Los científicos advierten que los ornitorrincos están cada vez más amenazados

Las poblaciones de estos mamíferos ovíparos y venenosos, que son difíciles de contar, parecen estar descendiendo.

Por Haley Cohen Gilliland
fotografías de Doug Gimesy
Publicado 4 ene 2021, 14:52 CET

Josh Griffiths, investigador y ecólogo de ornitorrincos, con un ornitorrinco hembra que acaba de capturar. Los investigadores están presionando a los gobiernos nacional y estatales de Australia para que concedan más protecciones a la especie.

Fotografía de Doug Gimesy

Cuando vio la piel de animal que le habían enviado a Inglaterra desde Australia, George Shaw, que mantenía la colección de historia natural del Museo Británico a principios del siglo XIX, se quedó estupefacto. Parecía que alguien había sacado los pies palmeados y el pico de un pato y los había unido al torso de un mamífero peludo de cuatro patas. Aunque al final aceptó al ornitorrinco como auténtico, al principio se preguntó si alguien habría cosido partes de varias criaturas para gastarle una broma.

Dos siglos después, el ornitorrinco sigue asombrando a los científicos. Además de las cuatro especies de equidna, son los únicos mamíferos que ponen huevos. También son uno de los pocos mamíferos venenosos. Los ornitorrincos macho tienen espolones venenosos que pueden causar tanto dolor como cientos de picaduras de avispa. (Recientemente, también se descubrió que su veneno contiene una hormona que podría ayudar a tratar la diabetes.)

Asimismo, los ornitorrincos no tienen estómago —su garganta conduce directamente a los intestinos— y tienen 10 cromosomas sexuales comparados con nuestros míseros dos. Por si no bastara, este año se descubrió que el pelo del ornitorrinco es biofluorescente y emite un tono verdeazulado cuando se ilumina con luz ultravioleta.

Tahneal Hawke, de la Universidad de Nueva Gales del Sur, libera a un ornitorrinco en el río Mita, en Victoria. Los investigadores los capturan para evaluar su estado de salud, tomar muestras genéticas e implantarles microchips.

Fotografía de Doug Gimesy

A medida que el amanecer empieza a iluminar el bosque, Josh Griffiths y Tamielle Brunt, estudiante de doctorado, recogen las redes que utilizan para capturar a los ornitorrincos. Como los ornitorrincos son más activos por la noche, la mayor parte de la investigación sobre estos curiosos animales tiene lugar entre el atardecer y el amanecer.

Fotografía de Doug Gimesy

Tahneal Hawke extrae sangre del pico de un ornitorrinco anestesiado, donde su seno venenoso se encuentra justo bajo la piel. Los investigadores utilizarán la muestra para estudiar el ADN y ARN de los animales.

Fotografía de Doug Gimesy

Un ornitorrinco joven ha sido puesto en libertad en un tronco en el arroyo McMahons, estado de Victoria. Los investigadores trabajan rápidamente para no mantener a sus sujetos fuera del agua durante más de media hora.

Fotografía de Doug Gimesy

Pero últimamente la admiración que sienten los investigadores de ornitorrincos por sus sujetos se ha visto ensombrecida por la preocupación. El cambio climático, el desarrollo humano, la sequía y los incendios forestales están devastando los ríos de Australia oriental que los ornitorrincos necesitan para alimentarse y aparearse. Ahora, los científicos están instando al gobierno nacional y a varios estados australianos a incluir al ornitorrinco como especie vulnerable a la extinción para que pueda beneficiarse de más protecciones e iniciativas de conservación.

Falta de agua

Es muy difícil contar las poblaciones de ornitorrincos porque son asustadizos y tienen hábitos nocturnos, pero todas las señales apuntan a un descenso. Según un informe reciente de investigadores de la Universidad de Nueva Gales del Sur, la Fundación de Conservación Australiana y otros, parecen haber desaparecido de más del 22 por ciento de su hábitat en los últimos 30 años.

Los registros históricos también sugieren un descenso. «Algunos registros hablaban de cientos de miles de ornitorrincos asesinados para utilizar su pelaje», afirma Tahneal Hawke, ecóloga de la Universidad de Nueva Gales del Sur que estudia la dinámica de población de la especie. «Otros mencionan avistar 20 ornitorrincos en un solo río, mientras que la mayor cantidad que he visto a la vez es cuatro».

Josh Griffiths y el investigador Farley Connelly colocan redes para capturar ornitorrincos. Tras el atardecer, comprobarán las redes cada tres o cuatro horas y las quitarán al amanecer.

