El cambio climático conduce al planeta hacia un «punto crítico» peligroso

Los científicos no creen «que la gente sea consciente del poco tiempo que nos queda» para detener los cambios desastrosos e irreversibles en los sistemas climáticos de la Tierra. Pero aún hay esperanza.

Por Stephen Leahy
Publicado 28 nov 2019, 11:31 CET
Arrecife de coral
Los océanos y los corales que los habitan están sometidos a un estrés extremo debido al cambio climático y podrían haber alcanzado un punto en el que han sufrido demasiados daños como para recuperarse.
Fotografía de Alexis Rosenfeld, Getty Images

Los principales científicos climáticos advierten que las pruebas de que se están produciendo cambios irreversibles en los sistemas climáticos de la Tierra significan que vivimos una emergencia planetaria. Afirman que una cascada de puntos críticos podría dar pie a un punto crítico global en el que varios sistemas terrestres atravesarán el punto sin retorno.

Dicha posibilidad supone «una amenaza existencial para la civilización», escribieron Tim Lenton y sus colegas en la revista Nature esta semana.

Tal desplome de los sistemas terrestres podría provocar las condiciones de la denominada «Tierra invernadero»: un incremento de la temperatura global de 5 grados centígrados, un aumento del nivel del mar de entre seis y nueve metros, y la pérdida total de los arrecifes de coral del mundo y de la selva amazónica, volviendo inhabitables grandes partes del planeta.

Advierten que se necesita una respuesta a esta emergencia global para limitar el calentamiento a 1,5 grados Celsius. «La estabilidad y la resiliencia de nuestro planeta peligran», afirman.

«Es una sorpresa desagradable saber que los puntos críticos que pensábamos que ocurrirían en el futuro lejano ya están teniendo lugar», declaró Lenton en una entrevista.

Por ejemplo, parece que el manto de hielo de la Antártida Occidental está colapsando lentamente. Según Lenton, científico climático de la Universidad de Exeter, Inglaterra, los datos más recientes indican que podría estar ocurriendo lo mismo en parte del manto de hielo de la Antártida Oriental. Si ambas se derritieran, el nivel del mar aumentaría siete metros durante los próximos siglos.

«Exeter, donde me encuentro, fue fundado por los romanos hace 1900 años. Es probable que dentro de 1500 años esté bajo el agua», afirma. «No deberíamos descartar el legado que vamos a dejar a las futuras generaciones, independientemente de lo lejano que sea el futuro».

Los mantos de hielo de la Antártida Occidental y Oriental son solo dos de los nueve puntos críticos —o gigantes del sistema climático— que muestran indicios evidentes de estar llegando a un punto sin retorno.

Cambio climático 101 con Bill Nye

Lo que antes era teórico, ahora es real

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) presentó la idea de los puntos críticos hace 20 años. La pérdida del manto de hielo de la Antártida Occidental y la selva amazónica o el derretimiento generalizado del permafrost, así como otros componentes del sistema climático, se consideran «puntos críticos» porque pueden atravesar umbrales cruciales y cambiar de forma abrupta e irreversible. Al igual que un árbol de 200 años en un bosque puede permanecer en pie tras 20 hachazos, el vigésimo primer golpe podría derribarlo.

Antes se creía que los puntos críticos solo se alcanzarían cuando el calentamiento global superara los 5 grados Celsius. Sin embargo, los informes del IPCC del último año advierten que pueden ocurrir con un calentamiento de entre 1 y 2 grados Celsius. Cada aumento fraccionario de los incrementos de temperatura se traduce en un mayor riesgo de alcanzar uno de los 30 puntos críticos principales. Con solo 1 grado Celsius de calentamiento actual, se cree que nueve están empezando a traspasar el umbral. Como con ese árbol de 200 años metafórico, nadie sabe si el próximo hachazo —o grado— lo derribará.

Aunque los países tomen medidas para alcanzar sus compromisos de reducción de emisiones conforme al Acuerdo de París, el calentamiento superará los 3 grados Celsius.

