Estos murciélagos imitan a los avispones para evitar ser devorados por los búhos

Los murciélagos orejas de ratón emiten sonidos como el zumbido de los avispones, en un aparente intento de evitar la depredación de las aves, una notable adaptación no vista anteriormente en un mamífero

Por Sofia Quaglia
Publicado 10 may 2022, 11:17 CEST
Un murciélago orejas de ratón (Myotis myotis) en vuelo.

Un murciélago orejas de ratón (Myotis myotis) en vuelo. Esta especie puede imitar el zumbido de un avispón para ahuyentar a los depredadores.

Fotografía de WILDLIFE GmbH, Alamy Stock Photo

El mimetismo está muy extendido en el reino animal.

Algunas orugas pueden transformarse en serpientes venenosas. Los polluelos de un pájaro amazónico llamado la plañidera cenicienta se transforman en larvas venenosas. Las moscas voladoras amantes de las flores evolucionaron para parecerse a avispas urticantes y desagradables.

Todos estos son ejemplos de mimetismo batesiano, un truco evolutivo que lleva a un animal relativamente inofensivo a copiar a una especie más peligrosa para ahuyentar a posibles depredadores.

Pero este tipo específico de mimetismo es casi siempre visual en la naturaleza, por lo que sabemos. Y se da sobre todo en insectos, aves y reptiles.

Ahora, por primera vez, se ha observado un tipo de mimetismo acústico en mamíferos. Un estudio publicado el 9 de mayo en la revista Current Biology ha descubierto que una especie europea común, el murciélago de orejas de ratón, parece imitar el zumbido de los avispones, presumiblemente para evitar ser devorado por los búhos.

"Descubrimos que un mamífero imita el sonido de un insecto para asustar a un pájaro depredador", dice Danilo Russo, autor principal del artículo y profesor de ecología de la Università degli Studi di Napoli Federico II, en Italia. "Se trata de una sorprendente interacción evolutiva en la que participan tres especies evolutivamente distantes entre sí".

Los murciélagos de orejas de ratón, también conocidos como Myotis myotis, son una especie de murciélago europeo muy extendida a la que le gusta picar insectos, especialmente escarabajos. Se reúnen en colonias en los bosques y bordes de los mismos, y se posan en cuevas subterráneas durante la mayor parte del año, o en edificios durante el verano. Suelen ser presa de diversas aves, como la lechuza común (Tyto alba) y el cárabo (Strix aluco), sobre todo cuando salen o regresan a sus dormideros.

En 1999, Russo trabajaba en la creación de una biblioteca de llamadas de ecolocalización de los murciélagos europeos y en la recopilación de datos sobre cómo se comunican las distintas especies entre sí. Mientras extraía un pequeño murciélago orejas de ratón de una red de niebla, sosteniéndolo en sus manos, la criatura empezó a temblar y a emitir un zumbido continuo e intenso, cuenta Russo. Russo se sorprendió.

"Mi primer pensamiento fue: '¡Suena como los avispones, o las avispas!".

Inicialmente, los investigadores especularon que el zumbido era sólo una llamada de auxilio cotidiana. Pero el sonido era tan evidentemente similar al de un insecto que se originó una hipótesis casi inmediatamente, dice Russo, y, finalmente, años después, decidieron ponerla a prueba: ¿podría ser que los murciélagos imitaran a los avispones o a las abejas?

El propio Russo había recogido en el pasado egagrópilas [bolas formadas por restos de alimentos no digeridos que regurgitan algunas aves carnívoras] de lechuza común en la entrada de una cueva donde se posan estos murciélagos. "Lo creas o no, las egagrópilas contenían muchos cráneos de murciélagos", dice, por lo que le pareció que no era imposible que estos murciélagos "hayan hecho, evolutivamente hablando, un intento muy extremo de disuadir [a los búhos] para escapar".

En el estudio actual, Russo y sus colegas compararon primero los zumbidos de los murciélagos con los de cuatro especies diferentes de insectos himenópteros, entre ellos las abejas (Apis mellifera) y los avispones europeos (Vespa crabro). Analizaron los sonidos en función de su longitud de onda, frecuencia y duración de la llamada, entre otras cosas, y descubrieron que había un gran solapamiento en su estructura.

Los búhos oyen un espectro más amplio de longitudes de onda que los humanos. Así que los investigadores ajustaron los parámetros de sonido para que se ajustaran a lo que oiría un búho, eliminando los tonos más altos. Se dieron cuenta de que los murciélagos sonaban aún más parecidos a los zumbidos de los insectos para los oídos de los búhos que para los de los humanos. "La similitud era especialmente fuerte cuando se eliminaban las variables no detectadas por los búhos", dice Russo.

