Leopardo nebuloso

nebuloso vaga por distintos territorios de caza de Asia, desde las selvas de Indonesia hasta las laderas del Himalaya nepalí. Aunque se dispone de poca información sobre el tamaño de sus poblaciones, se le considera una especie vulnerable.    

Por Redacción National Geographic
A medio camino entre los pequeños felinos que ronronean y los grandes felinos que rugen se encuentra el leopardo nebuloso, que habita en las selvas del sudeste asiático.
Fotografía de Fotografía de Peter Weimann y Animals Animals-Earth Scenes
Leopardo nebuloso
Leopardo nebuloso

5 de septiembre de 2010

Este bello felino asiático, llamado así por su piel moteada, es raramente visto en libertad y sus hábitos siguen siendo poco conocidos. El leopardo nebuloso vaga por distintos territorios de caza de Asia, desde las selvas de Indonesia hasta las laderas del Himalaya nepalí. Aunque se dispone de poca información sobre el tamaño de sus poblaciones, se le considera una especie vulnerable.

La mayoría de los felinos son muy hábiles a la hora de trepar, pero el leopardo nebuloso es casi insuperable. Es capaz incluso de colgarse cabeza abajo de grandes ramas utilizando sus amplias zarpas y sus afiladas garras para sujetarse firmemente a ellas. El leopardo nebuloso tiene patas cortas y poderosas ancladas sobre tobillos que pueden girar, lo que le permite bajar de los árboles con la cabeza por delante, casi igual que una ardilla. Gracias a su aguda vista puede calcular perfectamente las distancias, y utiliza su larga cola para mantener el equilibrio.

Aunque el leopardo nebuloso es un experto trepador, los científicos creen que caza casi siempre en la superficie, donde encuentra sus presas favoritas: venados, cerdos, monos y otros animales de menor tamaño, como ardillas o pájaros. A la hora de cazar cuenta con la ayuda de los dientes caninos más grandes (en proporción al tamaño del cuerpo) de todos los felinos salvajes.

Los científicos no saben exactamente cómo actúa el leopardo nebuloso en libertad. Se les supone animales solitarios, al igual que la mayoría de los felinos. Las hembras paren cada año camadas de entre uno y cinco cachorros cada año, que dependen de ellas durante unos diez meses.

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