Por qué controlar el comercio de aletas de tiburón podría ser más fácil de lo que se cree

Muchas aletas de tiburón proceden de las aguas costeras de solo unos pocos países. El hallazgo refuta ideas convencionales y podría facilitar la lucha contra este problema para la conservación.

Por David Shiffman
fotografías de Federico Borella
Publicado 28 oct 2020, 11:10 CET
Una aleta de tiburón atada con rocas

Una aleta de tiburón atada con rocas para que mantenga su forma mientras se seca. Un nuevo estudio de aletas de tiburón en las lonjas ha descubierto que muchas se pescaron en aguas costeras, no en alta mar, como creían muchos científicos.

Fotografía de Federico Borella

Cada año, las aletas de hasta 73 millones de tiburones, que pertenecen tanto a especies en peligro de extinción como los tiburones martillo y los tiburones aletones como a especies más comunes en caladeros sostenibles, se comercializan y se venden para preparar sopa de aleta de tiburón, un plato asiático tradicional. Una suposición habitual es que gran parte de las aletas comercializadas proceden de tiburones capturados en aguas internacionales lejanas, donde las normas que rigen la pesca están menos claras y son mucho más difíciles de aplicar, lo que complica las iniciativas de conservación.

En cambio, un nuevo estudio publicado en la revista Biology Letters refuta esa idea y concluye que muchas de las aletas de las lonjas de Asia, Norteamérica y Sudamérica proceden de tiburones capturados más cerca del litoral, dentro de las aguas territoriales de unos pocos países. Sostiene que dicha proximidad podría facilitar el control del comercio de aletas de tiburón.

«Si los tiburones se capturan dentro de la zona económica exclusiva [ZEE] de un país y no en aguas internacionales, esta podría ser una buena noticia, ya que lo que ocurre en una ZEE está bajo el control de alguien», afirma Kyle Van Houtan, científico jefe del Acuario de la bahía de Monterrey y autor principal del estudio. «Es la responsabilidad exclusiva de ese país».

Los pescadores descargan a un tiburón en Tanjung Luar, en la isla indonesia de Lombok. El país es un gran exportador de aletas de tiburón y muchas salen del puerto de esta aldea pesquera.

Fotografía de Federico Borella

El equipo de Van Houtan analizó el ADN de muestras de aletas tomadas en lonjas y creó modelos de hábitats para identificar las especies de tiburón y sus orígenes.

«Se puede conseguir mucha información sobre a qué especie pertenece una aleta de tiburón y dónde ha vivido ese tiburón solo tomando una pequeña muestra de una aleta no etiquetada en un mercado», dice acerca de las mejoras de los análisis del ADN, que no solo es más certero a la hora de identificar especies, sino que también puede hallar coincidencias entre las firmas genéticas de las muestras y las firmas conocidas de las poblaciones regionales. «Hemos encontrado un grupo diferente de especies costeras y raras en el comercio de aletas de tiburón que no habría sido detectable mediante técnicas más antiguas».

La investigación también desveló que es probable que muchas de las especies de mar abierto cuyas aletas se comercializan —como las tintoreras, los tiburones zorro y los tiburones oceánicos— fueran capturadas en aguas territoriales, no en alta mar, como se suponía. Por ejemplo, Van Houtan señala que, aunque las tintoreras son una especie de mar abierto, a veces las capturan en un muelle de pesca no muy lejos de su oficina en Monterrey, California.

Las aletas de tiburón secas se clasifican para su venta en Singapur, un centro del comercio de aletas de tiburón.

Fotografía de Federico Borella

En la lonja de Tanjung Luar se cortan las colas y las aletas de tiburones.

Fotografía de Federico Borella

«Cada especie tiene un entorno preferido, un rango de temperaturas que toleran, una temperatura óptima a la que viven bien [y] extremos que evitan», afirma Gabriel Reygondeau, investigador adjunto de la Universidad de la Columbia Británica y el experto en modelización de hábitat del equipo. Al combinar la información sobre los hábitats preferidos de cada especie con los datos por satélite que miden dónde se encuentran dichas condiciones, el equipo predijo cuáles eran los lugares más probables donde vivía cada especie.

Los autores analizaron más de 5000 muestras de aletas de tiburón de lonjas de Hong Kong, Vancouver, San Francisco y la costa septentrional de Brasil. Aunque los autores insisten en que las muestras no son una representación completa del comercio internacional, la mayoría de las aletas analizadas pertenecían a tiburones capturados en las aguas territoriales de solo unos pocos países. Esta lista incluye algunos ya conocidos por su pesca de tiburones, como Indonesia, Japón y México, y otros que sorprendieron a los autores: Australia y Brasil.

Diego Cardeñosa, investigador posdoctoral de la Universidad Internacional de Florida que no participó en este estudio, dice que los resultados respaldan la mayor toma de conciencia sobre que las especies de tiburón de alta mar no son las únicas amenazadas, sino también las especies costeras. También subraya la naturaleza global del comercio.

Los hallazgos del estudio y la propia investigación de Cardeñosa sobre el rastreo genético de las especies de tiburones amenazadas «ponen de manifiesto la necesidad de una mejor gestión pesquera en muchas regiones del mundo», explicó por email. «El Pacífico oriental [México] es claramente una fuente importante de especies de tiburón que figuran en CITES para los mercados de aletas de tiburón de Asia».

Los subastadores, los trabajadores de la lonja, los compradores y otras personas esperan a que comience la subasta en Tanjung Luar. Cada línea de tiburones pertenece a una tripulación de pesca diferente.

Fotografía de Federico Borella

CITES, la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre, regula el comercio transfronterizo de especies silvestres, y las especies de su lista son aquellas que, según la comunidad internacional, necesitan controles comerciales más estrictos para impedir el desplome de sus poblaciones.

La conclusión es que el hecho de que se capturen más tiburones en áreas costeras aporta esperanza, ya que esos caladeros pueden supervisarse y controlarse más fácilmente que las aguas internacionales. También podría significar que los barcos más pequeños, más numerosos en aguas costeras y más difíciles de rastrear que los grandes buques, podrían desempeñar un papel más importante.

«Este estudio destaca aspectos clave para los conservacionistas: que la pesca a pequeña escala puede tener repercusiones considerables en las poblaciones de tiburones», explicó por email Sonja Fordham, presidenta de la organización sin ánimo de lucro Shark Advocates International. «Se necesitan protecciones tanto nacionales como internacionales para lograr la sostenibilidad».

Según ella, el mayor obstáculo para la conservación de los tiburones es la falta de voluntad política para restringir la pesca de tiburones a niveles sostenibles. «Necesitamos muchas más voces que exijan que los responsables políticos establezcan límites concretos basados en la ciencia y en un enfoque preventivo, y que demanden responsabilidad».

El Dr. David Shiffman es biólogo de conservación marina y escritor científico. Síguelo en Twitter.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
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