Las emisiones de carbono globales, que han aumentado año tras año, deben descender un 7,6 por ciento cada año desde ahora hasta 2030 para mantener el calentamiento cerca de los 1,5 grados Celsius, según un informe de la ONU publicado el 26 de noviembre.

Los sistemas climáticos y ecológicos de la Tierra están muy interrelacionados. Potenciados por la energía térmica del sol, la atmósfera, los océanos, los mantos de hielo, los organismos vivos como los bosques y los suelos afectan al movimiento del calor por la superficie terrestre a mayor o menor escala. Las interacciones de los elementos de nuestro sistema climático global significan que un cambio considerable en uno afectará al resto. Ese árbol de 200 años que cae al vigésimo primer hachazo puede chocar con otros árboles y derribarlos en un efecto dominó.

Lo que pasa en el Ártico no se queda en el Ártico

Los científicos advierten que quizá ocurra eso en el sistema climático: los diferentes puntos críticos están empezando a chocar entre sí. Por ejemplo, la pérdida de la banquisa ártica en los veranos de los últimos 40 años significa que hay más aguas libres que absorben calor y un 40 por ciento menos de hielo reflectante. Esto amplifica el calentamiento regional del Ártico y provoca un mayor derretimiento del permafrost ártico, lo que a su vez libera más dióxido de carbono y metano a la atmósfera, gases que contribuyen al calentamiento global.

Un Ártico más cálido ya ha provocado alteraciones de las poblaciones de insectos a gran escala y un aumento de los incendios, que provocan la extinción paulatina de los bosques boreales norteamericanos. Ahora, dichos bosques podrían estar liberando más carbono del que absorben.

Los sistemas interconectados pueden tener repercusiones en todo el planeta. El calentamiento del Ártico y el derretimiento del manto de hielo de Groenlandia introducen agua dulce en el Atlántico Norte, lo que podría haber contribuido a la reciente desaceleración de un 15 por ciento de la Circulación Meridional de Retorno del Atlántico (AMOC, por sus siglas en inglés). Estas corrientes oceánicas conducen el calor desde los trópicos y son responsables del relativo calor del hemisferio norte.

Glen Peters, director de investigación del Centro para el Clima Internacional de Noruega, explica que es probable que muchos puntos críticos climáticos sean fenómenos lentos, como el colapso de los mantos de hielo antárticos, que se desarrollará durante cientos o miles de años.

«No está claro cuándo se pondrán en marcha la mayoría de los puntos críticos», afirma Peters, que no participó en el artículo de Nature.

Declaración de emergencia climática planetaria

Katherine Richardson, coautora del informe y profesora de oceanografía biológica en la Universidad de Copenhague, indica que es importante saber que las temperaturas globales no están impulsadas solamente por las emisiones de carbono humanas. Los sistemas naturales de la Tierra, como los bosques, las regiones polares y los océanos, también desempeñan papeles importantes.

«Debemos prestarles atención», declaró Richardson en una entrevista.

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    Científicas contra el cambio climático
    La iniciativa Homeward Bound Project busca formar a 1.000 mujeres en los próximos diez años sobre calentamiento global. El programa contempla, además de la creación de una gran red de líderes contra el cambio climático, el impulso de la investigación sobre el mismo y de la influencia femenina en posiciones de liderazgo, luchando de ese modo contra la desigualdad de género en la sociedad y específicamente en las disciplinas STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas).

    Explica que ya es demasiado tarde para impedir que lleguemos a algunos puntos críticos, ya que hay pruebas de que se han alcanzado al menos nueve. El riesgo de que caigan en cascada hacia un punto crítico global irreversible con repercusiones inmensas para la civilización humana garantiza una declaración de emergencia climática planetaria.

    Para minimizar el riesgo habrá que mantener el calentamiento global tan cerca de 1,5 grados Celsius como sea posible, reduciendo a cero las emisiones de carbono. Richardson afirma que se tardarán al menos 30 años en lograr la neutralidad en carbono. «Es nuestra estimación temporal más optimista».

