En Uganda, las trampas para animales salvajes se convierten en obras de arte

Las personas que viven cerca del parque nacional de las cataratas Murchison, en Uganda, están retirando las trampas de alambre que se usaban para capturar animales salvajes de forma ilegal para convertirlas en esculturas.

Por Jani Hall
fotografías de Esther Ruth Mbabzi
Publicado 13 nov 2020, 12:17 CET
Angeyo Mustafa

Angeyo Mustafa revisa las trampas de alambre retiradas del parque nacional de las cataratas Murchison, en Uganda. Como uno de los 620 artesanos de Snares to Wares, gana dinero transformando las trampas (fabricadas con alambre por los cazadores furtivos para matar animales salvajes) en esculturas de animales.

Fotografía de Esther Ruth Mbabzi

Una mañana nublada de septiembre, el biólogo de conservación Tutilo Mudumba, varios colegas y 17 empleados de la Autoridad de Vida Silvestre de Uganda (UWA, por sus siglas en inglés) se subieron a tres Land Cruisers. Tenían una misión: encontrar y retirar las trampas de alambre —utilizadas para matar a animales salvajes— del parque nacional de las cataratas Murchison, en el noroeste de Uganda, donde, según sugiere un estudio reciente, los cazadores furtivos colocan más trampas ilegales por kilómetro cuadrado que en cualquier otro lugar del mundo.

La mayoría de los furtivos buscan antílopes, búfalos o facóqueros por su carne, pero los elefantes, las jirafas y otros animales también se tropiezan con las trampas. Las aldeas al norte del parque son unas de las más pobres de Uganda y muchas de las trampas de Murchison las colocan los vecinos pobres que buscan alimentos ricos en proteínas para ellos y sus familias.

Odokonyero Christopher, un guardabosques, junto a una trampa en las cataratas de Murchison. Los cazadores furtivos colocan muchas trampas ilegales en el parque, normalmente para matar antílopes y otros herbívoros por su carne.

Fotografía de Esther Ruth Mbabzi

Cuando los miembros del equipo terminaron de patrullar, habían escudriñado 49 kilómetros cuadrados y recogido unas 200 trampas, la cantidad habitual en una búsqueda de cinco horas y 20 personas, explica Mudumba.

Desde 2015, Mudumba ha participado en operaciones de retirada de trampas en el parque como codirector y cofundador de Snares to Wares, una organización sin ánimo de lucro que ofrece trabajo a los vecinos para que transformen las trampas recuperadas en esculturas intrincadas de fauna africana. Además de desarrollar destrezas como artesanos, los empleados de Snares to Wares obtienen ingresos que les permiten comprar otras fuentes de proteína, así como necesidades básicas, como los medicamentos. Actualmente, el programa cuenta con 620 trabajadores y suele vender más de 800 esculturas al mes, principalmente a clientes estadounidenses.

«Se trata de fuentes de alimento alternativas, pero también de empoderar [a los lugareños]», cuenta Mudumba, explorador de National Geographic que fundó y dirige la organización con Robert Montgomery, ecólogo de especies silvestres de la Universidad del Estado de Míchigan que apoya y financia la iniciativa.

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      Luhonda Peter y Sophia Jingo, que trabajan en la iniciativa Snares to Wares, miden el diámetro de una trampa colocada en las cataratas Murchison. Suelen acompañar a la Autoridad de Vida Silvestre de Uganda para retirar las trampas del parque, la mayor área protegida del país.

      Fotografía de Esther Ruth Mbabzi

      Los artesanos de Snares to Wares se concentran en elaborar esculturas. Todos los artesanos viven en las comunidades que rodean el parque y han oído hablar de la organización gracias al boca a boca.

      Fotografía de Esther Ruth Mbabazi

      Los artesanos de Snares to Wares trabajan en la escultura de un rinoceronte. Han formado cadenas de montaje para garantizar un proceso de producción fluido. Se tarda de una a tres horas en terminar la mayoría de las esculturas.

      Fotografía de Esther Ruth Mbabzi

      Atrapando trampas

      Las trampas de alambre, que son fáciles de fabricar y utilizar, son el método de caza preferido en las cataratas Murchison. A veces las construyen con cables eléctricos, aunque normalmente se elaboran con el alambre de los neumáticos descartados que están desperdigados por la carretera que hay junto al parque. Les dan forma de aro y las fijan a un árbol o una rama. Cuando un animal pisa dentro del aro, la trampa se tensa alrededor de la extremidad. Normalmente, los animales mueren de hambre, de deshidratación o desangrados.

      Snares to Wares colabora con la Autoridad de Vida Silvestre de Uganda para recoger las trampas del parque cada dos semanas. Las clasifican según el material del que estén hechas y las entregan a los artesanos, que han estado trabajando de forma remota en grupos pequeños en lugar de en su taller al aire libre desde el comienzo de la pandemia de coronavirus.

      Los artesanos transforman las trampas en esculturas de rinocerontes (como la de la foto), leones, elefantes, hipopótamos y otras especies que viven en el parque. Muchas de estas especies suelen quedarse atrapadas en las trampas.

