Los deslizamientos de tierra submarinos plantean nuevos peligros en el golfo de México

Los datos sísmicos demuestran que los terremotos a más de 965 kilómetros pueden provocar deslizamientos submarinos que amenazan las plataformas petrolíferas en alta mar y que podrían causar vertidos catastróficos.

Por Maddie Stone
Publicado 20 may 2020, 13:14 CEST
Golfo de México

En esta foto del 31 de marzo de 2015 aparece la estela de un buque de suministro cruzando una mancha de petróleo en el golfo de México en el lugar donde antes estaba la plataforma petrolífera de Taylor Energy. La plataforma quedó destruida en 2004 tras un deslizamiento de tierra submarino provocado por el huracán Iván.

Fotografía de Gerald Herbert, AP Photo

Los errores humanos han causado algunos de los vertidos de petróleo más infames de la historia de Estados Unidos, como los de Exxon Valdez y Deepwater Horizon.  Con todo, las causas naturales también pueden desencadenar desastres de proporciones épicas: hay un vertido que lleva 16 años expulsando crudo que comenzó cuando una plataforma de producción de petróleo en la costa de Luisiana fue demolida por un deslizamiento de tierra submarino.

Ahora, las evidencias de los datos sísmicos sugieren que estas avalanchas submarinas son más comunes de lo pensado en el golfo de México, algo preocupante para las casi 2000 plataformas petrolíferas en alta mar y las decenas de miles de kilómetros de oleoductos y gasoductos que transportan los combustibles fósiles a la orilla.

El análisis, publicado ayer en Geophysical Research Letters, demuestra que entre 2008 y 2015 se produjeron 85 deslizamientos de tierra submarinos desconocidos en el golfo de México. El estudio determinó que diez de ellos ocurrieron sin un desencadenante detectable. Para sorpresa de los investigadores, parece que los otros 75 fueron provocados por terremotos distantes, la mayoría seísmos pequeños o medianos que ocurrieron a cientos de kilómetros por la costa oeste de Norteamérica.

«No esperaba que los deslizamientos de tierra fueran tan prevalentes en el golfo de México. Tampoco sabía que los deslizamientos de tierra fueran tan susceptibles a los desencadenantes dinámicos causados por las ondas sísmicas pasajeras. Intenté demostrar que me equivocaba constantemente», afirma Wenyuan Fan, autor principal y sismólogo de la Universidad del Estado de Florida.

Un misterio sísmico en el Golfo

Los científicos han sabido durante años que el golfo de México tiene un historial de deslizamientos de tierra submarinos. El mayor deslizamiento submarino documentado en el litoral estadounidense ocurrió en la costa de Texas. Las cicatrices de otros grandes deslizamientos de tierra aún son visibles en el fondo marino cerca de la desembocadura del río Misisipi.

Los investigadores también creen saber por qué este terreno es tan propenso a derrumbarse: cada año, los ríos dejan grandes cantidades de sedimento en el golfo de México y provocan que se acumule el material suelto muy rápidamente en el fondo marino, creando una topografía inclinada e inestable.

Pero la mayor parte de los deslizamientos de tierra del golfo que han catalogado los geólogos en estudios de cartografía del lecho marino ocurrieron hace miles de años. Estos fenómenos no pueden revelarnos mucho sobre la frecuencia y las causas exactas de los deslizamientos de tierra submarinos actuales.

Fan y sus colegas han empezado a llenar estas lagunas de conocimiento con datos del USArray, una red de 400 sismógrafos que migró de oeste a este por todos los Estados Unidos continentales entre 2007 y 2013 recogiendo datos en cada ubicación durante varios años. Señala que el proyecto pretendía «convertir Estados Unidos en un laboratorio natural» y mejorar los conocimientos fundamentales sobre el funcionamiento de los terremotos.

Los datos sísmicos tomados por la red no solo reflejan los terremotos. Muchos más eventos que sacuden la tierra pueden activar un sismógrafo, que capta las ondas de la superficie terrestre y las ondas P y S que avanzan más rápido y atraviesan roca sólida más profunda.

Poco después de que Fan empezara a usar los datos del USArray para estudiar los terremotos del Pacífico Noroeste, a finales de 2017, empezó a observar señales en el golfo de México, donde ocurren muy pocos seísmos. Tras analizar las propiedades de estas ondas y construir modelos para recrearlas, Fan y sus colegas se convencieron de que observaban las huellas sísmicas de un montón de deslizamientos de tierra submarinos.

En datos recopilados continuamente entre 2008 y 2015, los investigadores identificaron ondas superficiales asociadas a 85 deslizamientos de tierra submarinos en el golfo de México. Lo que más sorprendió al equipo es que el 90 por ciento se había producido pocos minutos después de que ocurriera un terremoto a más de 965 kilómetros de distancia.

