¿Puede heredarse la risa? Así nos definen los genes

Genéticamente hablando, heredamos lo que heredamos. Pero quizá algún día podamos programar nuestros futuros genéticos, y entonces la historia cambiará.

Por Simon Worrall
Publicado 17 jul 2018, 16:06 CEST
CRISPR/Cas9
Un investigador lleva a cabo un proceso CRISPR/Cas9 en mayo de 2018 en el Centro Max Delbrueck de Medicina Molecular en Berlín.
Fotografía de Gregor Fischer, picture alliance/Getty Images

¿Por qué hoy en día la gente suele ser más alta que sus ancestros? Si tienes ojos azules o eres pelirrojo, ¿significa eso que tus hijos lo heredarán? ¿Existe un gen de la inteligencia? ¿O un gen que produzca asesinos? ¿O tiene que ver con el entorno familiar en el que nos criamos? Estas son algunas de las preguntas que explora Carl Zimmer en su nuevo libro, She Has Her Mother's Laugh.

Cuando National Geographic habló con Zimmer en la Universidad de Yale, nos explicó por qué es imposible predecir qué color de piel o de pelo tendrán los hijos de Meghan Marckle y el príncipe Harry, cómo el libro de un genetista estadounidense sirvió de base para los programas de exterminio masivo de Hitler y por qué tu ADN neandertal podría tener beneficios para la salud.

Cuando le dije a mi mujer el título del libro y que trataba de la herencia genética, me dijo: «Tengo la risa y la voz de mi madre por estar con ella». Entonces, Carl, ¿son los genes o el entorno —innato o adquirido— lo que nos hace ser quienes somos?

Nadie ha realizado un estudio genético riguroso sobre la herencia genética de la risa. [Se ríe] Pero los investigadores han estudiado el comportamiento en general y la genética, que demuestran que hay diversos tipos de comportamiento y aspectos de la personalidad de una persona que son «hereditarios».  Esto significa que si observas una variación en un rasgo en un gran grupo de personas, parte de dicha variación se debe a los genes que heredan. Por ejemplo, los gemelos idénticos suelen parecerse más en dicho rasgo que sus otros hermanos.

Fotografía de Penguin Random House, Jacket Design By Pete Garceau, Jacket Art Of Genome By Sandra Culliton

Pero me sorprendería que la risa tuviera siquiera un 10 por ciento de heredabilidad. Los genes que heredas podrían estar implicados en que tu risa se parezca a la de tus padres, pero también creces con ellos y les oyes reír, y somos una especie muy imitadora. No hay forma de entrar en detalle y decir que hemos identificado que ese 10 por ciento de tu risa procede de tu ADN. Nos gustaría que eso pasara. De ahí la popularidad de las pruebas genéticas personales. De algún modo, queremos observar el interior de nuestro ADN y obtener una medida precisa de por qué somos como somos.

Sin duda, nuestros genes tienen una importancia enorme, pero no son lo único que heredamos de nuestros padres. Yo diría que hay que pensar más allá de los genes cuando intentamos entender el panorama completo de la herencia genética. Por ejemplo, los humanos somos animales culturales y la cultura funciona como su propia forma de herencia genética. Quizá ya hayas descubierto que a tus hijos o nietos se les da mucho mejor que a ti usar un smartphone. Podrían idear una forma nueva de diseñar los teléfonos, que a continuación se transmitiría a las generaciones futuras.

Se ha comentado mucho el matrimonio del príncipe Harry, de ascendencia greco-germana, y Meghan Markle, cuya madre tiene antepasados que eran esclavos africanos. ¿Existe alguna forma de predecir el aspecto de sus futuros hijos?

Solemos fijarnos en las diferencias entre las personas, por eso hay tanta fascinación con el matrimonio de Harry y Meghan o por que tenga ascendencia africana. Peor si observas su plantilla completa de ADN, es prácticamente idéntica. Hay tramos enormes donde solo hay una ligera diferencia entre ellos. Pero existe una pizca de diferencia genética entre Harry y cualquier otra persona de Gran Bretaña. La especie humana es bastante uniforme genéticamente.

El aspecto de las personas depende en muchos genes diferentes. El color de los ojos, del pelo, de la piel, todos están influidos por sus propios conjuntos de genes. Cada persona porta dos copias de cada uno de esos genes, y en algunos casos necesitas dos copias de la misma versión para ser pelirrojo, por ejemplo.

