Científicos españoles alertan de que las alergias cruzadas aumentan en las ciudades

Nuestras ciudades crecen cada día más rápido y, con ellas, cada vez más personas sufren el llamado síndrome de alergia polen-alimento.

Por Cristina Crespo Garay
Publicado 16 oct 2019, 19:24 CEST
Alergia cruzada
El síndrome de alergia polen-alimento está causada por la presencia de alérgenos comunes entre el polen y los frutos de determinadas especies vegetales.
Fotografía de Todd Gipstein, Nat Geo Image Collection.

El melocotón con el polen del ciprés, el melón, kiwi, melocotón o pera con el polen de olivo, o bien el polen de plátano de sombra con la manzana, el plátano, kiwi, melón o el melocotón. Un grupo de científicos de la Universidad de Granada alerta de que las ciudades españolas ven aumentar las llamadas alergias cruzadas, es decir, las interacciones que pueden desarrollar las personas alérgicas al polen de un árbol cuando consumen un determinado fruto.

Esta reacción es conocida como síndrome de alergia polen-alimento (pollen food allergy syndrome), y está causada por la presencia de alérgenos comunes entre el polen y los frutos de determinadas especies vegetales.

El artículo, publicado en la revista Urban Forestry & Urban Greening, tiene como objetivo principal la creación de un listado de árboles frutales urbanos basado en la ciudad de Granada y extrapolables a las demás ciudades mediterráneas, así como estudiar el riesgo de sufrir estas reacciones alérgicas como consecuencia de estos árboles urbanos.

“Cada vez hay más personas en las ciudades que sufren una de estas alergias cruzadas, debidas a que las plantas tienen relaciones filogenéticas, al igual que los animales”, afirma en un comunicado de la Universidad Paloma Cariñanos, una de las investigadoras de este estudio. “Existen proteínas comunes en el polen y el fruto de distintas plantas, que hacen que cuando una persona desarrolla alergia al polen de una planta, pueda desarrollar alergia al fruto de otra”.

Más de 20 especies urbanas causan alergia

Los llamados “bosques urbanos” son aquellas redes que comprenden los bosques, grupos de árboles y árboles indivisuales que existen en el entorno urbano, según define la Organización Mundial para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que afirma que proveen servicios ecosistémicos que benefician a los seres urbanos.

El estudio de las especies de estos bosques urbanos en la ciudad de Granada ha ofrecido un resultado de 79 especies de 31 familias botánicas diferentes. “El género Prunus de la familia Rosácea, que incluye especies como el ciruelo, albaricoquero, melocotonero, cerezo, almendro y melocotonero, y el género Citrus de la familia Rutácea, que engloba todos los cítricos: limonero, mandarino, naranjo dulce y amargo, pomelo y lima, son los más representados”, afirman los autores del estudio.

“También son destacables especies muy comunes en la ciudad como el granado (Punica granatum), la chumbera (Opuntia ficus-indica), el níspero (Eryobotria japónica) o el kaki (Dyospiros kaki)”.

De ellas, 23 son causantes de alergia polínica, sobre todo  el olivo (Olea europea), el castaño (Castanea sativa), la morera (Morus spp.) o el nogal (Juglans spp.). Además, los frutos de hasta 30 especies contienen alérgenos, entre ellos el pistacho (Pistacia vera), el almendro (Prunus dulcis) y la bellota (Quercus rotundifolia).

Crecen los bosques urbanos

La provisión de alimento es uno de los objetivos de estos bosques. Por ello, el término “bosque urbano comestible” engloba aquellas especies vegetales que se encuentran en las ciudades y producen alimento. Cuando el interés alimenticio queda reservado al fruto, se utiliza el término “urban fruit forest”.

“La instalación y creación de bosques urbanos comestibles es una tendencia creciente tanto en países en vía de desarrollo como desarrollados”, indican los autores. “En el área mediterránea, a pesar de la importante tradición de plantar árboles frutales en parques y jardines públicos y privados, no es tan popular la recogida de los frutos directamente de los árboles para el consumo, bien porque no es una actividad permitida por Normas y Directivas Municipales, o porque existe un rechazo generalizado a que todos los frutos que crecen en entornos urbanos están altamente contaminados por la contaminación, aunque aún no hay estudios concluyentes sobre este aspecto”, señalan.

Sin embargo, “ante el creciente desarrollo de la horticultura urbana, es conveniente revisar algunos efectos negativos que sí cuentan con estudios avanzados, como es la respuesta alérgica que el consumo de algunas frutas puede generar, en particular en personas que ya están sensibilizadas al polen”, señalan los autores, que hacen hincapié en “la gran importancia del árbol y los bosques urbanos para la calidad de vida y el bienestar de los ciudadanos de las ciudades”.

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