La mayoría de estos terremotos habían tenido lugar a lo largo de la frontera entre las placas del Pacífico y de Norteamérica, entre el Pacífico Noroeste y México. Muchos de ellos tenían una magnitud 5, lo bastante leves en California como para que «los periodistas no informaran de ellos», afirma Fan.

Estas observaciones, unidas al hecho de que los terremotos más potentes y distantes no producían deslizamientos detectables, sugieren a Fan que la intensidad de los terremotos podría no ser el factor principal que determina si ocurre un deslizamiento de tierra en el golfo de México. Fan insiste en que hay que investigar más para esclarecer cómo los seísmos remotos consiguen derribar las cordilleras submarinas en una cuenca oceánica a cientos de kilómetros.

«Y eso exige un experimento en alta mar para desentrañar los mecanismos físicos que pueden causar deslizamientos de tierra submarinos», indica.

Joan Gomberg, sismóloga del Servicio Geológico estadounidense y la revisora independiente del trabajo, afirma que los geólogos suelen usar los depósitos de sedimentos de los deslizamientos de tierra submarinos como evidencias de terremotos pasados.

«Pero la premisa para interpretarlos es que ocurrió un terremoto cerca», afirma. «Lo que demuestra el trabajo [de Fan] es que el terremoto que los provoca puede estar bastante lejos. Eso complica la interpretación de estos registros».

Un vertido en el supuesto más pesimista

Los hallazgos de Fan tienen repercusiones más allá de la reconstrucción de los terremotos históricos. Sugieren que las plataformas de gas y petróleo y los oleoductos y gasoductos que salpican el golfo de México podrían enfrentarse a una amenaza geológica que no están preparados para gestionar.

«No es imposible que un deslizamiento destruya una plataforma. Ya ha pasado», señala Ian MacDonald, profesor de oceanografía en la Universidad del Estado de Florida que no participó en el nuevo estudio. «No es imposible que pueda provocar un vertido de petróleo que sería muy difícil de controlar. Ya ha pasado».

MacDonald se refiere al vertido de petróleo de Taylor Energy, en la costa de Luisiana, que ha expulsado crudo al océano a un ritmo de casi cien barriles al día desde 2004. Pese a no ser muy famoso, el vertido se considera uno de los peores desastres petrolíferos de la historia del país. La causa fue un deslizamiento de tierra submarino suscitado por el fuerte oleaje y las marejadas del huracán Iván.

En 2019, MacDonald publicó un artículo en The Conversation advirtiendo del potencial de que ocurriera otro desastre similar y lo tachó del «peor escenario posible para un vertido de petróleo catastrófico». Aunque el vertido de petróleo de BP Deepwater Horizon se debió a un fallo en un solo pozo, en el caso del de Taylor Energy se vino abajo una plataforma entera debido al deslizamiento. Esto provocó la caída de varios pozos y dejó un desastre oleaginoso sepultado bajo una densa capa de sedimentos, donde cuesta acceder y taponar las filtraciones.

Fan leyó el artículo de MacDonald y contactó con él. Empezaron a hablar y eso llevó a «varias conversaciones fructíferas», cuenta MacDonald. Cuando revisó los datos de Fan sobre los recientes deslizamientos de tierra del golfo de México, MacDonald se percató de que el riesgo que suponían para la infraestructura de combustibles fósiles era posiblemente mucho mayor de lo pensado.

«En los últimos 10 años, podemos señalar muchos de estos fenómenos», afirma MacDonald. «Eso quiere decir que, en mayor o menor medida, hemos esquivado balas sin siquiera saber que las estaban disparando».

Fan espera que su investigación ayude a las compañías energéticas y a los legisladores a tomar decisiones más informadas sobre qué lugares son seguros para construir nueva infraestructura. Afirma que la mayoría de los deslizamientos de tierra submarinos que detectó su equipo ocurrieron en el oeste del golfo de México, una región que durante el gobierno de Obama estaba vedada a la prospección de gas y petróleo, pero que el presidente Trump empezó a abrir a estas empresas en 2018.

El método de detección sísmica que desarrolló Fan también podría reconvertirse para crear un sistema de alerta temprana que proteja la infraestructura existente. Si se instalara un conjunto de sismógrafos en el fondo marino del golfo de México para detectar deslizamientos de tierra, las empresas podrían recibir una alerta cuando se registrara una señal en los alrededores de su plataforma y contarían con unos minutos muy valiosos para poner en marcha medidas de cierre de emergencia.

Con un sistema como ese, es posible que se pudiera detener un vertido de petróleo antes de empezar.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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