El róver Opportunity ha muerto: este es su legado

El róver permaneció en el planeta 50 veces más de lo planeado, lo que aportó datos científicos revolucionarios e inspiró a toda una generación.

Por Michael Greshko
Publicado 14 feb 2019, 13:07 CET
Róver de exploración marciana
Ilustración de un róver de exploración marciana de la NASA en la superficie de Marte. Las versiones gemelas de este róver, Spirit y Opportunity, se lanzaron en 2003 y llegaron a lugares diferentes de Marte en enero de 2004.
Fotografía de NASA, JPL, Cornell University

Tras más de 14 años recorriendo la superficie marciana, el róver Opportunity de la NASA se ha quedado en silencio, poniendo fin así a una misión decisiva en otro mundo.

En una conferencia de prensa en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL, por sus siglas en inglés) en Pasadena, California, la NASA se despidió del róver que colocó en Marte el 25 de enero de 2004: antes de Facebook, antes del iPhone, antes incluso de que algunos de los científicos que ahora están a cargo del astromóvil se graduaran en la universidad. En su periodo de récord en Marte, el róver recorrió más de 45 kilómetros y halló algunos de los primeros indicios definitivos de la presencia de agua líquida en la superficie pasada del planeta rojo.

«Hemos establecido un vínculo humano con esta misión, más que con otras misiones robóticas, por eso nos cuesta más despedirnos. Pero, por otra parte, debemos recordar este fantástico logro: la exploración histórica que hemos llevado a cabo», afirma John Callas, director del proyecto de la misión Mars Exploration Rovers. «Creo que pasará mucho tiempo hasta que otra misión pueda superar lo que hemos logrado».

La NASA lleva sin recibir respuesta del róver desde junio de 2018, cuando una de las tormentas de arena más intensas observadas en Marte ocultó gran parte del cielo del planeta rojo y afectó al róver, que funciona con energía solar. Al principio, la tormenta no dio ni un respiro al equipo. De noviembre a enero, el planeta rojo experimentó vientos estacionales lo bastante intensos como para retirar el polvo acumulado de los paneles solares del Opportunity, una de las razones principales por las que el róver duró tanto tiempo. Pero cuando la temporada de «limpieza del róver» llegó a su fin sin señales del Opportunity, la esperanza de que hubiera sobrevivido se apagó.

Marte 101
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El 25 de enero, el equipo envió al Opportunity una serie de órdenes con la esperanza de que el róver se hubiera quedado en silencio por el mal funcionamiento de las antenas y una avería del reloj interno. Pero las órdenes destinadas a solucionar esta situación —muy improbable— no despertaron al róver.

Ahora, con la llegada del otoño e invierno marcianos, la NASA sostiene que el róver permanecerá para siempre en un barranco azotado por el viento, llamado valle Perseverance por el obstinado esfuerzo del róver.

En marzo de 2014, el Opportunity sacó este autorretrato. Los vientos estacionales limpiaban de forma periódica el polvo de los paneles solares del róver.
Fotografía de NASA, JPL Cal-tech, Cornell University, Arizona State University

Este comunicado supone el fin de la misión de récord Mars Exploration Rovers, que construyó y operó el Opportunity y su gemelo, el Spirit. Los dos róveres se diseñaron para recorrer menos de 1,6 kilómetros y durar de 90 a 100 soles, o días marcianos. Pero la pareja superó todas las expectativas. Tras aterrizar el 4 de enero de 2004, el Spirit atravesó terreno escarpado hasta que se quedó atascado en 2009 y enmudeció en 2010. Por su parte, el Opportunity llegó más lejos y duró más tiempo que ningún otro vehículo en otro planeta y que todos los róveres de Marte juntos.

«Ha sido una misión tremenda, ¿verdad?», escribe por email Mike Seibert, exconductor del Opportunity. «Tengo ganas de que, en el futuro, se batan los récords del Opportunity, porque eso significará que seguimos explorando nuestro sistema solar. Y tengo ganas de felicitar al equipo que sitúe el Opportunity en segundo puesto».

«Siempre he creído una misión como esta acabaría de dos formas nobles», añade Steve Squyres científico planetario de Cornell e investigador principal veterano de la misión. «Una es que simplemente desgastáramos los vehículos. La otra es que Marte consiga matarlos. Que el Opportunity funcione durante 14 años y medio y lo derrote una de las tormentas de arena más fieras de Marte en décadas: si sucede así, podremos salir con la cabeza alta».

Una misión «milagrosa»

La trayectoria del Opportunity hacia Marte fue tan desigual como los accidentados terrenos del planeta. El equipo principal de la misión pasó más de una década escribiendo propuestas infructuosas a la NASA, hasta que la agencia aprobó la misión de dos róveres a principios del 2000. Pero la euforia pronto dio paso al pánico: el equipo esperaba contar con, como mínimo, 48 meses para construir ambos róveres, pero solo les concedieron 34.