A continuación, a través de unos altavoces, los investigadores reprodujeron dos zumbidos de insectos. Uno era el sonido de un murciélago zumbando, el otro era la llamada social de un murciélago a algunas lechuzas cautivas y silvestres de dos especies diferentes, la lechuza común y el cárabo.

Aunque escuchar los sonidos grabados de los murciélagos hizo que los búhos se acercaran a la fuente del sonido, parecía que en su mayoría los incomodaba. Intentaban escapar o alejarse del altavoz, o como mucho inspeccionaban lo que ocurría.

Durante el experimento, los búhos salvajes, que podrían recordar haber sido picados por algún insecto volador, actuaron más asustados y huidizos que los búhos criados en cautividad. Russo y su equipo especulan que esto se debe a que los cautivos nunca tuvieron un encuentro con un insecto urticante. Sin embargo, hasta ahora hay pocos datos científicos sobre la frecuencia con la que los búhos son picados por abejas, avispones y avispas de forma habitual, ni tampoco sobre le frecuencia con la que se encuentran con ellos.

"Seguramente saben que es un encuentro peligroso", dice Russo. Por eso también sostiene que este tipo de mimetismo batesiano es probablemente una técnica desplegada cuando un murciélago ha sido capturado y quiere ganar algo de tiempo para salir zumbando.

Como siempre ocurre con estos nuevos descubrimientos, quedan muchos interrogantes.

En el futuro habrá que reproducir estos resultados en la naturaleza, en lugar de en un laboratorio, y con un mayor número de búhos, para poder afirmar realmente si se trata de un tipo de mimetismo batesiano, dice Bruce Anderson, profesor de entomología de la Universidad de Stellenbosch, en Sudáfrica, que no participó en el estudio. Otra cuestión es si los búhos no se asustan simplemente por el volumen del zumbido de los murciélagos, como podrían hacerlo por cualquier otro ruido fuerte e inesperado. "Podríamos preguntarnos si se trata de un caso de mimetismo o de aprovechamiento de un sesgo sensorial", dice Anderson.

Tampoco está claro si los búhos temen a los insectos que zumban, y en qué medida, aunque los datos parecen indicar que las aves suelen evitar anidar en cavidades ocupadas por estos insectos. Los investigadores también podrían aprender más sobre si estos zumbidos son exclusivos de los insectos picadores o si otros insectos neutros pueden producirlos. También sería bueno comprobar si los búhos que han sido picados reaccionan con más miedo que los que no lo han sido, según David Pfennig, profesor de biología de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill (Estados Unidos), que no participó en el estudio.

Aunque el mimetismo es común y algunos casos de mimetismo batesiano son bien conocidos, gran parte de él sigue siendo misterioso y sorprendente, dice Pfennig, para quien por eso son importantes hallazgos como éste. "El mimetismo batesiano es uno de los mejores ejemplos de cómo la selección natural puede producir una adaptación notable, incluso entre grupos de organismos muy distantes", afirma Pfennig. Hay otros ejemplos de mimetismo acústico entre especies diferentes, como el de los búhos de madriguera que emiten sonidos sibilantes que se asemejan a los de las serpientes de cascabel, pero que un mamífero copie a un insecto parece una auténtica novedad.

En el futuro, los científicos planean afinar y ampliar su investigación.

"Aunque siempre es útil validar las observaciones sobre el terreno, nuestros resultados fueron muy claros", afirma Russo. "Sería interesante encontrar estrategias similares en otras especies". Con más de 1400 especies de murciélagos, así como un puñado de especies de vertebrados no murciélagos que zumban cuando se les molesta, Russo supone que otras especies además de la que estudiaron pueden utilizar el mismo truco.

La estrategia de que los animales en las cavidades imiten sonidos aterradores para evitar a los depredadores podría estar, de hecho, muy extendida, dice Anastasia Helen Dalziell, investigadora de ornitología de la Universidad de Wollongong, en Australia, que no participó en el estudio.

"La mayor parte de lo que sabemos sobre el mimetismo se ha obtenido a partir de estudios sobre el mimetismo visual, pero en principio, las señales miméticas podrían operar en cualquier [tipo] sensorial", dice Dalziell. "Es realmente fantástico tener otro ejemplo de mimetismo acústico... para ayudar a fomentar una investigación más amplia del mimetismo".

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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