Un apicultor revisa su colmena en la región de Luoping, en Yunnan (China)

¿Puede una cucharada de miel mantener a raya las alergias estacionales?

Aunque las investigaciones sugieren que los remedios caseros contra la alergia casi nunca funcionan, algunos científicos quieren saber si la miel podría tener cabida en la medicina moderna.

Un apicultor revisa su colmena en la región de Luoping, en Yunnan (China). Según los expertos, la miel local tiene potencial antimicrobiano, pero es poco probable que el polen del jarabe ayude a combatir las alergias estacionales.

Fotografía de Stanislas Fautre, Figarophoto, Redux
Por Tatyana Woodall
Publicado 22 may 2024, 11:53 CEST

Cada vez más personas buscan remedios naturales contra las alergias estacionales, como la miel, para tratar de aliviar las molestas toses, estornudos y resfriados. Pero, ¿por qué los alérgicos se decantan por este edulcorante natural?

El ser humano lleva milenios recolectando miel, una sustancia rica en nutrientes creada para alimentar a las colonias de abejas. Muchas culturas antiguas atribuyeron mitos y magias a las propiedades curativas de esta golosina azucarada y, hoy en día, el jarabe es un conocido bálsamo contra el dolor de garganta.

Hay muchas otras razones por las que la gente defiende la miel como solución a sus problemas físicos; por ejemplo, muchos suponen que, al proceder de la flora local, puede reforzar el sistema inmunitario contra las alergias.

Sin embargo, el papel real de la miel en el refuerzo de las defensas naturales del organismo contra las alergias y otras enfermedades inmunitarias sigue siendo relativamente incierto.

"En realidad, no hay grandes pruebas que sugieran que la miel local pueda ayudar a combatir las alergias estacionales", afirma Priya Katari, alergóloga e inmunóloga pediátrica de Weill Cornell Medicine (Estados Unidos); "las pruebas que existen ahora realmente no respaldan las afirmaciones". Aún así, la miel tiene otros beneficios demostrados para la salud, siempre que se consuma el tipo de miel adecuado. Esto es lo que hay que saber.

La idea de que la miel puede utilizarse para prevenir las dolencias estacionales procede probablemente del concepto de inmunoterapia, que consiste en introducir cantidades muy pequeñas de un alérgeno durante un periodo prolongado para ayudar al sistema inmunitario a tolerarlo.

En teoría, consumir miel para aliviar las alergias parece plausible. Por desgracia, el polen que suele provocar las alergias estacionales es de origen eólico, es decir, procede de los árboles, la hierba o el trigo, mientras que la miel de abeja se elabora a partir del polen recogido de flores de colores vivos, que no contribuyen demasiado a la presencia de alérgenos en el aire. Debido a esta distinción, es poco probable que el polen presente en la miel local provoque tolerancia, afirma Katari.

Gran parte del consenso científico actual es que aún no se ha investigado lo suficiente como para afirmar con rotundidad que la miel puede combatir las reacciones alérgicas. Tampoco existe una cantidad diaria recomendada científicamente, ya que la cantidad de polen en una ración de miel también suele variar. Esto significa que, aunque la miel funcionara, es posible que los frascos fabricados en serie ni siquiera reflejen los tipos de alérgenos de tu entorno local.

Dicho esto, a los alérgicos podría irles mejor si recurren a medicamentos sin receta o aprobados por el médico.  

"La gente realmente quiere un remedio natural para las cosas, pero me gustaría que más gente supiera que los medicamentos que prescribimos para las alergias son generalmente muy seguros, incluso para los niños, y bien tolerados", dice; "a veces, los remedios naturales pueden ser más peligrosos y menos eficaces que los tratamientos que recetamos".

A los bebés menores de un año, por ejemplo, no se les debe dar miel, ya que podría contener una bacteria llamada Clostridium que se asocia con el botulismo infantil, que puede causar debilidad muscular y problemas para respirar. Otros suplementos naturales como el ginkgo y la cúrcuma pueden aumentar el riesgo de hemorragias, dice Katari.

(Relacionado: El ginkgo estuvo a punto de extinguirse: así se salvaron estos «fósiles vivos»)

Los beneficios menos conocidos de la miel

Aunque no deberías confiar sólo en la miel para aliviar tus alergias, cada vez hay más interés por sus posibles aplicaciones en la medicina moderna.

Ferhat Ozturk, profesor asociado de Instrucción de la Universidad de Texas (Estados Unidos), cuyas investigaciones se centran en el estudio de los beneficios medicinales de la miel, afirma que no es sólo un alimento, sino un nutritivo agente farmacéutico.

"A la miel se la consideraba medicina durante miles de años", afirma; "pero con la llegada de los antibióticos y otros medicamentos modernos, la miel se ha dejado de lado desde hace unas décadas".

Usada por vía tópica, la miel puede tratar las quemaduras al acelerar la contracción de las heridas, y se ha utilizado como complemento contra las úlceras bucales de los enfermos de cáncer sometidos a quimioterapia.

Cuando se ingiere, la sustancia ha demostrado tener importantes propiedades para atemperar síntomas gastrointestinales como la diarrea, el estreñimiento y la colitis. Debido a estos usos terapéuticos, los investigadores también tienen previsto probar los posibles usos de otros subproductos de las abejas (como la jalea real, el propóleo o la cera de abejas) en diversos ensayos clínicos.

La mayoría de estos efectos curativos se derivan directamente del potencial antimicrobiano y antioxidante de la miel, afirma Ozturk. Cuando las abejas recolectan el néctar de las plantas, también recogen sustancias químicas que éstas producen para protegerse de los patógenos, compuestos naturales como fenoles, flavonoides y taninos que pueden tener efectos antienvejecimiento, anticancerígenos y antiinflamatorios en el cuerpo humano.

"La miel ayuda a nuestro cuerpo a luchar de forma natural con su propio poder", afirma Ozturk. Estas mismas sustancias químicas curativas son la razón por la que las plantas tienden a reducir ciertos incidentes de enfermedades crónicas, como la diabetes, el cáncer y las enfermedades cardiovasculares. 

Dicho esto, no todas las mieles del mercado son iguales. "Hay al menos cinco veces más potencial antimicrobiano en la miel de los apicultores locales que en la de las tiendas", afirma.

Una miel en particular (la miel de Manuka de Nueva Zelanda) está considerada como uno de los mejores agentes antimicrobianos de la miel, afirma Scott McArt, profesor asociado de entomología de la Universidad de Cornell (EE. UU.). Esto se debe en parte a los niveles excepcionalmente altos de alcaloides del producto, en concreto uno llamado metilglioxal (MGO), un importante compuesto antibacteriano que la convierte en una sustancia de primera calidad médica.

Aunque muchas personas consumen esta costosa miel por sus beneficios para la salud, "las pruebas científicas de que el consumo de miel de Manuka con alto contenido en MGO aporta beneficios para la salud humana no son actualmente tan sólidas como sus claros beneficios para el tratamiento de heridas", afirma McArt.

Dada la cantidad de gente que confía en la miel como si fuera una panacea, es dudoso que los rumores sobre sus posibles aplicaciones para la salud se disipen algún día.

Pero si piensas refugiarte en un delicioso tarro de miel la próxima vez que te sientas indispuesto, Ozturk sugiere que te abastezcas de miel recolectada por apicultores locales, tanto por sus posibles beneficios para la salud como para aprender más sobre lo que pueden ofrecer los trabajadores más duros de la naturaleza.

"La miel es algo que ha beneficiado a casi todas las civilizaciones de la Tierra durante miles de años", afirma Ozturk; "así que hay mucho que estudiar sobre la miel".

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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