Imágenes cautivadoras del primer programa espacial de Estados Unidos

La carrera de la NASA, que compitió con la URSS para llevar a un humano al espacio, cautivó al mundo. También se convirtió en la base de la exploración más allá de los límites de la Tierra.

Por Simon Ingram
fotografías de NASA
Publicado 8 oct 2020, 11:49 CEST

Los astronautas del Programa Mercurio vestidos con sus «trajes Mercurio». Se desarrollaron a partir de unos trajes de para altitudes elevadas de la Marina estadounidense. Eran trajes presurizados de nailon aluminizado y neopreno y tenían que hacerse a medida de cada astronauta. Fila trasera, de izquierda a derecha: Alan Shepard, Virgil 'Gus' Grissom, Gordon Cooper; fila delantera, de izquierda a derecha: Wally Schirra, Donald ‘Deke’ Slayton, John Glenn, Scott Carpenter.

Fotografía de NASA

«Nos hacemos a la mar en este nuevo océano porque existen nuevos conocimientos que obtener y nuevos derechos que ganar, que deben ganarse y utilizarse para el progreso de todos los pueblos. [...] y solamente si los Estados Unidos ocupan una posición predominante podremos ayudar a decidir si este nuevo océano va a ser un mar de paz o un nuevo y terrorífico escenario de guerra».

Cuando John F. Kennedy pronunció estas palabras ante 40.000 personas en el estadio de la Universidad de Rice en Houston, Texas, el 12 de septiembre de 1962, el mundo estaba convirtiéndose en un lugar peligroso otra vez. Las fuerzas en lados opuestos del planeta con ideologías opuestas estaban enfrentadas. Como se demostró un mes después, cuando estalló la crisis de los misiles de Cuba durante la presidencia de Kennedy, la carrera por la supremacía tecnológica que comenzó entre Estados Unidos y la URSS fue la nueva declaración de hegemonía. Y las naves espaciales pilotadas por humanos fueron el símbolo más drástico de su capacidad.

John F. Kennedy da su famoso discurso en la Universidad de Rice, en Houston, el 12 de septiembre de 1962. El discurso de Kennedy es uno de los más citados en la exploración espacial e incluye la frase: «Elegimos ir a la Luna. Elegimos ir a la Luna en esta década, y también afrontar los otros desafíos, no porque sean fáciles, sino porque son difíciles».

Fotografía de NASA Photo, Alamy

El discurso de Kennedy contenía la que probablemente sea la segunda frase histórica más citada sobre el programa espacial estadounidense. Comenzaba con las palabras «elegimos ir a la Luna», mencionadas convenientemente solo cuando Neil Armstrong dio su pequeño paso siete años después, completando el círculo de la ambición.

Por supuesto, Kennedy no viviría para la conclusión de su discurso grandilocuente. Tampoco presenciaría cómo se desvaneció el escepticismo con el que el público recibió el discurso de Rice durante el despegue del cohete Saturno 5 que transportó a los primeros humanos a la Luna. En 1962, esto parecía muy lejano: una encuesta estimaba que el 58 por ciento de los estadounidenses no estaban conformes con la inversión de 40.000 millones de dólares que costaría la «elección» colectiva de Kennedy.

Galería: Los cimientos

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    Lo que sí que pudo ver Kennedy fue el emocionante nacimiento del programa espacial estadounidense. Para cuando dio el discurso de Rice, había presenciado las cuatro primeras misiones humanas del Programa Mercurio. Estas seis misiones tripuladas y su desarrollo formaron el ADN a partir del que crecerían las misiones Géminis y Apolo subsiguientes y fueron la primera gran aventura americana en el espacio.

    El presidente se sintió tan inspirado por el vuelo de 15 minutos de Alan Shepard en la Freedom 7 en mayo de 1961 que días después pronunció su infame desafío ante el Congreso: antes del final de la década, aspiraba a «llevar a un hombre a la Luna y devolverlo a salvo a la Tierra». Pero esto también se debía a que el país iba en desventaja en la carrera espacial; Estados Unidos necesitaba una gran meta para tomar la delantera. 

    Pese a que se mitificó en libros como Figuras ocultas y Elegidos para la gloria próximamente habrá una nueva adaptación de esta última en Disney+–, la importancia del Programa Mercurio en los días más intensos de la carrera espacial ha quedado al margen. No es difícil desentrañar el porqué: la URSS ganó por unos pocos días y no lanzó la primera expedición humana al espacio. Y, aunque más adelante se vería eclipsado por los alunizajes de las misiones Apolo, tampoco puso en marcha las expediciones más grandiosas.

    Galería: Las misiones

    Pero los cimientos que respaldaron el Programa Mercurio fueron fundamentales para establecer los criterios del éxito y sus seis misiones tripuladas fueron un terreno de pruebas muy arriesgado. «El Programa Mercurio, la culminación de décadas de investigación y aplicación de la aerodinámica, la propulsión de cohetes, la mecánica celeste, la medicina aeroespacial y la electrónica, llevó al hombre más allá de la atmósfera y a la órbita espacial», escribió James M. Grimwood en Project Mercury: A Chronology. «Confirmó la posibilidad de la movilidad del hombre en su universo».

    Partiendo de cero, se perfeccionó el diseño de las naves espaciales, se entrenó a los astronautas, se especularon y se demostraron los cálculos y se ampliaron las tolerancias. Todo ello en nombre del dominio tecnológico, el descubrimiento científico y la exploración del tipo más aventurero y competitivo.

    Eso dijo Kennedy al concluir el discurso de Rice: «Pero no es nuestra intención quedarnos atrás y, en esta década, nos vamos a poner al día y vamos a seguir avanzando». La historia demostró que estaba en lo cierto. Y aunque esa es otra historia, fue este programa pionero el que la posibilitó. En todos los sentidos, la Apolo solo pudo alcanzar la Luna sobre los cimientos del Programa Mercurio.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.co.uk.

     

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