¿Qué le pasa a tu cuerpo cuando dejas el tabaco?

Los riesgos de fumar son bien conocidos. He aquí los beneficios inmediatos y a largo plazo para la salud de dejar de fumar.

Por Rachel Fairbank
Publicado 27 dic 2023, 10:09 CET
¿Qué pasa cuando dejas de fumar?

Dejar de fumar mejora la salud de muchos órganos del cuerpo.

Fotografía de icefront, Getty Images

Incluso si fumas desde hace mucho tiempo, dejar el tabaco tiene algunas ventajas sorprendentes e incluso inmediatas.

Cada año, unos 63 000 españoles mueren por causas relacionadas con el tabaco por culpa de enfermedades crónicas relacionadas con su consumo, como enfermedades pulmonares obstructivas crónicas, cardiopatías, accidentes cerebrovasculares o cáncer. Aunque los riesgos de fumar son bien conocidos, también es increíblemente difícil dejarlo, lo que lleva a muchos a abandonar los intentos de cortar con la nicotina, asumiendo que el daño ya está hecho. Sin embargo, como demuestran las investigaciones, hay muchas ventajas.  

Para tener una idea de cuáles son estos beneficios para la salud a corto y largo plazo, National Geographic ha hablado con algunos expertos sobre lo que ocurre en su cuerpo en las horas, días, semanas, meses y años después de dejar de fumar. 

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Mejora del ritmo cardíaco y la respiración

Quienes dejan de fumar pueden esperar una mejora de su frecuencia cardiaca y de su respiración.

El primer cambio, que puede producirse a las pocas horas de dejar de fumar, es una disminución de la frecuencia cardiaca, afirma Humberto Choi, neumólogo de la Clínica Cleveland, en Estados Unidos. Los elevados niveles de monóxido de carbono en sangre que presentan los fumadores (aproximadamente tres veces superiores) también vuelven a la normalidad en cuestión de días.

Con el paso de las semanas, se producen otros cambios. Uno de los principales es que mejora la función pulmonar y disminuye la tos, lo que puede ayudar a mejorar la capacidad de ejercicio. Estos cambios facilitan la respiración y hacen que sea menos difícil desarrollar y mantener un hábito de ejercicio, como salir a pasear con regularidad o realizar un entrenamiento de fuerza por las mañanas. "En general, la gente tiende a sentirse mejor", afirma Choi.  

El ejercicio también ofrece un hábito alternativo para sustituir al tabaco. "El hábito no desaparece rápido", dice Choi; "es bueno añadir algo más".  

Muchas personas también informan de un mejor sentido del olfato y del gusto en las semanas y meses posteriores a dejar de fumar.

"A veces ni siquiera se daban cuenta de que habían perdido el olfato y el gusto", dice Choi.  

Fuerte reducción del riesgo de infarto o ictus

A medida que los meses se convierten en años, dejar de fumar puede suponer una drástica reducción del riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, como un infarto de miocardio o un ictus.

"En los dos primeros años tras dejar de fumar, se pierde gran parte del exceso de riesgo", afirma Marie Robertson, cardióloga y directora científica de la Asociación Americana del Corazón.

Como señala Robertson, este riesgo sigue disminuyendo cuanto más tiempo se deja de fumar. A los 10 años, el riesgo de morir por enfermedad cardiovascular desciende un 63% en comparación con los fumadores.

Después de 20 o 30 años, este riesgo desciende a niveles similares a los de alguien que nunca ha fumado.

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El riesgo de cáncer disminuye al cabo de una década

A medida que pasa el tiempo, también disminuye el riesgo de desarrollar determinados tipos de cáncer. Alrededor de los 10 años es cuando este riesgo disminuye sustancialmente.

"Después de 10 años, el riesgo de muerte [por] cáncer de pulmón es la mitad que el de los fumadores", afirma Farhad Islami, director científico de la Sociedad Americana del Cáncer e investigador que estudia los riesgos de cáncer en diversas poblaciones. Islami afirma que se produce una reducción similar del riesgo en otros tipos de cáncer relacionados con el tabaquismo, como los de cabeza, cuello o esófago.  

