Los aligátores son mascotas terribles: «Es como tener un dinosaurio»

El aumento de abandonos de reptiles en Estados Unidos preocupa a los científicos.

Por Tina Deines
Publicado 4 ago 2020, 13:45 CEST

Las autoridades de Nuevo México incautaron este aligátor americano de más de dos metros de largo (al que vemos en su nuevo hogar, el ABQ BioPark Zoo) en una residencia privada, donde lo habían tenido ilegalmente durante una década.

Fotografía de New Mexico Department of Game and Fish

Algo extraño acechaba en Wildcat Creek, en Manhattan, Kansas, una pequeña ciudad universitaria. En junio, los vecinos vieron a dos aligátores americanos nadando en un arroyo, algo raro en una masa de agua más conocida por reptiles como culebras de agua y tortugas pintadas.

La investigación posterior reveló que un ladrón —que sigue libre— había robado los aligátores de una tienda de mascotas local y los había liberado en el arroyo. Los rescatadores colocaron trampas humanas para capturar a los animales, pero la hembra, Pebbles, murió al caer en el agua dentro de una de estas trampas. El macho, Beauregard, no fue capturado hasta finales de julio, cuando un obrero lo atrapó y lo devolvió a los propietarios de Manhattan Reptile World, según su página de Facebook.

Los dos aligátores, que estaban en el Manhattan Reptile World con un permiso estatal para zoológicos, habían sido mascotas ilegales. Habían vivido en una piscina y una bañera en Manhattan y Kansas City, según un comunicado de prensa. (Sigue leyendo: Liberar mascotas exóticas puede convertirlas en especies invasoras.)

El incidente —sobre todo la muerte de la hembra— pone de manifiesto el fenómeno problemático y poco conocido de tener como mascotas aligátores americanos, unos animales autóctonos del sudesde de Estados Unidos.

Los aligátores americanos, que antes estaban amenazados, tocaron fondo en los años cincuenta debido a la caza abusiva y la pérdida de hábitat, pero gracias a las iniciativas de conservación sus poblaciones se recuperaron a mediados de los años ochenta. Estos reptiles pueden pesar hasta 450 kilogramos, viven en humedales, ríos y pantanos y se alimentan principalmente de peces, tortugas, serpientes y mamíferos pequeños.

No hay cifras oficiales sobre cuántos aligátores americanos se mantienen como mascotas, pero algunos estados ofrecen estimaciones. En Míchigan podría haber 5000, al menos 50 en Phoenix, Arizona, y en la ciudad de Chicago se entregan hasta 52 cada año.

En los últimos años, las autoridades de fauna silvestre del país han registrado un repunte de los abandonos de aligátores en parques, arroyos y otros lugares públicos. En 2019 se escaparon seis aligátores mantenidos como mascotas en Detroit (uno murió de un disparo) y en agosto el Departamento de Caza y Pesca de Nuevo México incautó un aligátor a un hombre de Santa Fe que había tenido el animal en casa ilegalmente durante 10 años.

Legislación sobre aligátores

En Estados Unidos, las leyes de tenencia de aligátores varían según el estado y el municipio. Aunque tener aligátores es legal en Míchigan, algunas partes de Detroit prohíben la tenencia privada. En otros estados, como Nuevo México, es ilegar tener aligátores como mascotas sin permiso, y Arizona y Nueva York prohíben la tenencia privada.

Dichas regulaciones no disuaden a muchos coleccionistas que quieren crías de aligátor. Una búsqueda rápida de aligátores mascotas nos lleva a decenas de páginas web que venden aligátores juveniles por precios que oscilan de los 150 a los 15.000 dólares (por un animal albino). La mayoría de estos reptiles jóvenes proceden de criadores de aligátores legales del sudeste de Estados Unidos que venden los animales a mayoristas.

El mercado negro de estos animales ha supuesto «un gran problema», señala Matt Eschenbrenner, director de cuidados y conservación de animales en el Great Plains Zoo y el Museo Delbridge de Historia Natural, en Sioux Falls, Dakota del Sur. Según Russ Johnson, presidente de la Sociedad Herpetológica de Phoenix, es probable que la mayoría de estos animales procedan de Florida.

