23 de mayo de 2012
En una remota isla del Océano Atlántico, los ratones comunes se han convertido en implacables asesinos que se alimentan de millones de pájaros al año.
La isla de Gough, que forma parte del territorio de ultramar de Reino Unido, se ha convertido en el escenario de una masacre.
La isla está deshabitada, salvo por un pequeño grupo encargado de la estación meteorológica, pero alberga aproximadamente diez millones de aves de más de veinte especies. Además, es considerado el único lugar de cría del llamado petrel de alas negras: dos millones de parejas producen hasta 1,6 millones de polluelos al año.
Un nuevo estudio revela que las crías de esta especie están en peligro a causa de los ratones, que han alcanzado enormes proporciones desde que fueron introducidos en la isla hace 150 años.
«La gran cantidad de aves es lo que hace a la isla especial», afirma el coautor del estudio Ross Wanless, de la Universidad de Ciudad del Cabo.
«Sin embargo, los ratones están acabando con muchos de ellos» y los científicos temen que puedan provocar la desaparición de las poblaciones de petreles.
Además de la Isla de Gough, existía otra población de petreles de ala negra en Tristán de Acuña, otra isla del Atlántico. Sin embargo, se cree que desaparecieron recientemente por culpa de la invasión de ratas negras.
Invasión de ratones
Según Wanless, no hay ninguna especie que amenace a los ratones comunes, por lo que en verano llegan a alcanzar los 300 por hectárea, lo que significa que hay aproximadamente 1,9 millones de ratones en una isla de 65 kilómetros cuadrados.
Además, pueden medir hasta un 50% más que un ratón normal, alcanzando los 27 centímetros de largo sin contar la cola.
Como en invierno escasean otros alimentos, los ratones van tras los polluelos.
Por ejemplo, se sabe que los ratones han atacado crías de albatros de Tristán, a pesar de que pesan hasta 300 veces más que un ratón.
Para su estudio, Wanless y su equipo examinaron los efectos de la actividad de los ratones en el petrel de alas negras, especie considerada «en peligro» por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, lo que quiere decir que se enfrenta a un alto riesgo de extinción.
Los científicos que han estudiado los ratones de la Isla de Gough han encontrado pruebas de que se alimentan de petreles de ala negra, pero puesto que es una especie que anida bajo tierra, «se necesita más tiempo para sacar conclusiones», según Wanless.
El equipo estudió 178 nidos de estas aves durante cuatro temporadas de cría, utilizando cámaras de infrarrojos e inspeccionando los nidos todas las semanas.
En base a sus resultados, calcularon que nacen 1,6 millones al año, y aproximadamente 1,25 sirven de alimento a los ratones.
«Si éste ha sido el ritmo durante 150 años, cabe la posibilidad de que hubiera 30 parejas de petreles antes de que llegaran los ratones», afirma Wanless.
Los pájaros no saben lo que les espera
La capacidad de los ratones para acabar con animales tan grandes «es algo difícil de comprender», señala Wanless.
«En realidad son como bebés. Si juntas una rata hambrienta con un bebé humano, éste no podrá defenderse».
«Pasa lo mismo con estos polluelos. No tienen ni idea de lo que se les viene encima, porque nunca han estado en una situación parecida».
Los científicos saben que los petreles son beneficiosos para el ecosistema de la isla, aunque desconocen «hasta qué punto se ha visto éste afectado por la introducción de los ratones».
Para Wanless, entre los beneficios que aportan las aves está «el efecto abono», puesto que enriquecen enormemente la isla gracias a sus excrementos. Además, cavan madrigueras continuamente, renovando así el terreno.
En cualquier caso, los resultados del estudio ponen de manifiesto que los ratones «son una amenaza potencial para la fauna de la isla, y los planes de restauración deben incluir permanentemente ideas para su erradicación».
Según Wanless, un plan de erradicación eficaz, aunque costoso, sería introducir en la isla cebos envenenados.
«He visto lo hambrientos que están estos ratones», señala, «así que sé con certeza que si introdujéramos alimento en el momento apropiado, los ratones se lo comerían».
El nuevo estudio sobre los ratones de la Isla de Gough fue publicado online el 8 de mayo en la revista Animal Conservation.