En 2017, se descubrió que neandertales y humanos se aparearon durante su coexistencia. Haznos retroceder en el tiempo y explícanos cómo los genes de neandertal podrían ayudarnos a luchar contra una enfermedad.

Es probable que los neandertales existieran durante varios cientos de miles de años en Europa y Asia; su última aparición en el registro fósil data de hace unos 40.000 años. Nuestra especie evolucionó en África y los fósiles más antiguos de Homo sapiens tienen unos 300.000 años de antigüedad. Desde el comienzo de nuestra especie, probablemente nos expandimos hacia el territorio de los neandertales y nos cruzamos. En algunos casos, el ADN humano moderno acabó en los neandertales y el ADN neandertal acabó en nuestro propio acervo génico.

La gente solo tiene un pequeño porcentaje de ADN neandertal. Pero como hay miles de millones de personas con ADN neandertal, hay mucho ADN neandertal en la Tierra hoy en día. [Se ríe] Básicamente puedes reconstruir el genoma neandertal a partir de todos los fragmentos que flotan en nuestro interior.

Al principio, es probable que los genes neandertales fueran perjudiciales porque no estaban adaptados para cooperar con los nuestros. Esto podría haber tenido efectos como dañar nuestra salud o dificultarnos el tener hijos. Pero parece que algunos genes neandertales se quedaron en nosotros y se transmitieron porque eran beneficiosos. Una posibilidad es que haya genes que ayuden a nuestros sistemas inmunes. Quizá los neandertales evolucionaron para resistir a ciertos tipos de patógenos y la gente que heredó esos genes tendía a sobrevivir más que la gente que no los heredó.

Quizá cuando en el futuro vayas a hacerte un chequeo, el médico te diga: «Por desgracia, tiene esta variación neandertal, y podría tener un mayor riesgo de colesterol alto». Los científicos todavía intentan averiguar cuáles son los efectos exactos sobre la salud de todas las variantes diferentes. La mayoría son un misterio.

A muchos lectores les sorprenderá descubrir que el programa racial de Hitler tiene sus raíces en Estados Unidos. Háblanos de la Escuela de Formación Vineland y el inquietante caso de Deborah Kallikak.

En el sur de Nueva Jersey, había una escuela construida a finales del siglo XIX llamada Escuela de Formación Vineland, que originalmente se llamaba Hogar de Nueva Jersey para la educación y el cuidado de niños débiles mentales. En 1906, contrataron a un psicólogo llamado Henry Goddard. Quería hallar un método científico para medir el intelecto de los estudiantes. También estaba descubriendo la genética: se acababa de redescubrir la investigación de Gregor Menel y muchos genetistas estadounidenses en particular creían que era la explicación de por qué algunas personas eran inteligentes y otras no, o de por qué algunas personas cometían delitos y otras no.

En Estados Unidos surgió la idea de que había que evitar que las personas con esos «genes malos» tuvieran hijos. Henry Goddard usó a los niños de la escuela como «prueba» de su política. Investigó su genealogía y afirmó que se podía ver cómo estos genes se transmitían de generación en generación y que era una prueba positiva de que la eugenesia era la decisión correcta.

Goddard publicó un libro llamado La familia Kallikak , acerca de una estudiante de la escuela llamada Emma Wolverton, a quien llamó Deborah Kallikak. El libro afirmaba demostrar cómo la criminalidad y la debilidad mental se transmitían a lo largo de generaciones. Insinuaba que debía evitarse que estas personas se reprodujeran o sería terrible para Estados Unidos. También defendía la esterilización de las mujeres para que no se reprodujeran si se las consideraba no aptas. A medida que el poder de los nazis aumentaba, echaron mano de la eugenesia estadounidense y la familia Kallikak se usó como prueba de que debía evitarse que las personas incapacitadas tuvieran descendencia. A continuación, fueron más allá de la esterilización y empezaron a exterminar a personas basándose en este tipo de justificación.

