Se desprende un iceberg del glaciar más vulnerable de la Antártida Occidental

El hielo se desprende con regularidad de las plataformas de hielo de la Antártida, pero es un fenómeno que está acelerándose.

Por Madeleine Stone
Publicado 12 feb 2020, 11:25 CET
Glaciar isla Pine
En esta imagen sacada por el satélite Copernicus Sentinel-2 el 14 de septiembre de 2019 vemos dos grietas en el glaciar isla Pine.
Fotografía de Agencia Espacial Europea

En el límite helado de una bahía remota de la Antártida Occidental, los glaciares que más peligran en todo el continente amenazan con modificar las costas del planeta. El glaciar isla Pine y su vecino, Thwaites, son el umbral a un depósito enorme de agua congelada que, de derramarse en el mar, aumentaría el nivel del mar 1,2 metros. Ese umbral está rompiéndose ante nosotros.

Este fin de semana, los satélites Sentinel de la Agencia Espacial Europea detectaron una rotura considerable, o desprendimiento, en la plataforma de hielo flotante del glaciar isla Pine. La semana pasada, se observó cómo crecía una serie de grietas que los satélites llevan vigilando desde principios de 2019. El domingo,  un fragmento de hielo de unos 310 kilómetros cuadrados se había desprendido del frente del glaciar. Enseguida se desintegró en una constelación de icebergs, el mayor de los cuales fue lo bastante grande como para que le pusieran nombre: B-49.

 

Se trata del más reciente de una serie de desprendimientos en el glaciar isla Pine que, según temen los científicos, podría ser el preludio de una desintegración a mayor escala conforme el cambio climático derrite el continente. Ante el récord de temperaturas en la península antártica la semana pasada, es cada vez más difícil ignorar las señales de que se está produciendo una transformación acelerada.

«Lo inquietante es que el flujo de datos diarios [de los satélites] revela que el cambio climático está redefiniendo la Antártida a un ritmo drástico», declaró Mark Drinkwater, científico y especialista en la criosfera de la Agencia Espacial Europea, en un comunicado de prensa.

Los glaciares son como ríos congelados que canalizan los mantos de hielo terrestres hacia el océano. El glaciar isla Pine es el más vulnerable de la Antártida. Desde 2012, ha perdido 58 000 millones de toneladas de hielo cada año, la mayor contribución de cualquier corriente de hielo del planeta al aumento del nivel del mar.

Este último desprendimiento es el octavo del último siglo en el glaciar isla Pine; los anteriores se produjeron en 2001, 2007, 2011, 2013, 2015, 2017 y 2018, según Copernicus. Los intervalos entre los desprendimientos parecen estar acortándose, otro síntoma de la mala salud del glaciar.

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    «Los desprendimientos de los últimos cinco a 10 años parecen ser excepcionales para la zona si se comparan con la retirada de los últimos 70 años», escribe por email Bert Wouters, experto en la teledetección satelital en la Universidad Técnica de Delft, Países Bajos, que ha supervisado el glaciar isla Pine.

    «Aunque el desprendimiento de icebergs de las plataformas de hielo flotantes de la Antártida es un proceso natural, el reciente desprendimiento fue bastante grande y los desprendimientos de este glaciar parecen ser cada vez más frecuentes», afirma Alison Banwell, glacióloga del CIRES de la Universidad de Colorado en Boulder.

    El desprendimiento de este último iceberg (que según Wouters fue mayor que los de 2017 y 2018, pero inferior a los de principios de los 2000) podría deberse parcialmente al tiempo templado del invierno pasado.

    Pero como con otros desprendimientos recientes en isla Pine y otros glaciares de la Antártida Occidental, el impulsor principal fue la afluencia de agua subsuperficial en la ensenada del mar de Amundsen, que hace que el hielo se derrita por debajo. A su vez, esto está vinculado a los cambios en los patrones de viento, que impulsan el agua marina profunda y cálida hacia la plataforma continental. También concuerda con el panorama general de cambio climático.

    Los desprendimientos como este no contribuyen directamente al aumento del nivel del mar, ya que las plataformas de hielo flotantes ya desplazan agua. Sin embargo, los glaciares de exutorio o de salida como el isla Pine son una especie de freno del flujo del hielo terrestre, que sí aumenta el nivel del mar cuando desemboca en el mar. Conforme la plataforma de hielo de isla Pine se debilita, también lo hace su contrafuerte, lo que puede acelerar el flujo de hielo desde tierra.

    De hecho, desde los años 90 el hielo del isla Pine ha desembocado en el mar más rápidamente y hoy en día ese flujo se desplaza a un ritmo superior a 10 metros al día, según Drinkwater. En el periodo previo al desprendimiento, el glaciar se desplazaba más rápido de lo normal.

    Algunos científicos creen que el glaciar isla Pine y su vecino, Thwaites, que también desemboca en la bahía isla Pine, son intrínsecamente inestables debido a un capricho de la geometría. La denominada línea de tierra, donde los glaciares entran en contacto con el lecho rocoso, está por debajo del nivel del mar, lo que significa que es vulnerable al agua marina cálida. Si los glaciares se aflojaran en la línea de tierra, el agua podría filtrarse entre el hielo y la roca.

    Como el lecho rocoso forma una pendiente a medida que nos adentramos hacia el interior, esto podría dar pie a una plataforma de hielo inestable y gruesa que produzca icebergs cada vez más grandes. En última instancia, podría provocar un colapso desbocado. Este proceso, denominado inestabilidad marina de los acantilados de hielo, puede causar pérdidas de hielo aceleradas por toda la Antártida Occidental.

    Esta hipótesis es una pesadilla glaciológica, pero aún se está deliberando qué probabilidades hay de que ocurra. Con la esperanza de hallar respuestas, los científicos de la Colaboración Internacional del glaciar Thwaites perforaron con agua caliente un agujero de decenas de metros para acceder a la zona de tierra del Thwaites.

    Usaron una serie de instrumentos (como un pequeño robot tubular llamado Icefin) para recopilar datos y filmar las primeras imágenes de este entorno misterioso. Estos datos ayudarán a llenar los vacíos en el conocimiento científico de la dinámica de deshielo de la línea de tierra y permitirán predecir los cambios futuros, como la probabilidad de un colapso desbocado.

    Por su parte, el glaciar isla Pine parece haberse estabilizado, por ahora. Los últimos datos del instrumento MODIS del satélite Terra de la NASA sugieren que la parte occidental del hielo desprendido (incluido el iceberg más grande) ha rotado rápidamente hacia la bahía isla Pine, según el glaciólogo de la NASA Christopher Shuman. La parte oriental, que incluye muchos fragmentos de hielo de menor tamaño, está haciendo lo mismo.

    Shuman afirma que la desintegración de este último iceberg del glaciar isla Pine «sugiere lo “débil” que se ha vuelto la lengua de hielo flotante [del isla Pine]». Esto, unido a la configuración aparentemente inestable del frente de hielo, apunta a que pronto habrá más desintegración.

    «En definitiva, son muy malas noticias para el hielo interior que desemboca del glaciar isla Pine», afirma Shuman.

    Drinkwater coincide con él: «No cabe duda de que el evento va a evolucionar».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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