Declaran extinto al pez mano liso. ¿Podrán salvar a sus parientes?

Esta criatura que «camina» por el fondo del mar es la primera especie de pez marino declarada extinta en la historia moderna. Otros peces mano podrían correr la misma suerte.

Por Douglas Main
Publicado 31 ago 2020, 13:12 CEST
Pez mano moteado

Los peces mano moteados (Brachionichthys hirsutus), una especie en peligro crítico de extinción, viven en el estuario del río Derwent cerca de Hobart, Tasmania, y están amenazados por el calentamiento y la contaminación de las aguas. Su pariente, el pez mano liso, se declaró extinto en mayo.

Fotografía de Alex Mustard, Minden Pictures

Por primera vez en la historia moderna, una especie de pez marino ha sido declarada extinta. El pez mano liso (Sympterichthys unipennis), que vive en el lecho marino en aguas poco profundas y tiene aletas puntiagudas y una protuberancia en la cabeza, no se ha observado desde 1802, cuando el biólogo francés François Péron capturó uno en la costa de Tasmania para llevárselo al Museo de Historia Natural de París.

Pese a años de búsquedas, no se ha vuelto a avistar al pez mano liso. En mayo, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), un consorcio global de científicos que establece el estado de conservación de las especies, lo clasificó formalmente como especie extinta.

Es probable que aún existan otras 30 especies de pez mano —que se llaman así porque se desplazan por el fondo marino con unas aletas que parecen manitas y hacen las veces de pies—, aunque siete de las especies no se han observado desde el año 2000 o antes. Todas salvo una especie se consideran en peligro de extinción, en peligro crítico de extinción o con «datos insuficientes», es decir, que no se dispone de información para determinar su situación.

La desaparición del pez mano liso pone de manifiesto lo sensible que es esta familia de peces a las alteraciones ambientales como el cambio climático, la destrucción de hábitat y la contaminación, ya que el pez mano liso era muy numeroso cuando los científicos lo documentaron por primera —y última— vez hace más de 200 años. Los científicos sostienen que este acontecimiento supone una advertencia del posible futuro de otros peces mano y otras especies vulnerables y localizadas en lugares como Tasmania.

«Son un canario en la mina de carbón», afirma Neville Barrett, ictiólogo del Instituto de Estudios Marinos y Antárticos de Tasmania.

Como otros peces mano, el pez mano rojo (Thymichthys politus) posee aletas pectorales modificadas que le permiten «caminar» por el fondo del mar. Solo quedan dos poblaciones pequeñas de esta especie.

Fotografía de Fred Bavendam, Minden Pictures

Peces coloridos

«Si nunca has visto un pez mano, imagínate meter a un sapo en pintura colorida, contarle una historia triste y obligarlo a llevar guantes dos tallas más grandes», reza la descripción del pez del Handfish Conversation Project, dirigido por un grupo de investigadores del gobierno australiano e instituciones académicas dedicadas a al color de los animales.

Se desconoce quién es el autor o autora de esa descripción, pero muchos la encuentran idónea, como señala Jemina Stuart-Smith, ecóloga marina del Instituto de Estudios Marinos y Antárticos de la Universidad de Tasmania y la Commonwealth Scientific and Industrial Research Organization.

Se cree que la mayoría de los peces mano, que normalmente no miden más de 15 centímetros, vive solo en las aguas de Tasmania. Incluso en ese mar, cada especie vive en unos pocos sitios.

También son «caseros». No acostumbran a dispersarse a lo largo de grandes distancias y sus crías no atraviesan una fase en la que se mueven por áreas extensas como otros tipos de peces. «Poseen una estrategia que funciona a la perfección en un entorno estable», afirma Barrett.

La «tormenta perfecta» de amenazas

Se desconoce qué combinación exacta de factores provocó la extinción de los peces mano lisos, pero las áreas geográficas limitadas y la preferencia por el agua fría los hacen particularmente vulnerables a las alteraciones ambientales.

Por ejemplo, cerca de Hobart, en Tasmania, la escorrentía y la contaminación por metales pesados procedentes de varias industrias han degradado la calidad del agua en estuarios de la contaminación, el hábitat principal del pez mano manchado y de otras especies de peces mano, según indica Graham Edgar biólogo marino del Instituto de Estudios Marinos y Antárticos. Esto preocupa a los investigadores porque «si desaparecen de una zona, es probable que no vuelvan», afirma Edgar.

Es probable que la extracción de vieiras, la destrucción de los arrecifes de ostras y la introducción de especies no autóctonas en las aguas de Tasmania también hayan pasado factura a las poblaciones de peces mano.

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    Este es el único espécimen conocido de pez mano liso (Sympterichthys unipennis), capturado en 1802 y trasladado a Francia por el biólogo François Péron.

    Fotografía de CSIRO Australian National Fish Collection

    Sin embargo, es probable que el mayor peligro sea el calentamiento del agua. Barrett indica que, en el pasado, cuando el clima era más fresco, estos peces ocupaban una superficie mucho mayor. Ahora, el calentamiento ha obligado a muchas especies —como los peces mano, algunos crustáceos, algas marinas y muchos más organismos que prefieren el frío— a desplazarse a espacios mucho más reducidos. Tasmania es un punto caliente para los peces mano, porque sus aguas son más frías que las que están más al norte, a pesar del calentamiento.

    Sin embargo, Barrett explica que esto está cambiando a medida que la Corriente de Australia Oriental, que se desplaza por la costa desde Brisbane a Sídney, introduce agua más caliente cada vez más al sur. Las temperaturas marinas en Tasmania han aumentado casi dos grados Celsius desde el año 1900, según el Centro Hadley de Ciencia y Servicios Climáticos de la Met Office.

    «Ha sido una tormenta perfecta de amenazas diferentes», afirma Edgar. No solo ha provocado la extinción del pez mano liso, sino también una «pérdida catastrófica de biodiversidad» en Tasmania, con grandes descensos de las poblaciones y áreas de distribución de varios peces, bivalvos, crustáceos, algas y otros organismos marinos.

    Dichos descensos pueden pasar desapercibidos hasta que es demasiado tarde, ya que sus hábitats están escondidos bajo el agua y porque se carece de datos sobre sus poblaciones, señala Edgar, como es el caso del pez mano liso.

    Escasez de datos

    Hay planes de conservación concertados solo para tres especies en peligro crítico de extinción: el pez mano rojo, el pez mano moteado y el pez mano de Ziebell. Actualmente, el pez mano rojo recibe más atención porque solo quedan dos poblaciones conocidas, ambas cerca de Hobart, y se cree que albergan menos de 100 adultos, según Stuart-Smith.

    Los planes para estas especies recalcan la necesidad de datos, la prevención de la destrucción del hábitat y, en algunos casos, la introducción de sustratos artificiales para que los peces pongan sus huevos y para remplazar el kelp y las ascidias destruidos por las estrellas y los erizos de mar invasores.

    «Nos faltan información y recursos para poner en marcha estrategias de conservación para el resto de las especies», afirma Stuart-Smith.

    Como muchas especies de peces mano son raras y cuesta encontrarlas, también es difícil estudiarlas. Sin embargo, los investigadores siguen buscándolas con métodos nuevos, como buscar fragmentos de ADN en el océano. Barrett apunta que la investigación sobre la cría en cautividad también sigue adelante, aunque nadie ha logrado que completen un ciclo vital entero en cautividad.

    «Pese a ser unos peces tan carismáticos y extraños, se sabe muy poco sobre ellos», dice Stuart-Smith.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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