Los halos galácticos de la Vía Láctea y Andrómeda entran en colisión

Una nueva investigación con el telescopio espacial Hubble indica que los halos de las galaxias ya se tocan y su colisión se producirá dentro de unos 4500 millones de años.

Por Cristina Crespo Garay
Publicado 4 sept 2020, 17:43 CEST
Esta ilustración muestra cómo se vería el halo gaseoso de Andrómeda si fuera visible para los humanos ...

Esta ilustración muestra cómo se vería el halo gaseoso de Andrómeda si fuera visible para los humanos en la Tierra.

Fotografía de NASA, ESA, J. DePasquale y E. Wheatley (STScI) y Z. Levay.

Una nueva investigación del telescopio espacial Hubble ha descubierto que el halo de nuestra galaxia, la gran envoltura de gas que rodea a la Vía Láctea, ha comenzado a colisionar con el de Andrómeda, la vecina galáctica más cercana.

Ya se sabía que esta colisión se iba a producir. Físicos de renombre predijeron este cataclismo y los astrónomos saben que, cuando se asiente el polvo espacial, ninguna galaxia será la misma: casi 1000 millones de años después del primer contacto, ambas se unirán para formar una galaxia elíptica mucho más grande.

Su colisión se producirá de forma irremediable dentro de unos 4500 millones de años, según los datos del equipo de científicos de la NASA que estudia esta colisión. Nuevos hallazgos de la Agencia Espacial Europea, publicados en la revista científica The Astrophysical Journal, indican que la colisión será lateral y se producirá 600 millones de años más tarde de lo previsto.

Tras cartografiar la envoltura de gas que rodea Andrómeda, los científicos han averiguado que se extiende 1,3 millones de años luz más allá de la galaxia, e incluso hasta 2 millones de años luz en algunas direcciones.

Liderado por el físico Nicolas Lehner, de la Universidad de Notre Dame, el equipo utilizó imágenes del Hubble para crear un mapa completo del halo de la galaxia de Andrómeda, según el comunicado de la NASA .

"Comprender los enormes halos de gas que rodean a las galaxias es inmensamente importante", explica la investigadora Samantha Berek, de la Universidad de Yale (Estados Unidos), en el comunicado de la NASA.

 

Ilustración de la NASA que muestra la ubicación de los 43 cuásares que los científicos utilizaron para sondear el halo gaseoso de Andrómeda.

Fotografía de NASA, ESA y E. Wheatley (STScI)

"Este depósito de gas contiene combustible para la futura formación de estrellas dentro de la galaxia, así como salidas de eventos como las supernovas. Está lleno de pistas sobre la evolución pasada y futura de la galaxia, y finalmente podemos estudiarlo con gran detalle en nuestro vecino galáctico más cercano", añade.

Andrómeda está a 2,5 millones de años luz de la Vía Láctea, una distancia corta en una escala astronómica, lo suficientemente cercana como para que fuera visible desde la Tierra como una mancha de luz, según la NASA, aunque su halo es invisible a simple vista.

(Relacionado: Desvelando la incógnita de las galaxias más antiguas del universo)

Cuásares, los enormes núcleos de agujeros negros

Con el objetivo de mapear el halo, los científicos identificaron desde el Hubble 43 cuásares, es decir, enormes núcleos de agujeros negros que emiten luz y energía. Al encontrarse detrás de Andrómeda según la perspectiva del telescopio, el equipo pudo rastreae la luz de los cuásares a medida que pasaba a través del halo de Andrómeda, observando entre otras cosas cómo esa luz era absorbida por los gases.

El equipo de Lehner utilizó la luz ultravioleta de los quásares como la manera más precisa de estudiar este halo gaseoso. Sin embargo, debido a que la luz ultravioleta es absorbida por la atmósfera de la Tierra, solo se puede observar desde más allá de ella.

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    Este método, conocido como el proyecto AMIGA por sus siglas en inglés, ha permitido también descubrir las capas que componen este halo. “Descubrimos que la capa interior que se extiende hasta aproximadamente medio millón de años luz es mucho más compleja y dinámica”, explica Lehner en un comunicado de la Universidad de Notre Dame.

    “La capa exterior es más suave y caliente. Esta diferencia es un resultado probable del impacto de la actividad de supernova en el disco de la galaxia que afecta más directamente al halo interno ", afirma.

    Este nuevo programa aporta mucha más información a la que se conocía con anterioridad. Hasta ahora, “había muy poca información de tan solo seis cuásares a 1 millón de años luz de la galaxia”, explica el co-investigador J. Christopher Howk, profesor del Departamento de Física de la Universidad de Notre Dame.

    Debido a la ubicación de nuestro planeta dentro de la Vía Láctea, los científicos no pueden determinar la extensión del halo de nuestra propia galaxia, aunque suponen una gran similitud con el de Andrómeda, la única galaxia del universo donde se puede realizar este experimento con el Hubble.

     “Es un experimento único”, afirma Lehner, que califica el proyecto de innovador e imprescindible "para capturar la complejidad de un halo de galaxia más allá de nuestra propia Vía Láctea".

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