Encontrado el primer dinosaurio con una enfermedad respiratoria

Unos extraños crecimientos en los huesos del cuello fosilizados de un saurópodo sugieren que el animal sufría de bolsas de aire infectadas hace unos 145 millones de años.

Por Riley Black
Publicado 11 feb 2022, 11:58 CET
Una enfermedad respiratoria en un saurópodo habría producido síntomas como tos, respiración dificultosa, secreción nasal, fiebre ...

Una enfermedad respiratoria en un dinosaurio saurópodo probablemente habría producido síntomas como tos, dificultad para respirar, secreción nasal, fiebre y pérdida de peso.

Fotografía de Illustration by Woodruff et al. (2022) and Corbin Rainbolt

Hace 145 millones de años, hubo un dinosaurio saurópodo en particular que probablemente debió de encontrarse francamente mal. Al herbívoro del Jurásico, puede que le goteara mucosidad por las fosas nasales, padeciera fiebre y una tos que sacudía su largo y musculoso cuello. La dolencia pudo ser incluso mortal; la enfermedad fue tan grave para la salud del dinosaurio que dejó pruebas visibles de la dolencia en sus huesos fosilizados.

Estos extraños restos son ahora la primera prueba de la existencia de una infección respiratoria en un dinosaurio, según propone la comunidad de paleontólogos.

Lo que enfermaba al pobre saurópodo, apodado Dolly, no estaba inmediatamente claro para los científicos que estudiaban los restos del animal. En 2018, el paleontólogo Cary Woodruff, del Museo de Dinosaurios de las Grandes Llanuras, en Montana (Estados Unidos), estaba investigando a este herbívoro parecido al Diplodocus cuando notó algo extraño. En los huecos de los huesos del cuello del dinosaurio había excrecencias que parecían casi un brócoli.

"He mirado muchas vértebras de saurópodos y he visto algunas cosas raras, pero nunca nada como estas estructuras", dice Woodruff.

Woodruff publicó fotos en las redes sociales y no tardó en recibir las respuestas de ciertos investigadores que habían reconocido esas mismas estructuras en crecimientos respiratorios de aves vivas y otros reptiles. Algunos de esos científicos se unieron a Woodruff para estudiar los fósiles, que muestran signos de una enfermedad en los pulmones del dinosaurio, según concluye el equipo en un nuevo artículo publicado en la revista Scientific Reports.

"Las enfermedades, en todas sus formas, han acompañado a los animales desde el principio de su evolución", afirma Ewan Wolff, coautor del estudio y paleopatólogo del Museo de las Rocosas, en Montana (EE. UU.).

Los fósiles como Dolly permiten así a los expertos seguir la evolución de las enfermedades modernas. 

"Especímenes como éste pueden ayudar a arrojar luz sobre qué tipo de enfermedades afectaban a los dinosaurios hace millones de años", afirma el paleontólogo de la Universidad de Wisconsin Oshkosh (en Estados Unidos) Joseph Peterson, que no formó parte del equipo de estudio.

Diagnóstico de los dinosaurios

Diagnosticar una enfermedad en dinosaurios no es fácil, especialmente cuando el paciente lleva muerto casi 150 millones de años. Hay muchas enfermedades diferentes que pueden causar infecciones respiratorias, por lo que los científicos tuvieron que reducir las posibilidades.

Herramientas como los rayos X, las tomografías computarizadas y las secciones finas de huesos pueden revelar la microestructura de los fósiles y añadir información fundamental. Pero la principal prueba de que este dinosaurio tenía una infección respiratoria proviene de la comparación de sus huesos con los de otros animales.

Las aves son dinosaurios vivos, y los cocodrilos son los parientes vivos más cercanos a los dinosaurios como grupo, señala Wolff, por lo que las enfermedades o las respuestas inmunológicas compartidas entre ellos probablemente también eran relevantes para los dinosaurios no avianos como Dolly. Los saurópodos como Dolly también tenían un complejo sistema de sacos de aire dentro y alrededor de sus huesos como parte de su sistema respiratorio, al igual que las aves modernas.

Basándose en su estudio de Dolly y otros organismos, Woodruff, Wolff y sus colegas proponen que el culpable más probable es una dolencia similar a la neumonía conocida como aerosaculitis. Más que un virus o patógeno específico, la aerosaculitis describe la inflamación o infección de los sacos aéreos, que puede estar causada por bacterias, hongos o virus. Los pollos modernos, por ejemplo, pueden contraer aerosaculitis por E. coli cuando se les mantiene en condiciones insalubres.

"Los autores presentan un sólido caso circunstancial de aerosaculitis", dice la paleontóloga de la Universidad Estatal de Washington Cynthia Faux, que no participó en el nuevo estudio. El diagnóstico definitivo es difícil, incluso en animales vivos, pero la forma en que los huesos del dinosaurio respondieron a la enfermedad sigue el modo en que los vertebrados vivos reaccionan a la misma dolencia.

"Podemos aplicar a los animales prehistóricos lo que sabemos sobre la respuesta de los huesos actuales a la enfermedad y sacar conclusiones lógicas", afirma Faux.

Una enfermedad dura

Basándose en las observaciones de aves vivas con aerosaculitis, Woodruff y sus colegas piensan que Dolly debió de luchar contra la enfermedad. "Tos, dificultades respiratorias, letargo, fiebre, estornudos y diarrea: todos estos son síntomas derivados de la respiración que se manifiestan en las aves de hoy", dice Woodruff.

La enfermedad podría haber sido una sentencia de muerte para Dolly. Aunque no se sabe con certeza cómo pereció el dinosaurio, Woodruff señala que los diplodocidos como Dolly probablemente se desplazaban en manadas, pero un animal enfermo pudo quedarse atrás o abandonar el grupo. La enfermedad podría haber resultado fatal para Dolly por sí misma, o es posible que un depredador hambriento viera al dinosaurio enfermo como un almuerzo fácil.

Según Peterson, conocer mejor qué dinosaurios padecían qué tipo de enfermedades podría ayudar a los científicos a comprender algunos aspectos del comportamiento de los dinosaurios que hasta ahora no se habían visto. 

Una de las formas de propagación de la aerosaculitis en las aves, señala Wolff, es en condiciones de hacinamiento, donde una alta concentración de heces y huevos puede propagar las bacterias y causar la enfermedad. Se sabe que los saurópodos como Dolly anidaban en colonias, dice Wolff, y en algunas situaciones la aerosaculitis podría haber proliferado en los lugares de anidación de los dinosaurios. 

Los huesos enfermos de Dolly también ofrecen una conexión única con el pasado. Algunas enfermedades estudiadas en fósiles (como las heridas de mordedura curadas o los huesos rotos) podrían ser difíciles de relacionar, dice Woodruff. Pero las enfermedades respiratorias son algo con lo que los humanos están muy familiarizados.

"Todos hemos tenido muchos de los mismos síntomas y probablemente nos hemos sentido tan mal como Dolly", dice Woodruff. "Personalmente, no conozco ningún fósil con el que me haya sentido más identificado".

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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