En un reciente artículo del que Islami es coautor, él y sus colegas descubrieron que entre 20 y 29 años después de dejar de fumar, el riesgo de morir de cáncer desciende en torno al 90%. En el caso de las personas que pudieron dejarlo antes de los 35 años, la reducción del riesgo es aún mayor, hasta el punto de que en un periodo de dos a tres décadas su riesgo de morir por cánceres relacionados con el tabaquismo pasa a ser casi equivalente al de una persona que nunca ha fumado.  

"Lo mejor es dejar de fumar a una edad más temprana", afirma Islami. Pero, añade, incluso si la gente no es capaz de dejarlo hasta que es mayor, "los beneficios siguen siendo muy, muy sustanciales."

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La progresión de las enfermedades relacionadas con el tabaquismo se ralentiza

Para las personas que padecen enfermedades crónicas relacionadas con el tabaquismo, como cáncer, cardiopatías o enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), dejar de fumar puede ralentizar la progresión de la enfermedad, al tiempo que mejora las probabilidades de supervivencia.

"La probabilidad de sufrir una recidiva tras un cáncer es menor si se deja de fumar", afirma Choi.  

En el caso de las personas que ya han sufrido un infarto, dejar de fumar puede reducir las probabilidades de sufrir un segundo infarto y de que empeore la EPOC.

"Queremos que la gente deje de fumar antes de desarrollar esas enfermedades", dice Luba Yammine, investigadora de UTHealth Houston de Estados Unidos, cuya investigación se centra en el trastorno por uso de sustancias, y añade que "si ya has desarrollado la enfermedad, va a seguir siendo muy beneficioso dejar de fumar."  

La adicción es compleja

Fumar puede ser una de las adicciones más difíciles de romper, debido a una serie de factores. 

"La nicotina es la sustancia más adictiva que existe", afirma Yammine. "Es muy fácil hacerse adicto y muy difícil dejarla". Las dificultades para dejar de fumar se deben a una mezcla de factores físicos y conductuales.  

El primer reto se debe a la dependencia física de la nicotina, que puede provocar una combinación de antojos y síntomas de abstinencia tras dejar de fumar.

"Esta combinación de antojos y síntomas de abstinencia es bastante desagradable", afirma Yammine. Muchas personas afirman experimentar un exceso de hambre después de dejar de fumar, junto con una sensación general de irritabilidad. Para ayudar a reducir estos síntomas, existen varias herramientas, como los parches y chicles de nicotina, o medicamentos como el bupropión.  

El segundo factor importante que dificulta el abandono del tabaco es el comportamiento.

"Los cigarrillos se convierten en una parte muy integral de tu vida", afirma Yammine. Para un fumador empedernido, el día suele estructurarse en torno a cuándo y dónde fuma, ya sea fumando un cigarrillo con el café de la mañana, haciendo pausas periódicas para fumar a lo largo del día o encendiendo el cigarrillo en entornos específicos. Estos comportamientos pueden llegar a estar tan arraigados que resulta muy difícil abandonar el hábito, incluso si los síntomas físicos de abstinencia están bien controlados.  

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Dejar de fumar suele requerir varios intentos

Debido a las dificultades asociadas a la adicción a la nicotina, los fumadores afirman haber intentado dejar de fumar muchas veces, antes de encontrar una estrategia eficaz; y lo que finalmente funciona para una persona puede no funcionar para otra.

Mientras que a algunos les funciona dejar de fumar de golpe, otros necesitan la ayuda de la medicación para frenar sus ansias. Algunas personas deben realizar cambios importantes en sus hábitos cotidianos para dejar de fumar, mientras que otras pueden lograrlo con pequeñas adaptaciones. Algunos dejan de fumar después de los primeros intentos; a otros les lleva muchos intentos. "Cada intento es una lección sobre cómo hacerlo mejor la próxima vez", dice Robertson.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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