Fotografía de Doug Gimesy

En 2019 y a principios de 2020, los incendios forestales devastaron Australia. Como criaturas acuáticas, parecía que a los ornitorrincos les había ido mejor que a otras especies icónicas como los canguros y los koalas, pero sus hábitats fluviales sufrieron.

Fotografía de Doug Gimesy

El pelaje denso e impermeable ayuda a los ornitorrincos a no pasar frío en los ríos y arroyos donde se alimentan y se aparean. Los registros históricos sugieren que los comerciantes europeos mataron cientos de miles de ornitorrincos por sus pieles.

Fotografía de Doug Gimesy

 

Un artículo publicado en febrero por su colega Gilad Bino proyecta que casi tres cuartos de los ornitorrincos podrían desaparecer en los próximos 50 años si el cambio climático sigue empeorando según lo previsto.

Se prevé que el cambio climático aumentará la frecuencia y la intensidad de las sequías e incrementará el riesgo de incendios, como los que asediaron Australia en 2019 y a principios de 2020. Tras aquellos incendios, los ornitorrincos desaparecieron del 14 por ciento de las áreas donde los habían avistado antes, según un informe reciente de Josh Griffiths, ecólogo de la consultora ambiental Cesar Australia, y varios colegas.

Griffiths, que ha estudiado a los ornitorrincos durante 13 años, dice que las cinco amenazas principales para los ornitorrincos son «la falta de agua, la falta de agua, la falta de agua, la falta de agua y la falta de agua».

En el lugar donde trabaja, cerca de Melbourne, dice que lo que más le preocupa es la urbanización. El aumento de las carreteras, las aceras y otras superficies duras ha creado una escorrentía de aguas negras pluviales anormalmente rápida en arroyos urbanos, lo que provoca la erosión de las riberas, una mayor sedimentación que aleja a las presas acuáticas de los ornitorrincos y otros problemas.

Las presas también suponen una amenaza, ya que cambian el caudal del río y bloquean los movimientos de los ornitorrincos. Richard Kingsford, director del Centro de Ciencias Ecosistémicas de la Universidad de Nueva Gales del Sur, dice que en su estado hay tres propuestas que le preocupan mucho.

«El gobierno de Nueva Gales del Sur cree que el país estará a prueba de sequías, pero en realidad lo único que va a hacer es poner otro clavo en el ataúd de estos ríos, incluidos los que albergan ornitorrincos», afirma. «Si [reconocen que] hay una especie vulnerable, habría un estándar mucho más alto para conseguir la aprobación».

Vulnerables a la extinción

El ornitorrinco es un icono australiano querido a nivel mundial y tiene un significado especial para algunas naciones originarias, señala James Trezise, analista de políticas ambientales de la Fundación de Conservación Australiana. Los wadi wadi consideran al ornitorrinco uno de sus animales tótem, o emblemas espirituales, pero no han avistado un ornitorrinco en su nación en años.

Para garantizar que estas criaturas icónicas no desaparezcan, los investigadores y los defensores, entre ellos el fotógrafo Doug Gimesy, han solicitado al gobierno nacional y a varios estados australianos que reconozcan al ornitorrinco como «vulnerable». En Victoria, el Comité Asesor Científico del estado recomendó a finales de noviembre que se aprobara la petición. Australia Meridional ya lo ha clasificado como «especie en peligro de extinción».

Categorizar a los ornitorrincos como especie amenazada a nivel nacional exigiría que el gobierno australiano aumentara las iniciativas de supervisión de este animal esquivo y obligaría a las autoridades a tener en cuenta a los ornitorrincos al evaluar las propuestas de grandes proyectos de construcción, como las presas.

Asimismo, los científicos dicen que les gustaría ver regulaciones más consideradas en los ríos; menos tala para la agricultura, que contribuye a la erosión fluvial; y la prohibición de las trampas utilizadas para capturar crustáceos, que también atrapan a ornitorrincos.

Gilad Bino y Tahneal Hawke pegan un transpondedor por radio temporal a la cola de un ornitorrinco hembra. El transpondedor les ayudará a recopilar información sobre los movimientos de los ornitorrincos y los efectos del agua liberada de una presa río arriba.

Fotografía de Doug Gimesy

Finalmente, dicen que esperan que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la autoridad global que establece el estado de conservación de las especies, también revise su clasificación. En 2016 clasificó al ornitorrinco como «casi amenazado», pero si cambiara su categoría a «vulnerable», a solo un nivel de «en peligro de extinción», el gobierno australiano estaría más presionado para tomar medidas.

«Tenemos la oportunidad de hacer algo antes de que sea demasiado tarde», afirma Kingsford. «Si no están en una lista hoy o el año que viene, estarán en una lista en dos a cinco años y no habremos estado a la altura de nuestra obligación de hacer algo».

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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