muchos de los productos pasen desapercibidos, como los artículos hechos con huesos y pieles, lo que podría respaldar la teoría de que las partes de los jaguares remplazan las de los tigres. «Este fenómeno nos obliga a formar a los agentes de aduanas para que busquen partes de animales», afirma.

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    En Sudamérica, las pieles de jaguar como esta de un mercado de Iquitos, Perú, y los dientes se han vendido a los visitantes durante mucho tiempo. Sin embargo, está claro que el comercio se ha expandido más allá de los turistas.

    Fotografía de Steve Winter, Nat Geo Image Collection

    Existen evidencias de otras investigaciones que sugieren que las partes de los jaguares cumplen el mismo papel que las de los tigres, como el contrabando de la pasta de hueso de jaguar desde Surinam. Payan cuenta que ha hablado con varios agentes de aduanas que han parado a mujeres chinas intentando embarcar en vuelos internacionales con hueso en polvo que hacen pasar por leche en polvo.

    Con todo, aún no hay suficiente información para determinar qué ocurre con esos productos cuando llegan a China. «Es algo que tenemos que comprender mejor», afirma Morcatty. Su investigación sobre el tráfico sigue adelante y espera poder analizar datos económicos para obtener información sobre el lado del consumidor de este negocio.

    «Más por venir»

    Es probable que las inversiones chinas en Latinoamérica sigan aumentando, por eso los autores del trabajo señalan que este es el momento de proteger a los jaguares, antes de que el comercio se intensifique.

    «Si sabes lo que va a pasar, puedes tomar las medidas pertinentes», afirma Nijman. «Es probable que [los jaguares] sean solo el primer plato del menú. Hay más por venir».

    Morcatty y él también han aclarado que los hallazgos del estudio solo implican a una proporción muy pequeña de la población china y consideran que la cooperación entre el gobierno chino y los gobiernos latinoamericanos es fundamental para detener el comercio ilícito.

    Payan indica que otras medidas importantes son combatir la corrupción, reducir la demanda de productos de jaguares en China y aliviar la pobreza en las comunidades que viven cerca de los jaguares.

    «Si podemos aprender algo de la historia del descenso de los tigres es que esta será una guerra muy dura», afirma. Latinoamérica ya tiene redes de tráfico establecidas para contrabandear con drogas, afirma. «¿Qué tiene de diferente llenar un contenedor más con huesos?».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
    Wildlife Watch es un proyecto de periodismo de investigación entre National Geographic Society y National Geographic Partners focusing que se centra en los delitos y la explotación de la fauna y flora silvestres.

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