Florida tiene leyes y protocolos de inspección estrictos sobre la cría de aligátores, pero no todos los criadores siguen las normas. En 2018, el estado contó 21 granjas de aligátores activas que producían pieles y carne legales. Esta lista no incluía las operaciones sin licencia que crían aligátores ilegalmente para venderlos como mascotas.

Quebrantahuesos

Johnson apunta que la mayoría de los dueños de aligátores no están preparados para cuidar de un animal adulto que puede superar los cuatro metros de largo y vivir durante 80 años. Cuando esa cría adorable crece y se vuelve menos manejable, el dueño se enfrenta a un dilema. «No es como tener un gato o un perro que te devuelve amor. Básicamente es como tener un dinosaurio», añade.

Para capturar a sus presas, los aligátores cuentan con mandíbulas fuertes con hileras de hasta 80 dientes. Si los aligátores cautivos no tienen comida suficiente —un problema habitual—, pueden ponerse de mal humor y morder. Sus mordiscos pueden romper un hueso humano con facilidad. «No es culpa del aligátor. El aligátor solo está siendo un aligátor», explica Johnson.

Él sostiene que esto ocurre porque alimentar a un aligátor es caro. Los adultos necesitan alimentos como pollos enteros o cerdo con el hueso incluido, y Johnson dice qeu paga unos 150 dólares al mes para alimentar a cada aligátor adulto en su centro de rescate.

Los aligátores también necesitan un gran estanque de agua para vivir. Eschenbrenner advierte que las bañeras y las piscinas infantiles que tienen algunos dueños no son suficientes. La flotabilidad alivia el peso de los órganos internos del aligátor y si el agua no tiene la profundidad suficiente para que flote, puede sufrir dolor e incluso morir por la presión de su propio peso interno. Añade que tener agua suficiente ayuda a los aligátores a sentirse seguros y tranquilos en su entorno.

Problemas de salud

Como mucha gente tiene aligátores como mascotas de forma ilegal, los animales no cuentan con atención veterinaria rutinaria. Por consiguiente, pueden padecer problemas de salud graves durante años.

Eschenbrenner recuerda un aligátor rescatado en una vivienda de Nuevo México que llevaba una década en una piscina infantil. El animal estaba obeso, pero además la mala alimentación había retrasado su crecimiento y provocado problemas dentales. Era incapaz de cerrar la boca por completo porque las mandíbulas superior e inferior no estaban alineadas.

Muchos aligátores mantenidos como mascotas desarrollan huesos debilitados por una dieta deficiente en nutrientes, como carne picada o pollo deshuesado. Un aligátor rescatado en Arizona tenía el calcio tan bajo que las mandíbulas eran «como una goma elástica», cuenta Johnson. Otro estaba tan desnutrido que se rompió la pata trasera cuando intentaba huir de sus rescatadores.

Las superficies artificiales también pueden ser perjudiciales: un aligátor criado en una plataforma de vidrio tenía el esqueleto desfigurado porque sus huesos no se habían asentado de forma adecuada.

Teniendo en cuenta las dificultades de tener un aligátor como mascota, y mucho menos uno sano, no es de extrañar que, cuando cuidar de ellos se vuelve difícil, sus dueños los abandonen, los maten o los entreguen a las autoridades, indica Johnson.

Un buen hogar para los aligátores

Con todo, hay personas que tratan de mejorar la vida de los aligátores abandonados. Por ejemplo, la Sociedad Herpetológica de Phoenix, en Arizona, proporciona un hábitat natural y semisalvaje a 15 aligátores rescatados en su refugio de una hectárea, junto a otros reptiles abandonados, maltratados o confiscados. El centro, que tiene una clínica y un centro de investigación de reptiles, quiere encontrar hogares permanentes para muchos de sus animales y a menudo los envía a refugios reputados del país.

Según Eschenbrenner, la solución ideal es no tener un aligátor como mascota. «Nunca tendría un animal como este como mascota, y punto».

Propone que una buena opción para los fans de los aligátores es apreciarlos desde la distancia apoyando a grupos de conservación o a un zoológico certificado que mantenga a los animales de forma adecuada para la educación pública.

Tener uno es «injusto para el animal», dice Eschenbrenner. «Lo perjudicas más de lo que lo ayudas».

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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