Mientras el equipo trabajaba a contrarreloj, los ingenieros también intentaban reinventar la construcción de róveres. El ancestro más directo de los róveres, la misión Pathfinder, constaba de un aterrizador y un róver independiente. En este caso, el JPL intentaba incluir todas las características de un aterrizador en un róver, con mucha más autonomía de la que había tenido el Pathfinder.

Mientras el Opportunity se adentraba en el cráter Endurance en agosto de 2004, apareció un campo de dunas en el suelo del cráter que vemos aquí en color aproximado.
Fotografía de NASA, JPL Cal-tech, Cornell
El Opportunity alcanzó el borde del cráter Victoria, de 800 metros —que vemos en una imagen del Mars Reconnaissance Orbiter— el 27 de septiembre de 2006, durante el 951º sol del róver en Marte.
Fotografía de NASA, JPL Cal-tech, University of Arizona, Cornell, Ohio State University

«La gente me dice que es un milagro que durase tanto y yo les respondo que es un milagro que llegase a Florida», afirma Squyres, refiriéndose al lugar de lanzamiento del róver, cabo Cañaveral. «El plazo en el que intentamos hacer algo que nunca se había conseguido antes era brutal».

Los equipos, dirigidos por Peter Theisinger, director del proyecto, se esforzaron para averiguar cómo sacar adelante la construcción. La vicedirectora del proyecto del JPL, Jennifer Trosper, que dirigió la ingeniería de sistemas, recuerda que necesitaron toda la ayuda posible para esta labor. El hardware y el software se estaban probando en tres turnos de ocho horas, las 24 horas del día, los siete días de la semana. Los ingenieros enviaron actualizaciones finales de software a los róveres mientras estaban en el espacio, en camino a Marte.

«Tuvimos que unir todas las piezas a la vez», afirma Trosper.

Las actualizaciones no acabaron cuando los róveres llegaron a Marte. Dieciocho soles después del aterrizaje de Spirit, el equipo de Trosper perdió el contacto con el róver. Saber que cualquier cosa que hubiera paralizado al Spirit podría afectar al Opportunity, que todavía estaba en camino a Marte, empeoró los días de silencio. Pero el equipo aisló el bug y lo solucionó, y actualizó el Opportunity en pleno vuelo. Cuando el Opportunity aterrizó el 25 de enero de 2004, tocó tierra sin complicaciones.

«Nos esforzamos, lo diseñamos bien y todo eso duró para siempre», afirma Trosper. «Me resulta triste que el Opportunity desaparezca; era agradable tenerlo allí, dando vueltas. Me asombraba que hubiera funcionado tan bien».

Dos ingenieros con tres generaciones de róveres marcianos desarrollados en el JPL. En el centro está un repuesto del róver Sojourner de 1997. A la izquierda está un hermano del Spirit y el Opportunity; a la derecha, una versión de prueba de su ancestro, el Curiosity.
Fotografía de NASA, JPL Cal-tech

La lotería científica

Originalmente, el equipo calculó que los róveres durarían unos 90 soles, basándose en la acumulación de polvo prevista en los paneles solares de los róveres. Pero los científicos no tuvieron en cuenta que los vientos en Marte serían lo bastante intensos como para limpiar los paneles. Los róveres, renovados inesperadamente con el cambio de estación, trabajaron más de lo que se consideraba posible y ahora dejan un legado científico imponente.

Durante décadas, el lema de la NASA en Marte ha consistido en «seguir el agua», tanto con robots en la superficie como con satélites en órbita. Pero el Spirit y el Opportunity fueron los primeros en descubrir pruebas de la existencia pasada de agua líquida en Marte durante periodos de tiempo considerables. Los róveres también revelaron que el planeta rojo era más complejo y variado de lo pensado.

«Cuando aterrizaron, tenía la idea reconfortante de que, en algún momento, podríamos recostarnos y cruzarnos de brazos y decir: “Lo hemos logrado, hemos hecho nuestro trabajo”», cuenta Squyres. «Subestimé Marte por un margen importante».

El Opportunity ganó la lotería científica desde el principio. El lugar de aterrizaje del róver aportó a los científicos pruebas convincentes de la presencia de agua líquida subterránea, que fluyó hace mucho tiempo sobre la superficie de Marte. Dicho esto, el agua en la primera parada del Opportunity se habría parecido más a un embotellamiento de ácido sulfúrico que a un lago o un estanque plácido.

En su primera década en Marte, el róver se dedicó a estudiar los restos de esta bañera de ácido primordial. A lo largo del camino, el Opportunity se escabulló en cráteres, examinó el lugar de impacto de su propio escudo térmico y descubrió meteoritos intactos en la superficie del planeta rojo.