La tesis de Goddard resultó ser totalmente falsa. Afirmaba que un antepasado distante de Deborah Kallikak, un soldado en la guerra de Independencia de los Estados Unidos, tuvo una aventura con una chica débil mental, que tuvo un hijo y produjo una descendencia de personas débiles mentales, entre ellas Deborah. El soldado se casó con una mujer respetable y, durante generaciones, sus hijos fueron miembros productivos de la sociedad. Enseñaba estos árboles genealógicos, en los que una parte era todo círculos y cuadrados negros que mostraban que eran débiles mentales o criminales, y al otro lado era todo blanco, lo que implicaba que eran nobles y admirables. Décadas después, un par de investigadores acudirían a los archivos públicos y recompondrían la historia real de su familia. Y no se parecía en nada a lo que contaba Goddard. Toda su genealogía era un fraude.

Mi hijo mide 1,90, a mi lado es un gigante. Pero la ciencia sobre cómo se hereda la altura es muy compleja, ¿no?

Parece que la altura debería ser algo sencillo que habríamos desentrañado hace ya tiempo. Es solo un número que obtenemos con una regla. [Se ríe] Sin embargo, los científicos llevan más de 150 años desconcertados con la altura y todavía les queda mucho para descifrarla. Sabemos que la altura es muy heredable, lo que implica que en una población, gran parte de la diferencia se reducirá a los genes. Pero esto no significa que un solo gen influya en la altura. Los científicos ya han identificado más de 3.000 genes en el ADN que influyen en la altura y probablemente aumentarán hasta los 10.000, o más.

En parte, se debe a que la altura depende de muchos factores diferentes, como cómo asimilamos la energía o cómo convertimos dicha energía en células. De forma que, una vez te metes en algo tan sencillo como la altura, empiezas a darte cuenta de que no lo es. Esto de la herencia genética es fascinante por su complejidad. El hecho de que tu hijo sea alto podría estar relacionado con los genes que ha heredado, pero también con el tiempo y el lugar donde nació y creció. ¡Todo el mundo ha crecido! [Se ríe]

En los últimos años, ha llegado a los titulares algo denominado herencia epigenética. Explícanos qué es y cómo la prensa popular ha intentado usarla para explicar el crimen en Estados Unidos.

Heredamos los genes, pero cómo funcionen depende no solo de la secuencia de nuestro ADN, sino de las moléculas que rodean nuestros genes y los activan o desactivan. Su estudio se denomina epigenética. Existen pruebas fascinantes de que, al menos en ciertas especies, la epigenética se transmite de generación en generación, como los genes. Por ejemplo, si una planta ha sufrido sequía, podría cambiar su epigenética para volverse más tolerante a la sequía, lo que después podría transmitir a sus descendientes.

Por desgracia, en la cultura popular, la epigenética ha ido muy por delante de las pruebas. Mucha gente afirma que puedes cambiar tu destino asumiendo el control de tu epigenética. Incluso puedes ir a clases de yoga epigenética si quieres. [Se ríe] Hay quien afirma que las experiencias traumáticas pueden cambiar la epigenética de las personas, que después se transmite a sus hijos y se supone que explicaría problemas en términos de crimen. Es peligroso, porque se recurre a explicaciones biológicas fáciles para problemas sociales complejos.

Un genetista declaró en 2015: «Pronto podremos alterar la herencia genética humana». Háblanos de la CRISPR y de los dilemas éticos que podría plantear nuestra intervención en uno de los mecanismos más complejos de la naturaleza.

La CRISPR es una herramienta científica que ha entrado en escena en los últimos años y ha demostrado ser muy útil para editar el ADN. Algunos científicos la han usado para alterar el ADN dentro de embriones humanos en las primeras etapas de desarrollo. Surge la posibilidad de poder programar cambios genéticos en nuestros futuros hijos, y sus descendientes podrían heredar dichos cambios. Quizá se quiera hacer eso para ahorrar a las personas un riesgo grave de enfermedad, pero han aparecido todo tipo de posibilidades.

¿Quieres reducir sus probabilidades de contagiarte con enfermedades muy comunes o mejorarlos de algún modo, de forma que las generaciones futuras no puedan decidir sobre el tema, aunque tú sí? Plantea todo tipo de cuestiones éticas sobre la igualdad, por ejemplo. ¿Es justo que algunas personas que pueden permitírselo alteren las generaciones futuras? Hay problemas a los que aún estamos empezando a hacer frente. ¡Pero van a aparecérsenos muy rápido!

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