      Fotografía de Esther Ruth Mbabzi

      Esta escultura de una jirafa podría ser una de las 800 que suele vender la organización en un mes. La mayoría se transportan a Estados Unidos para su venta en tiendas de regalos, donde su precio oscila de 15 a 90 dólares.

      Fotografía de Esther Ruth Mbabzi

      Cuando una obra se vende, las ganancias «se sienten en la parte de Uganda de inmediato», afirma Tutilo Mudumba, codirector de Snares to Wares. Los artesanos reciben el 100 por 100 de los beneficios a cambio de las esculturas que crean y destinan estos ingresos a necesidades básicas como la comida y los medicamentos.

      Fotografía de Esther Ruth Mbabzi

      Aunque es difícil cuantificar las repercusiones del programa, Juma Muhamed, director adjunto de orden público y seguridad de la Autoridad de Vida Silvestre de Uganda en el parque, dice que cree que Snares to Wares ha contribuido a reducir la cantidad de cazadores furtivos y de posibles furtivos en las cataratas Murchison. El programa enseña a los jóvenes que existen alternativas a la caza furtiva con trampas.

      «Creemos que veremos más resultados positivos en el futuro», contó por email. «La mayoría de los miembros del grupo son jóvenes que creemos que, con el tiempo, influirán a los ancianos que suelen reclutarlos y entrenarlos para que se conviertan en furtivos».

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        Los investigadores de Snares to Wares clasifican las trampas en el almacén de la Autoridad de Vida Silvestre de Uganda, donde se coloca la parafernalia de caza furtiva que se recoge en el parque. La mayoría de las trampas se fabrican con los alambres de los neumáticos.

        Fotografía de Esther Ruth Mbabzi

        Las trampas son simples pero eficaces: cuando el animal introduce la pata en el aro de alambre, este se aprieta alrededor de la extremidad. Los animales pueden morir de hambre, de deshidratación o desangrados.

        Fotografía de Esther Ruth Mbabzi

        Convirtiendo alambre en fauna

        El interés de Mudumba por el problema de las trampas nació hace casi una década, cuando participó en una investigación que desveló que las trampas de alambre eran las culpables del descenso de las poblaciones de leones del parque en un 40 por ciento entre 2002 y 2009. Pasó los años siguientes estudiando formas de prevenir la distribución de trampas en el parque. Pese a los muchos viajes que hacía para quitar las trampas, siempre aparecían más. «Seguíamos haciéndolo y las trampas no acababan», cuenta.

        Cuando empezó a trabajar en su doctorado en la Universidad del Estado de Míchigan en 2015, Montgomery y él crearon la idea de Snares to Wares como forma de «prevenir la causa del fuego», en palabras de Mudumba. Un año después, pusieron en marcha la organización sin ánimo de lucro.

        Los artesanos elaboraron esta escultura en tamaño real de un elefante y su cría, que se expondrá en la sede de la Autoridad de Vida Silvestre de Uganda en las cataratas Murchison. Crearon la escultura con 3400 alambres recogidos en el parque.

        Fotografía de Esther Ruth Mbabzi

        Settler Charles, un exfurtivo de 25 años (izquierda), utilizó los ingresos recibidos de Snares to Wares para abrir una videoteca, un lugar donde la gente puede descargarse películas y música. Como es un apasionado del arte, se unió a Snares to Wares para obtener ingresos fijos y porque vio que a sus amigos los detenían por cazar.

        Fotografía de Esther Ruth Mbabzi

        Al principio, dice que la gente de la comunidad se mostró escéptica. No se imaginaban que alguien estuviera interesado en comprar esculturas de animales salvajes. Ellos mismos sentían poco afecto por la fauna local, ya que los animales suelen cruzar la frontera del parque y acaban pisoteando cultivos e incitando miedo.

        Mudumba dice que le sorprendió saber que algunos participantes ni siquiera conocían bien el aspecto de los animales, ya que solo los habían visto durante interacciones tensas fuera del parque. Su primer paso consistió en organizar viajes al parque para que los artesanos estudiaran a los animales y desarrollaran aprecio por ellos. También empezaron a aprender formas de trabajar el alambre, como tratarlo con fuego para que sea más flexible.

        Cuando las obras de arte empezaron a venderse, más gente solicitó participar. «Sabían que podían beneficiarse del trabajo que hacían [los artesanos]», cuenta.

        Hoy, el futuro de Snares to Wares parece brillante, señala Mudumba: él cree que los miembros de la comunidad seguirán cambiando la caza furtiva por el arte. Con el tiempo, espera expandir el modelo a otras zonas.

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          Normalmente, los cazadores furtivos colocan trampas en Murchison por la mañana y las comprueban por la noche. Los conservacionistas temen las repercusiones de las trampas en las poblaciones de leones, leopardos y otros depredadores.

          Fotografía de Esther Ruth Mbabzi
          Esther Ruth Mbabazi es una fotógrafa documental afincada en Kampala, Uganda. Síguela en Instagram.
          Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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