Y cuando el róver llegó al borde del cráter Endeavor en 2011, fue capaz de estudiar rocas más antiguas que las del primer lugar de estudio. Estas formaciones —unas de las más antiguas jamás estudiadas en Marte— albergaban minerales de arcilla y yeso que demostraron que, hace 4.000 millones de años, el agua líquida fluía sobre la superficie de Marte.

«Si retrocedes a nuestra comprensión de Marte de hace 15 años, ni siquiera sabíamos si había habido agua líquida sobre la superficie en el pasado», afirma Abigail Fraeman, científica segunda del proyecto de la misión. «Eso nos enseñaron el Spirit y el Opportunity, que sí existen pruebas irrefutables de que Marte tuvo en su día un clima muy diferente. Y responder esa pregunta nos ha permitido ir más allá y hacernos preguntas más complejas».

La drástica instantánea de la sombra del Opportunity se sacó cuando el róver seguía su camino hacia el cráter Endurance. Sacó la foto el 26 de julio de 2004, fecha en la que se duplicó la duración primaria de la misión de 90 soles.
Fotografía de NASA, JPL Cal-tech
El 15 de agosto de 2014 —el 3.754º sol marciano de la misión Opportunity—, el róver contempló el borde occidental del cráter Endeavor y fotografió las huellas de sus neumáticos y un viaje sin precedentes sobre la superficie del planeta rojo.
Fotografía de NASA, JPL Cal-tech, Cornell University, Arizona State University

Vínculos marcianos

El éxito del Spirit y el Opportunity no solo allanó el camino para futuras misiones robóticas en Marte, sino que también familiarizó a los terrícolas con el planeta rojo: un paisaje donde abundaban valles y colinas tallados por el viento que pueden recordar a diversos paisajes de nuestro mundo.

El diseño antropomorfo de los róveres gemelos también facilitó que la gente pudiera imaginarse junto al vehículo. Mientras el público se quedaba prendado con su viaje —desde anuncios de cerveza hasta LEGO—, también les ocurría lo mismo a los futuros integrantes del equipo de la misión. Fraeman estaba en el instituto cuando el Opportunity aterrizó y pudo estar en el JPL aquella noche, en un evento de divulgación.

«Resulta impresionante que haya durado desde que yo estaba en el instituto, cuando decidí que esto era a lo que quería dedicarme y hasta que conseguí formarme para convertirlo en mi carrera», cuenta.

Para Heather Justice, conductora principal del róver, el Opportunity también fue una piedra angular. Cuando estaba en el instituto, en Maryland, vio un documental sobre los róveres.

«Siendo más joven, me pareció uno de los grandes logros de la NASA: poder conducir sobre la superficie de otro mundo», afirma. «Aún no me creo la suerte que he tenido».

Cuando el Spirit se detuvo, pero la misión Opportunity continuó, sus cuidadores humanos estrecharon lazos. Los hijos de los científicos de la misión escuchaban hablar del Opportunity como si se tratara de un primo lejano. Las parejas de conductores del róver pasaban tanto tiempo juntas que casi podían leerse la mente.

«Empiezas a aprenderte los nombres de todos», afirma Seibert. «He visto a miembros del equipo conseguir la ciudadanía, casarse, volver a la universidad, graduarse. La vida seguía».

Ahora, el equipo tiene seis meses para archivar los datos de la misión y despedirse de algo que ha sido constante en sus vidas durante décadas.

«Se habla mucho de la parte de operaciones. Mucha gente cree que será la última vez que podrá trabajar con estas personas», afirma Tanya Harrison, científica planetaria de la Universidad del Estado de Arizona e integrante del equipo científico del Opportunity. «Creo que habrá muchas lágrimas».

Un legado duradero

Aunque este pueda suponer el fin del Opportunity, el estudio y la exploración de Marte no han llegado a su fin, ni mucho menos. El róver Curiosity todavía está activo, así como diversos orbitadores marcianos y el aterrizador InSight. Las agencias espaciales europea y rusa están preparando su propio róver, al que recientemente han llamado Rosalind Franklin por la pionera en cristalografía de rayos X. Y muchos exalumnos del Spirit y el Opportunity están trabajando duramente en el próximo róver Mars 2020, que buscará señales de vida pasada y recopilará muestras de roca para devolverlas a la Tierra en un futuro.

Mientras tanto, el Opportunity será un monumento para la ciencia durante cientos de miles de años, y quizá un lugar al que los futuros exploradores puedan rendir homenaje. Quizá en las próximas décadas, los humanos aterricen en el Meridiani Planum, el área donde aterrizó el Opportunity. Algunos científicos e ingenieros, entre ellos Seibert, habían sugerido la región como lugar de aterrizaje para las misiones tripuladas a Marte.

«Que los humanos sean recibidos cara a cara por un emisario que ellos mismos enviaron será un momento intenso», afirma Harrison.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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