    «No creo que la gente sea consciente del poco tiempo que nos queda. Alcanzaremos los 1,5 grados en una o dos décadas y con tres décadas para descarbonizar se trata claramente de una emergencia», declaró Owen Gaffney, coautor del artículo y analista de sostenibilidad global en el Centro de Resiliencia de Estocolmo, en la Universidad de Estocolmo.

    «Sin medidas urgentes, es probable que nuestros hijos hereden un planeta peligrosamente desestabilizado», declaró en una entrevista.

    Las economías prevalecen

    Por su parte, un reciente informe de la ONU reveló que Estados Unidos, China, Rusia, Arabia Saudí, India, Canadá, Australia y otros países planean incrementar un 120 por ciento su producción de combustibles fósiles para 2030. Esos mismos gobiernos han acordado limitar el calentamiento global a 1,5 grados conforme al Acuerdo de París, pero parecen estar más preocupados por el crecimiento económico.

    Gaffney y sus coautores escriben que ningún análisis económico de costes y beneficios nos ayudará ahora que nos enfrentamos a una amenaza existencial para la civilización. Afirma que los gobiernos dependen mucho de los consejos de los economistas, pero salvo algunas excepciones, la profesión ha causado a la humanidad un gran perjuicio al ignorar el cambio climático en su investigación y sus estudios. Indica que solo una pequeña parte de los artículos y trabajos en las revistas de economía debaten el cambio climático.

    Geoffrey Heal, economista de la Facultad de Empresariales de Columbia, en Nueva York, reconoce que los riesgos que plantean los puntos críticos climáticos no forman parte de ningún análisis económico de políticas climáticas. «Si se incluyeran, la diferencia sería enorme y sugerirían que debemos fortalecer mucho nuestras políticas climáticas», explicó Heal por email.

    «Traspasar los puntos críticos entraña riesgos enormes para los activos financieros, la estabilidad económica y la vida tal y como la conocemos en la actualidad», afirma Stephanie Pfeifer, consejera delegada del Grupo de Inversores Institucionales sobre el Cambio Climático (IIGCC, por sus siglas en inglés), un grupo de inversión que gestiona más de 30 billones de dólares en activos. Pfeifer escribió por correo electrónico que es muchísimo más barato impedir el calentamiento global adicional que enfrentarse a sus impactos: «Necesitamos acciones mucho mayores y más urgentes para hacer frente al cambio climático».

    El lado bueno

    Según un informe que se publicará el 2 de diciembre en Environmental Research Letters, la descarbonización global se ha acelerado desde 2010 y podría ir por buen camino para limitar el calentamiento global a 2 grados Celsius. Aunque las emisiones de carbono totales han aumentado, la descarbonización ha mantenido ese incremento bajo y podría provocar el descenso de las emisiones.

    Los beneficios de la descarbonización a gran escala gracias a la eficiencia energética y el calor renovable moderno, así como las energías solar y eólica, posibilitan alcanzar las metas del Acuerdo de París «si tomamos medidas agresivas en todos los sectores económicos», declaró Daniel Kammen, coautor del estudio y profesor de energía en la Universidad de California, Berkeley, en un comunicado.

    Gaffney explica que también hay puntos críticos sociales, como un punto crítico económico en el que el precio de la energía renovable cae por debajo del de los combustibles fósiles en un mercado tras otro. «Los precios de las renovables siguen cayendo y el rendimiento mejora. Es una combinación insuperable».

    Cada vez más países, como el Reino Unido, han alcanzado un punto crítico político y adoptado objetivos de cero emisiones para 2050. «Ahora hay seguridad de que es alcanzable y asequible», afirma.

    En Estados Unidos, los candidatos de las elecciones presidenciales de 2020 están proponiendo planes ambiciosos de acción climática.

    Explica que, en los 12 últimos meses, parece haberse alcanzado un punto crítico de conciencia social —el efecto Greta Thunberg— con millones de huelgas estudiantiles que demandan acciones climáticas urgentes. Por otra parte, cada vez más sociedades financieras, empresas y ciudades adoptan objetivos climáticos firmes.

    «Estos puntos críticos están convergiendo y podrían convertir la década de 2020 en la transición económica más rápida de la historia», afirma Gaffney.

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